Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
Dos de los resultados que más atención recibirán el 24-M serán los de las dos ciudades más grandes del país: Madrid y Barcelona. En ambas ciudades han surgido candidaturas municipalistas (Barcelona en Comú y Ahora Madrid), que, según la mayoría de las encuestas, han logrado convertirse en el principal competidor del partido en el poder de la ciudad: Convergència i Unió en Barcelona, Partido Popular en Madrid. Mientras que en Barcelona la mayoría de las encuestas prevén un empate entre CiU y BEC, en el caso de Madrid la mayoría de los estudios siguen anticipando una victoria del PP, aunque según algunos cada vez más estrecha. Para quien esté interesado en el estado de las predicciones a partir de las estimaciones de los institutos de opinión, en estos estupendos artículos y gráficos de Kiko Llaneras (aquí y aquí) está resumido casi todo.
En el artículo de hoy examino los datos de la encuesta preelectoral del CIS (cuyo trabajo de campo es anterior al inicio de la campaña electoral) para indagar en cuáles pueden ser las claves que acaben decantando el resultado final en estas dos ciudades. (Una advertencia: dada la importancia que en el contexto actual tendrá ser la fuerza más votada tanto en Madrid como en Barcelona, me centro exclusivamente en el análisis de la intención de voto a los dos principales partidos que tienen más posibilidades de obtener más número de votos en cada ciudad).
Empecemos fijándonos en los indecisos. Algo que llama la atención, y que ha pasado relativamente desapercibido, es que se trata fundamentalmente no de indecisos, sino de indecisas. Si bien no es nada novedoso que las mujeres muestren tasas de indecisión mayores que los hombres (es algo que sucede sistemáticamente en todas las contiendas electorales), en estas elecciones ese sesgo ha aumentado considerablemente. El gráfico 1 representa la diferencia entre el porcentaje de indecisos entre las mujeres y entre los hombres para las elecciones de 2011 y 2015 y permite observar dos cosas: que la magnitud del sesgo es muy grande en ambas ciudades (el porcentaje de indecisos mujeres es 10 puntos mayor tanto en Madrid como en Barcelona), y que ha crecido sustancialmente desde 2011.
Gráfico 1. Diferencia en el porcentaje de indecisos entre las mujeres y el porcentaje de indecisos entre los hombres en 2011 y 2015 para las elecciones municipales de Madrid y Barcelona.
Fuente: Encuestas preelectorales del CIS, 2011 y 2015.
Es difícil saber a qué se debe este aumento en la brecha de indecisión entre hombres y mujeres. Una posibilidad es que los hombres sean más “lanzados” a la hora de declarar su afinidad con los nuevos partidos que las mujeres. O puede ser que la alta tasa de indecisión entre las mujeres esconda de hecho una mayor afinidad de estas con los partidos tradicionales, ocultada en las encuestas por el coste social que hoy supone reconocer simpatía hacia el PP o PSOE. Si la brecha de género únicamente reflejara una mayor cautela de las mujeres a la hora de mostrar entusiasmo por las nuevas formaciones, esto sería una buena noticia para estos partidos: no habría motivos para que a la hora de la verdad las mujeres exhibieran un comportamiento electoral diferente del de los hombres. Si por el contrario la brecha refleja un auténtico escepticismo de las mujeres respecto a estos partidos, lo que deberíamos esperar es que muchas de estas indecisas al final acaben optando por los partidos tradicionales, lo que dañaría a las perspectivas de los nuevos. El 24M seguramente tendremos datos que no ayuden a saber cuál de estos dos fenómenos ha pesado más.
La segunda variable demográfica importante es la edad. El que la edad se haya convertido en una variable explicativa central del comportamiento electoral en este nuevo ciclo político es algo que venimos señalando hace ya tiempo, pero no deja de sorprender las impresionantes diferencias de comportamiento electoral de los diferentes grupos de edad también en esta cita electoral. Como puede observarse en los gráficos 2 y 3 (que muestran, a partir de unos sencillos modelos de estimación de la preferencia partidista del encuestado, la probabilidad de éste declare su intención de voto o su simpatía a un determinado partido en función del sexo y la edad, el Partido Popular en Madrid y Convergència i Unió en Barcelona se han convertido en esencia en partidos de personas mayores, de hecho de personas muy mayores. Aunque ambos hace no tanto tiempo eran partidos bastantes transversales (CiU, por ejemplo, tenía una intención de voto directa del 18% entre los menores de 35 hace cuatro años), ahora ganan sólo (y por goleada) entre los mayores de 65 años (la intención directa de voto a CiU entre los menores de 35 es del 6%).
Gráfico 2. Probabilidad estimada de declarar intención de voto o cercanía a Ahora Madrid (izquierda) y Partido Popular (derecha) en Madrid, por sexo y grupo de edad.
Fuente: Encuesta preelectoral CIS.
Gráfico 3. Probabilidad estimada de declarar intención de voto o cercanía a Barcelona en Comú (izquierda) y Convergència i Unió (derecha) en Barcelona, por sexo y grupo de edad.
Fuente: Encuesta preelectoral CIS.
En contraste con lo que les ocurre a PP y CiU, Ahora Madrid y Barcelona en Comú ganan entre los grupos de menos edad (aunque el perfil “juvenil” de Ahora Madrid es bastante más pronunciado, seguramente por la mayor competencia partidista existente en Barcelona), y son muy marginales donde Partido Popular y Convergència i Unió son hegemónicos, entre los mayores de 65 años. No parece exagerado decir que los patrones de voto reflejan la existencia de un claro conflicto intergeneracional, con los muy mayores votando a los partidos en el poder, y los jóvenes a los nuevos aspirantes.
Los gráficos también permiten ver que Ahora Madrid y en menor medida Barcelona en Comú (la diferencia no es estadísticamente significativa en este segundo caso) son más preferidos por los hombres que por las mujeres, mientras que PP y CiU tienen electorados igualmente repartidos entre sexos.
¿Qué pistas nos da esto sobre lo que ocurrirá de aquí al 24-M? Barcelona en Comú y Ahora Madrid se verían favorecidas si las mujeres indecisas acaban votando como los (decididos) hombres y si los jóvenes indecisos de los que hablaba ayer Sandra León se acaban movilizando. Por otra parte, los beneficiados serían PP y CiU si logran activar un importante grupo que sin duda también existe dentro de los votantes indecisos: los genuinamente aversos al cambio. La respuesta, este domingo.
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