Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
¿Cómo se materializará el malestar social en las próximas elecciones al Parlamento Europeo en el conjunto de la Unión? En España, a un mes y medio de la cita con las urnas, los sondeos reflejan un estado de ánimo electoral marcado por la abstención activa, un ajustado pulso entre dos grandes partidos con aire de púgiles noqueados, y la búsqueda de opciones políticas que se alejan del “establishment”. Saque un voto más el PP o el PSOE, ¿podrán seguir actuando ambos como si no existiera un preocupante y creciente déficit político?
“Esta vez es diferente” es el mensaje que el Parlamento Europeo quiere transmitir para fomentar el interés de los ciudadanos en las próximas elecciones europeas. Diferente porque, según esgrime la propia Eurocámara, esta institución ha visto incrementado su poder desde 2009. Y porque, por primera vez, los gobiernos de la Unión Europea tendrán que tener en cuenta los resultados de estos comicios para proponer un candidato para presidir la Comisión Europea. Convencer, así, a los votantes de que su voto será (esta vez) más influyente que nunca es el principal objetivo para evitar que la abstención sea (o vuelva a ser) uno de los grandes titulares que condensen los resultados de los próximos comicios europeos.
La participación de los ciudadanos europeos ha descendido progresivamente desde las primeras hasta las últimas elecciones celebradas al Parlamento europeo (gráfico 1). Desde 1999, además, el porcentaje de participación media en el conjunto de los Estados miembros ha sido inferior al 50%, registrándose en los últimos comicios de 2009 un mínimo histórico (43%). El comportamiento de los ciudadanos españoles sigue, desde 2004, una pauta similar en lo que a apatía electoral se refiere. En las dos últimas convocatorias europeas, el porcentaje de los electores que acudieron a las urnas fue inferior al de los que se abstuvieron, batiéndose también en 2009 un récord de abstención (55,1%). Una abstención que no parecía estar motivada por la percepción de la falta de relevancia de la Unión Europea, puesto que, de acuerdo con la encuesta preelectoral de 2009 del CIS, más del 70% de los ciudadanos consideraban, entonces, que las decisiones tomadas en el seno de la Unión Europea y por el Parlamento Europeo, en concreto, afectaban mucho o bastante a la vida de los españoles.
Gráfico1. Porcentaje de participación registrada en las elecciones celebradas al Parlamento Europeo (1979-2009). Fuente: Parlamento Europeo
Nota: EUR 1979: UE- 9 miembros (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Bélgica, País Bajos, Luxemburgo, Dinamarca e Irlanda). EUR 1984: UE-10 (Los 9 Estados miembros + Grecia en 1981). EUR 1989: UE- 12 (Los 10 Estados miembros + España y Portugal en 1986). EUR 1994: UE- 12. EUR 1999: UE- 15 (Los 12 Estados miembros + Austria, Suecia y Finlandia en 1995). EUR 2004: EU-25 (Los 15 Estados miembros + Polonia, Hungría, Eslovenia, Eslovaquia, República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Chipre y Malta en 2004). EUR 2009: UE-27 (Los 25 Estados miembros + Bulgaria y Rumanía en 2007). En las elecciones europeas de 2014, la Unión Europea está compuesta por 28 Estados miembros (27+ Croacia en 2013).
A la expresión de la abstención como desinterés de los ciudadanos europeos por unas instituciones comunitarias que consideran lejanas, se puede unir en esta ocasión, su utilización como reflejo del malestar social. Pues, evidentemente, el factor diferencial de estas próximas elecciones es el contexto en el que éstas tendrán lugar. Un contexto marcado por la pérdida de entusiasmo ciudadano por el proyecto que representa la Unión Europea y la división entre países acreedores y deudores, como consecuencia de la crisis y de la política económica aplicada por Bruselas. Cómo se materializará ese malestar, en el conjunto de la Unión Europea y en los Estados miembros, es la gran pregunta que planea sobre estos comicios.
Desde hace meses, se “teme” que, de los resultados de los próximos comicios europeos, salga un Europarlamento con mayor presencia de las fuerzas políticas euroescépticas y populistas. Los últimos sondeos publicados por el Parlamento Europeo apuntan a un reñido pulso entre el Partido Popular Europeo y el Grupo Socialista. Respecto a los comicios de 2009, los populares europeos cotizan a la baja. No obstante, a un mes y medio de las elecciones, están por delante de los socialistas (cuadro 1). Ambos grupos seguirían teniendo un peso mayoritario (con más del 50% de los escaños) en la Eurocámara. Pero lo llamativo es el crecimiento potencial de “otros partidos” y de las fuerzas políticas no adscritas a ningún grupo. La instantánea demoscópica que arrojan ahora los sondeos apunta a que la opción de “otros partidos” sería la tercera fuerza política en número de escaños, desplazando al cuarto puesto al grupo de los liberales. De esta forma, el malestar político de los ciudadanos europeos parece estar traduciéndose en la búsqueda de alternativas políticas no tradicionales o menos convencionales.
