Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
¿Está relacionada la caída del PSOE con la cesión de alcaldías a los aliados de Podemos en Mayo? ¿Es la abstención el gran enemigo del PSOE? ¿Pierden los socialistas votantes hacia la izquierda y la derecha? ¿Logra mantenerse el PSOE en el Sur?
Las elecciones del pasado 20D produjeron un paradójico resultado: el PSOE obtuvo el porcentaje de voto más bajo desde la reinstauración de la democracia, pero a la vez se convirtió en el actor central de la próxima legislatura. En el nuevo Congreso de los Diputados, prácticamente toda mayoría parlamentaria pasa por el PSOE. Incluida, por supuesto, la mayoría más importante, la que tendrá que investir al nuevo gobierno. No nos debería por tanto sorprender que hayamos puesto tanto los focos en el debate interno del PSOE, porque de su estrategia dependerá en buena medida lo que ocurrirá en las próximas semanas.
1.“Al PSOE le castigan por haber aupado a Podemos a las instituciones”.
Esta es la interpretación preferida, evidentemente, por aquellos más favorables a que el PSOE alcance algún entendimiento con Ciudadanos o incluso el PP y descarte una coalición “de izquierdas” con Podemos. Una “prueba” que se suele mostrar a favor de esta hipótesis es que la caída del PSOE respecto a las elecciones generales de 2011 es particularmente acusada en los municipios gobernados por las confluencias impulsadas por Podemos: en Madrid el PSOE cae 8,7 puntos, en Barcelona un 12,5, en Zaragoza un 9,1 (en el conjunto del país la caída del PSOE respecto a 2011 es de 6,7 puntos). Hay dos problemas para vincular los resultados del PSOE en estas ciudades a la existencia de gobiernos municipales asociados a Podemos. Primero, podría ser que la causa de esa mayor caída sea que se trata de municipios muy grandes (sabemos que el PSOE ha aguantado mucho mejor en los pueblos que en los núcleos urbanos)
Pero segundo, resulta que la secuencia temporal de la caída del PSOE en estas ciudades no es consistente con la hipótesis del “castigo”. Para ver esto, miremos cómo ha evolucionado el voto del PSOE en las treinta ciudades más pobladas del país, que ofrecen una interesante variación en el tipo de gobierno local que se formó tras las elecciones de Mayo: en un 20% de ellas, el PSOE “permitió” que gobernaran las candidaturas participadas por Podemos (incluyo a Valencia en este grupo, donde la situación es un poco diferente; en todo caso, excluirla no a afecta los resultados), en el 50% el PSOE se hizo con la alcaldía, y en el 30% restante el gobierno municipal quedó en manos de un tercer partido.
Evolución en puntos porcentuales del voto al PSOE en las 30 ciudades más pobladas de España, 2011-2015.
Si comparamos con las elecciones generales de 2011 (primera columna del gráfico), es cierto que la caída del PSOE es ligeramente mayor en los municipios gobernados por las confluencias, aunque la diferencia no es significativa. Pero si nos fijamos en la segunda y tercera columna, que reflejan, respectivamente, la caída producida antes y después de las elecciones de Mayo, lo que se aprecia es que la caída del PSOE en el primer grupo de ciudades se produjo antes de la llegada de las nuevas candidaturas municipalistas a las alcaldías. De hecho, de Mayo a Noviembre el PSOE sólo crece en porcentaje de voto en el grupo de ciudades gobernadas por los aliados de Podemos, mientras que pierde más de cinco puntos respecto a los resultados obtenidos en Mayo en los municipios que gobierna, y mantiene constante el porcentaje de votos en el resto.
¿Quiere decir que al PSOE “le viene bien” que gobierne Podemos? Pues tampoco. La explicación más sencilla de estos patrones es que en determinados municipios el apoyo al PSOE se desplomó antes que en otros (como consecuencia de las características de la ciudad, de la candidatura municipal del PSOE, o de las de los partidos con los que competía). Tras las elecciones de Mayo lo que vemos no es otra cosa que una “regresión a la media”: allí donde se desplomó más se recupera algo, y donde cayó menos, ha caído ahora más. Eso es todo.
2. “El gran enemigo del PSOE es la abstención”.
Es difícil saber con seguridad qué hicieron los antiguos votantes del PSOE el 20D antes conocer los datos que nos proporcionará la encuesta postelectoral del CIS. En todo caso, tenemos algunos indicios que deberían hacernos poner en duda la idea de que la razón fundamental del deterioro del nivel de apoyo al PSOE haya sido la desmovilización de su antiguo electorado. La encuesta preelectoral del CIS (que “clavó” el resultado agregado del PSOE el 20D) no mostraba ningún sesgo abstencionista de los exvotantes socialistas: un 85,6% de ellos declaraban que irían a votar el 20D “con total probabilidad”, casi 3 puntos más que los exvotantes del PP, y 10 más más que el conjunto de la muestra. Y si cruzamos los datos por municipio de cambio en el nivel de participación y cambio en el apoyo al PSOE entre 2011 y 2015 lo que observamos es una muy fuerte correlación en sentido opuesto al esperado por esta hipótesis: en los municipios donde más aumenta la abstención es donde mejor aguanta el voto al PSOE, y donde se incrementa la participación, donde el PSOE empeora sus resultados (el gráfico muestra sólo los municipios de más de 20.000 habitantes; la correlación no cambia al incluir a los más pequeños).
