Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
Hace uno días, Lluís Orriols nos contaba en Piedras de papel que la crisis económica está produciendo un divorcio ideológico en Europa entre los ciudadanos y partidos políticos de los PIIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) y los del resto de países. En concreto, el artículo de Lluís mostraba cómo los partidos en los PIIGS se han movido hacia posiciones más a la de izquierda (más favorables a las políticas de bienestar y menos partidarios al mercado) y, en cambio, los partidos del resto de la UE se han movido en dirección opuesta, hacia la derecha.
En España, el divorcio ideológico se concreta en un aumento de la distancia entre las posiciones programáticas de Izquierda Unida y el PSOE, por un lado, y el Partido Popular, por otro. Los ciudadanos, en cambio, siguen manteniendo un amplio consenso a favor de las políticas de bienestar.
Donde sí parece existir un creciente divorcio entre los ciudadanos es en la cuestión territorial. El aumento del centralismo en la opinión pública es la principal novedad que aparece cuando se agregan los resultados de manera nacional. Sin embargo, ello solo describe una parte de los cambios que se están produciendo. La otra parte tiene que ver con un creciente distanciamiento entre el modelo territorial que prefieren los ciudadanos en unas comunidades autónomas y en otras.
El resultado de estas dinámicas en la opinión pública es que en el contexto actual los ciudadanos se mantienen unidos en torno a las políticas del bienestar y divididos sobre la cuestión territorial. Este panorama supone un reto para los partidos nacionales a la hora de definir sus propuestas de reforma del Estado Autonómico. Y también supone un riesgo: en el intento de aunar en un mismo discurso la creciente heterogeneidad de preferencias de sus votantes podrían acabar expulsando a otros partidos a sus votantes más polarizados en el tema autonómico.
Para ilustrar estos cambios, veamos lo que ha ocurrido con los votantes del PP y del PSOE. Los gráficos 1 y 2 comparan las preferencias sobre el modelo territorial de los votantes socialistas y populares en 1998, 2005 y 2011 por comunidades autónomas (cuanto mayor es la media, mayor es la preferencia por más descentralización).
La primera parte de la historia que muestran los resultados es conocida: en el año 2011 se ha producido un giro centralista en los votantes del PSOE como en los del. A pesar de que los votantes socialistas se han vuelto más centralistas, estos siguen siendo más favorables al autogobierno que los votantes del Partido Popular.
La segunda lectura de los datos es que, tanto en el PP como en el PSOE, ha crecido la distancia entre lo que quieren sus votantes en unas comunidades y lo que quieren en otras. Los votantes de ambos partidos se han distanciado en sus preferencias sobre el modelo territorial, por ello las curvas de los gráficos son bastante más pronunciadas en el 2011 que en años anteriores.
Si hacemos la comparación con datos más recientes, lo que se observa una acentuación de las diferencias entre votantes de distintas comunidades autónomas. Los gráficos 3 y 4 muestran que entre el 2010 y el 2012 han aumentado la distancia entre el modelo que quieren los votantes socialistas según el territorio en el que residen, y lo mismo ha ocurrido para los votantes populares.
Aunque no se pueda apreciar a simple vista comparando los gráficos, un análisis más detallado de los datos indica que entre 2010 Y 2012 la polarización ha aumentado más entre quienes apoyan al PP que entre los votantes del PSOE. Esto significa que, a pesar de que en el PSOE la cuestión autonómica ha suscitado tradicionalmente más tensiones internas, los cambios que se están produciendo en los votantes populares sugieren que para el PP será más difícil en el futuro mantener la unidad en el discurso autonómico.
En definitiva, la evolución de la opinión pública española sobre la cuestión territorial parece ir más allá de tan renombrado giro centralista. Primero, porque la centralización ha tenido un impacto desigual entre territorios, lo cual se refleja en la polarización de las posiciones de los votantes de los dos principales partidos nacionales. Segundo, porque los datos del 2012 indican que la heterogeneidad de opiniones sobre la cuestión territorial cada vez afecta más a los votantes del Partido Popular. Posiblemente los próximos desencuentros entre los barones territoriales del PP y la dirección nacional tengan mucho que ver con el creciente divorcio territorial entre sus votantes.
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