Bien es cierto que, tras esta panorámica demoscópica general, puede haber significativas variaciones en el comportamiento de los electores en los diferentes Estados miembros, en función del cuáles sean las claves políticas en cada país.
¿Qué podrá ocurrir el próximo 25 de mayo, cuando se celebren las elecciones europeas en España? Como señalaba Ignacio Urquizu en el post Qué nos anticiparan las elecciones europeas, nos encontramos, en términos de opinión pública, ante una situación desconocida o inédita. El descontento político nunca ha sido tan elevado como ahora, reflejado en todos los indicadores: insatisfacción con el funcionamiento de la democracia, desaprobación de las principales instituciones políticas, mínimos niveles de apoyo a los dos grandes partidos o la opción de la “abstención” como principal preferencia electoral de los ciudadanos.
En las actitudes que muestra la ciudadanía hacia Europa también nos encontramos con una situación novedosa. Y es que, tal y como apuntaba Ignacio Jurado , “en los últimos años hemos pasado de ser uno de los países más fervorosamente europeístas a tener una opinión más tibia, cuando no negativa, de la Unión Europea”. A pesar de que en España no ha cuajado, como sí lo está haciendo en otros países europeos, el eurescepticismo o, incluso, la eurofobia, es innegable que el europeísmo de la sociedad española se ha visto resentido. De acuerdo con una encuesta realizada por Metroscopia para El País, si en la antesala de las elecciones europeas de 2009, el 80% de españoles consideraba que formar parte de la Unión Europea había sido beneficioso para España, ahora, en la antesala de las elecciones europeas del 25 de mayo, los que lo creen así han descendido al 65%. Asimismo, el 60% de los españoles cree que España tiene menos peso en la Unión Europea, del que le corresponde.
En este contexto, ¿cómo se podría traducir el malestar de los ciudadanos españoles en los próximos comicios europeos? Los sondeos que se han dado a conocer, en los medios de comunicación, en los dos últimos meses reflejan un estado de ánimo electoral marcado por tres elementos. En primer lugar, parece que la abstención podría ser la principal fuente de canalización del descontento social. En la última encuesta publicada en El País sobre las elecciones europeas se estimaba que la participación podría situarse por debajo del 40%. Se trataría de una abstención activa. Una abstención que, como calificó recientemente José María Ridao, a propósito del bajo nivel de participación registrado en las elecciones locales celebradas en Francia, no procedería de la “indiferencia, sino del resentimiento”.
En segundo lugar, tras un pulso que parece ajustado entre los dos grandes partidos (en unas encuestas el PP aparece por delante del PSOE y en otras es al revés, pero en ambos caso a poca distancia), los votantes parecen darles la espalda a ambos. Tanto los populares, como los socialistas, sufrirían una acusada pérdida de apoyos respecto a los resultados que obtuvieron en los comicios de 2009 (cuadro 2). En el caso del PSOE se constataría, además, que sigue en un estado de “coma demoscópico”, pues, por el momento, en todas las encuestas se estima que su nivel de apoyos sería similar al que obtuvo en las elecciones generales de 2011 (en las que sufrió una auténtica debacle electoral).
Y, en tercer lugar, y al igual que lo que ocurre en otros países europeos, los votantes españoles también parecen buscar refugio en otras opciones políticas que se alejen del “establishment”. Podría haber una mayor fragmentación del voto de la que, entre otros partidos, se beneficiarían Izquierda Unida y UPyD. Se estima que Ciutadans podría conseguir un escaño en el Parlamento Europeo, de la misma forma que UPyD lo consiguió en los comicios de 2009.
Cuadro 2.España: resultados de las elecciones europeas de 2009 y estimación para laselecciones europeas de 2014.
Fuente: Ministerio del Interior y prensa (sondeos).*CiU+PNV+CC (entre otros). ** 2009: Europa de los Pueblos-Verdes: ERC,BNG, Aralar, Los Verdes. En 2014: Los Pueblos deciden: BNG+Bildu (entre otros). *** ERC. ****Equo: 1-2 y Vox:1
Estos tres elementos coinciden, por otra parte, con los resultados que arrojan los sondeos sobre las elecciones generales. Algo que hace pensar que estos comicios pueden reflejar fielmente el estado de ánimo de la ciudadanía, sin que quepa atribuir un comportamiento electoral diferente por tratarse de comicios europeos (considerados de segundo orden por la ciudadanía y propicios para el voto de castigo).