Aumento en la participación y cambio en el voto al PSOE (2011-2015)
Es perfectamente posible que no todos los abstencionistas sean iguales, es decir, que los abstencionistas que se movilizaron el 20D sean muy diferentes de los potencialmente movilizables por el PSOE. Pero a la vista de los datos que tenemos y de las (altas) cifras de participación observadas, a uno se le hace difícil creer en la existencia de una enorme balsa de abstencionistas afines al PSOE capaces de alterar en el corto plazo la correlación de fuerzas actual.
3. “El PSOE pierde votos tanto hacia la izquierda como hacia la derecha”
Es bien sabido que buena parte del ascenso de Podemos se nutre de antiguos votantes socialistas. Sin embargo, mucho se ha debatido sobre la supuesta fuga de votantes socialistas también hacia Ciudadanos. En alguna de las encuestas que otorgaban resultados más favorables al partido de Albert Rivera se mencionaba explícitamente a este trasvase como una de las causas del espectacular aumento de la intención de voto hacia este partido. Hay que recordar, sin embargo, que incluso en las estimaciones más generosas hacia Ciudadanos (en algunas encuestas se les colocaba en una posición de empate técnico con PSOE y PP), las pérdidas que el PSOE sufría hacia la Ciudadanos seguían siendo menores que las pérdidas hacia Podemos. En la preelectoral del CIS, por cada dos exvotantes socialistas que se iban a Ciudadanos había tres que se iban a Podemos y aliados. Con toda seguridad la desproporción final entre unos y otros el 20D fue mucho mayor, toda vez que Ciudadanos acabó sacando cinco puntos menos de los anticipados por el CIS, y Podemos y sus aliados cinco más.
Otra forma indirecta de ver hacia dónde van los antiguos votantes socialistas es analizar las correlaciones, de nuevo a nivel municipal, entre pérdidas del PSOE y ganancias de Podemos y Ciudadanos. Aunque no debemos dejar de perder de vista el posible problema de inferencia ecológica (correlaciones a nivel agregado no necesariamente implican correlaciones a nivel individual), los gráficos son ilustrativos: las pérdidas del PSOE están muy fuertemente asociadas a porcentajes altos de voto para Podemos, y nada relacionados con el voto a Ciudadanos. Podría ser que los lugares donde hay transferencias de socialistas hacia Ciudadanos son lugares donde a la vez Ciudadanos logra atraer menos votantes de otras partes del espectro político (eso explicaría la ausencia de correlación en el gráfico), pero esta posibilidad parece bastante rocambolesca. Lo más probable es, sencillamente, que las transferencias de PSOE hacia Ciudadanos hayan sido en realidad muy limitadas.
Cambio en el voto al PSOE 2011-2015 y voto a Podemos y Ciudadanos el 20D.
4. “El PSOE resiste en el Sur”.
El PSOE obtuvo el 20D sus mejores resultados en Andalucía y Extremadura. Esto no es ninguna novedad. Sin embargo, una de las lecturas que se ha venido imponiendo desde la misma noche electoral es que el 20D agudizó el sesgo territorial del voto socialista. ¿Es en realidad así? Todo depende con qué fecha comparemos el resultado el 20D. Respecto a 2011, la caída del PSOE en Andalucía es muy parecida a la sufrida a nivel nacional (5 puntos), y es en Extremadura donde el PSOE apenas cae (1 punto, sólo es más pequeña la caída en Murcia, aunque con un nivel de apoyo mucho más bajo). Pero si nos fijamos en la evolución desde las autonómicas de primavera de 2015, el nivel de apoyo del PSOE en estas dos comunidades autónomas de hecho cae más que en el resto: 6,5 puntos en Extremadura, y 4 en Andalucía, superiores a la caída media de las observadas en resto de comunidades que celebraron elecciones autonómicas en primavera. Esto seguramente refleje sólo el “excepcional” buen resultado de las candidaturas autonómicas del PSOE en Andalucía y, sobre todo, en Extremadura, unidas a una cierta incapacidad de traducir este éxito autonómico en apoyo al PSOE a nivel nacional. En todo caso, la interpretación de que el Sur es inmune al deterioro del nivel de apoyos del PSOE no parece encontrar acomodo fácil en los datos.
Así pues, no tenemos evidencia de que el declive del PSOE en las elecciones del 20D esté relacionado con el acceso al poder de las candidaturas municipalistas apoyadas por Podemos, ni de que la abstención haya sido el principal problema del PSOE. Tampoco parece que el PSOE pierda votos en magnitudes similares hacia la izquierda que hacia la derecha (son muchos más los primeros que los segundos), y no es cierto que el PSOE del Sur sea inmune a la pérdida de apoyos que el partido experimenta en todo el país.
Sobre las implicaciones de todos estos “no hallazgos” para la estrategia del partido hablaremos otro día.
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