Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
La socialdemocracia como adjetivo no está soldada a ningún partido, ni siquiera al que es, prácticamente por definición, el partido socialdemócrata español. Los electores que se definen como socialdemócratas se reparten entre los tres principales partidos de la actual oposición, de forma parecida a como lo hacen progresistas y liberales, pero más centrados en el PSOE. Pero ni entre todos parecen suficientes para trabar una alternativa
De acuerdo con la encuesta preelectoral del CIS realizada en mayo, en España solo hay un 7% de adultos que se definen como socialdemócratas, al menos cuando se les ofrece un menú amplio de opciones. Bastantes menos que socialistas, que son el 14,5%, y la categoría más numerosa; y también menos que los conservadores (13%), los liberales (11%) y los progresistas (11%).
En el sur de Europa, los políticos socialdemócratas han usado de forma habitual la categoría “socialista” para referirse a sí mismos y a sus políticas. Por eso muchas veces escribimos “socialdemócratas”, como acabo de hacer, para referirnos a gente que rara vez usa el término, aunque lo empleamos correctamente con un criterio denotativo (1). En el norte del continente lo cualitativo -reformista, gradualista, defensor de un Estado del bienestar igualitario, pragmático con respecto al mercado...- tiende a coincidir con lo denotativo, y con la socialdemocracia como nombre común e identidad subjetiva.
En España y durante la Transición, la socialdemocracia-como-nombre fue utilizada para un partido en versión beta creado por algunos emprendedores que, tras pasar a UCD, terminaron en el PSOE, unos, y en el PP, los otros. Como se sabe, durante un periodo considerable de tiempo, el sector del PSOE que dominaba la organización repudiaba a los socialdemócratas y aseguraba estar a su izquierda. De palabra, pues no se conoce ninguna historia que haya conseguido diferenciar las alternativas socialistas de las socialdemócratas, entre las políticas emprendidas por el PSOE durante su gobierno largo, y situado las unas a la izquierda de las otras; de hecho, creo que la gente que sabe de esto diría que no hay agua en ese pozo, pero no me voy a meter.
El debate por establecer las lindes entre socialismo y socialdemocracia se ha quedado viejo a más no poder. La fuerza del uso real se revela en que la búsqueda Socialismo+PSOE en Google produce 11.300.000 resultados y la búsqueda Socialdemocracia+PSOE produce solo 299.000. Los campeones del socialismo-que-no-es-socialdemocracia lo deben de aborrecer, pues, seguramente, les gustaría que el socialismo quedara como esencia y la socialdemocracia como práctica de un partido del que abominar cuando haga falta; sin embargo, ha sido la socialdemocracia la que ha quedado como término libre, como jerga de politólogos y hasta como frasco de aspiraciones (también hay espadachines de la “verdadera socialdemocracia”).
El cante del PSOE, hay que recordarlo, no ha ido solo por estos dos palos, sino que ha tentado otros, como el socialismo liberal del primer Zapatero -pudo recordar a la socialdemocracia liberal de Solchaga a los menos jóvenes- que acabó retocado como socialismo libertario. No sé si esto habrá hecho de la socialdemocracia un significante vacío, flotante, o en posición de descanso, pero algo le han visto algunos nuevos emprendedores.
¿Quiénes son los que se reconocen como socialdemócratas en el electorado? ¿Cómo votan? Los socialdemócratas subjetivos son un poco más moderados que los socialistas en la escala ideológica pues, aunque la mayoría son de centro izquierda, un 40% se sitúan en el centro o incluso el centro derecha, mientras que solo el 16% de los socialistas están en posiciones de no-izquierda.Para tener otra referencia, el 30% de los progresistas se consideran de centro o de centro derecha (2). Los socialdemócratas votan bastante divididos: el 32% dijo en la encuesta del CIS que votarían por el PSOE o que, al menos, este es el partido que prefieren, el 22% a Unidos Podemos, el 18% a Ciudadanos y el 8% al PP. Son los más trasversales de los que están “por el cambio”, es decir, entre los que es poco probable que voten por el Gobierno. Mestizos, si lo prefieren.