Oficialmente la campaña electoral no ha empezado y no se puede descartar que tenga un cierto impacto en los electores; por ejemplo, fomentando la movilización. Pero en este caso, los sondeos reflejan que algunas tendencias están muy consolidadas, lo que no hace pensar que, de aquí al día de las elecciones, se vaya a producir un vuelco respecto al panorama demoscópico actual.
Tampoco parece que haya mucho margen para la sorpresa en lo que a las estrategias políticas de los principales partidos se refiere. Estos próximos comicios son una importante prueba para tomar el pulso político, ya que son los primeros que se celebran en todo el territorio nacional desde que, en noviembre de 2011, el Partido Popular ganara las elecciones generales. Populares y socialistas parecen embarcados en una carrera en la que el único objetivo es sacar un voto más que el otro.
Al PP le basta con ganar al PSOE para poder magnificar su victoria y presentarla como un aval de la sociedad española a su gestión económica y política. A nivel interno también le serviría a Rajoy para reforzar su liderazgo e imagen como estratega político dentro del PP, pues ahora las dudas que generan su decisión de retrasar la designación del candidato a encabezar la lista electoral de su partido se convertirían seguramente en elogios si los populares ganasen las elecciones. Por otro lado, perder por poco margen de diferencia respecto al PSOE tampoco sería catastrófico para los populares, aunque podría tener un impacto negativo en el liderazgo interno de Rajoy, ya que algunas voces críticas podrían atribuir la derrota a su estrategia de haber apurado al máximo los plazos para designar al candidato. En las elecciones de 2009, el PSOE, entonces en el gobierno, obtuvo un escaño menos que el PP y no se impuso una lectura en clave de voto de castigo. Únicamente una severa derrota del PP frente al PSOE, por ahora poco probable a la luz de los sondeos, podría tener consecuencias para el gobierno de Rajoy, ya que podría verse forzado a hacer una profunda remodelación de su ejecutivo para recuperar impulso político.
Al PSOE, en cambio, sólo le vale un resultado: ganar al PP como sea, aunque lo haga logrando un apoyo mínimo de los ciudadanos. Como ganadores, los socialistas, y recurriendo a la “evidencia” de que, hasta ahora, el partido que ha ganado unas elecciones europeas, ha ganado las elecciones generales celebradas posteriormente (cuadro 3), podrían “vender” el mensaje del inicio de un cambio del ciclo político (que habría empezado con la cita europea y continuaría en las elecciones autonómicas y locales de mayo de 2015, para terminar en las generales). Sólo aparecer como el partido más votado puede salvar a la actual dirección socialista de evitar que se vuelva a poner en cuestión la necesidad de hacer una renovación de líderes. Más aún cuando la candidata que ha elegido el PSOE como cabeza de cartel es la número dos del partido. De este modo, tanto por su situación interna, como por el acusado desgaste que ha sufrido el PP en el gobierno, los socialistas parecen jugarse más en estos comicios que los populares. Una derrota del PSOE el 25 de mayo podría servir para abrir oficiosamente la carrera de las primarias socialistas previstas para noviembre, acrecentando la percepción de interinidad en este partido.
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EUR
JUN
1989
GEN
OCT
1989
EUR
JUN
1994
GEN
MAR
1996
EUR
JUN
1999
GEN
MAR
2000
EUR
JUN
2004
GEN
MAR
2008
EUR
JUN
2009
GEN
NOV
2011
Partido más votado
PSOE
PSOE
PP
PP
PP
PP
PSOE
PSOE
PP
PP
Ventaja en % de voto sobre el segundo partido más votado
Cuadro 3.Partido más votado en las elecciones europeas y en las elecciones generales celebradas posteriormente. Fuente: Ministerio del Interior
Por su parte, los partidos catalanes aprovecharán los comicios europeos para medir sus fuerzas. Si los partidos que abanderan la consulta independentista, entre ellos el partido gobernante en Cataluña, ven aumentados sus apoyos electorales, estos comicios pueden ser utilizados para elevar, a corto plazo, la presión sobre España y la Unión Europea para permitir la celebración de esta consulta.
En todo caso, y en función de los resultados alcanzados por los principales partidos, podríamos asistir, la noche electoral y los días posteriores, a la exhibición de todo tipo interpretaciones “complacientes”. Pero esta vez los “tradicionales” argumentos que podrían utilizar los principales partidos para potenciar o, en su caso, minimizar sus resultados, podrían resultar contraproducentes. Si la instantánea demoscópica que arrojan hoy los sondeos continúa siendo la misma y se confirma en las urnas, ¿podrán los principales partidos políticos seguir actuando como si no pasara nada?; ¿cómo interpretar la abstención?; ¿y la pérdida de apoyos?; ¿el PP podría seguir erigiéndose en portavoz de la mayoría social?; y después de más de dos años en la oposición, ¿el PSOE podría seguir “negando” el problema de desconexión con su electorado?
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