No es exagerado decir que aquí está el alma de la que parece imposible solución de tres partidos. En cierto modo, encajan con los progresistas, que, si bien son un grupo que hoy se inclina por Podemos (42%), llama la atención que Ciudadanos sea su segunda opción (15%), por delante del PSOE (13%). El otro grupo comparable es el de los liberales, que votan con probabilidades bastante parecidas por los cuatro grandes partidos. Las demás sociedades ideológicas tienden a jugar en un solo campo del bipartidismo espiritual. Y hay quienes votan muy juntos -si lo hacen- como los que escogen llamarse comunistas, pero si bien Unidos Podemos es la candidatura de casi todos los comunistas, sobre todo, en la medida en que Izquierda Unida es una parte de la coalición, los comunistas solo representaban en torno al 10% de sus votantes potenciales, exactamente los mismos que los liberales.
La suma de socialdemócratas, progresistas y liberales, los votantes más trasversales, representaba en la encuesta preelectoral del CIS el 46% de los apoyos de Ciudadanos y el 40% de los de Podemos (los socialdemócratas son el 13% y el 7%, respectivamente). Tal vez fueran, desafortunadamente, insuficientes para los entendimientos necesarios para una alternativa viable al actual gobierno. El segundo adverbio es toda mi opinión.
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Coda: curiosidad histórica. Al parecer la palabra misma la pone en circulación Marx, en el 18 Brumario de Luis Bonaparte (1852) donde denomina partido socialdemócrata a la coalición de “pequeños burgueses y obreros” que apoyaban al grupo de La Montaña (la extrema izquierda parlamentaria durante la Segunda República). En general, los marxistas consideraron que las alianzas entre obreros y burgueses eran un sarampión que el movimiento socialista debía dejar atrás. Los socialdemócratas del siglo XX, según el consenso científico de la profesión, son los que terminaron entendiendo que esto era una situación, digamos, estructural en la política democrática. Los leninistas y algunas otras variedades de verdadero-socialistas pensaron que tanto peor para la política democrática (llamada, a esos efectos, democracia burguesa, o de ahí para arriba).
En sus comienzos, tal vez pueda verse la socialdemocracia como una etiqueta que identificaba a algunos demócratas, es decir, defensores del sufragio universal, que añadían a su reivindicación la “cuestión social”; progresando luego hacia una etiqueta que identifica a los partidos de la cuestión social que dan por sentada la democracia. El Socialdemócrata(1867) fue el nombre de un periódico de la Unión General de Trabajadores de Alemania, el partido socialista de Lasalle, un partido democrático y no marxista. A partir de ahí hizo fortuna, pues de esta organización surgiría, en parte, el primer Partido Socialdemócrata que utilizó ese nombre para definirse, el alemán (1875), y que fue también el primer partido político dirigido por marxistas, aunque tampoco fuese oficialmente marxista. En 1881 el editor del Socialdemócrata era Eduard Bernstein, nada menos. La Wikipedia enseña y entretiene.
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(1) Por ejemplo: los partidos miembros de la Internacional Socialista (que tampoco tiene la “d”). Utilizando un criterio cualitativo, se podría decir que algunos políticos socialdemócratas del Sur de Europa, como el expresidente de Italia Giorgio Napolitano, hasta tuvieron durante años que pasar por “comunistas de derecha”.
(2) Otros datos ayudan a situarlos. En su edad media (49 años) los socialdemócratas son algo mayores que los liberales (44) y los progresistas (45), pero más jóvenes que los socialistas (53) o los conservadores (59), y un poco más hombres que mujeres, al contrario que los que prefieren llamarse socialistas. Los socialdemócratas son uno de los grupos de mayor nivel educativo, solo un poco por detrás de los progresistas y los que se declaran, en primer lugar, como feministas.
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