Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
Con un sistema de votación tan complejo, y a la espera de que se publiquen resultados desglosados por parte de Podemos, es posible analizar la victoria de la tendencia de Pablo Iglesias en las votaciones internas desde varios ángulos. No todos son igualmente reveladores. La cuestión es que el resultado más repetido en las primeras horas después de publicados los datos, basado en el cómputo total de puntos de todas las listas, podría estar magnificando la diferencia entre las dos corrientes. Se habla de un reparto porcentual de 50,7 frente a 33,7, lo que implica una ratio de ventaja de 1,5, o del 50%. Sin embargo, comparando los votos de segundos y terceros de lista, parece más bien que la ratio de ventaja entre las tendencias puede estar entre el 1,3 y el 1,2 (o incluso algo menos), lo que daría lugar a un reparto más igualado. Suponiendo que los Anticapitalistas tuvieran el 9%, y eso es solo una suposición, los márgenes de las tendencias podrían encontrarse en el entorno del 51,5% frente a 39,5%, como mucho; y 49,3% frente a 41,7% como poco. Es una victoria clara, pero también muestra un corte más cercano a la mitad del partido. Doy los detalles para su discusión.
Cada votante en el proceso de participación de Podemos podía repartir hasta 3.069 puntos entre 62 candidatos, con un máximo de 80 para el primero y un mínimo de 19 para el sexagésimo segundo de su lista. Los 155.190 votantes (válidos) de Vistalegre II podían repartir casi quinientos millones de puntos (476.278.110). Se han repartido el 57% de ellos (272.509.298), indicando que muchos votantes no han agotado sus opciones, y han confeccionado listas con menos de 62 candidatos. El votante promedio, de hecho, marcó entre 24 y 25 nombres en su papeleta (medio es medio, unos marcarían 62 y otros solo 2). Son cosas del endiablado sistema de participación que se propuso.
Sumando los puntos obtenidos por todos los de cada lista no creo que se recoja la división más relevante. No quiero hacer hipótesis precipitadas, pero dado que se distribuyen puntos y no votos, hay muchas formas de llegar a un mismo resultado a partir de una distribución de apoyos bastante distinta (apoyos contabilizados como si hubiera una persona por voto).
Tabla 1
Tampoco es muy ilustrativo el recuento de puntos individuales, aunque ayuda a visualizar que las diferencias entre equipos tal vez no sean abismales.
Tabla 2
Esta mañana la página web de Podemos incluía una cifra que llama “porcentaje de puntos” junto a los electos, pero que no es sino el porcentaje calculado a partir del número que resulta de dividir sus puntos entre 80; es decir, el número de papeletas que contendrían ese nombre, expresado como fracción del número de votos válidos, si ese nombre fuera siempre el primero de las papeleta. Ese sería el porcentaje máximo de votantes que habrían podido poner a cada candidato en primera posición dado el número total de puntos obtenidos por cada uno de los candidatos. Obviamente sus puntos no proceden solo de aquellas papeletas en las que aparecían en primera posición, sino de múltiples combinaciones de diferentes posiciones. Pero esta tabla nos permite una comparación de la cantidad de apoyos recibidos por cada uno sobre una misma métrica. (Es de lamentar que esto no esté explicado, de momento, en la información ofrecida por Podemos en su página web.)
Tabla 3
Como cálculo del total de votos, lo anterior es verosímil para Pablo Iglesias, que es posible que casi siempre haya sido el primero de quienes le han votado. Se podría afinar la aproximación para otros candidatos, mientras no tengamos los votos, suponiendo que algunos de estos nombres estarán casi siempre en las posiciones segundas y terceras (y tendrán, por tanto, menos puntos por cada voto).
Tabla 4
La anterior distribución de votos es hipotética, pero no puede estar muy lejos de la realidad.
Contra estos números es posible esgrimir que la distribución de apoyos para el documento político, que se cuenta en votos y no en los dichosos puntos, da una respuesta más cabal de la pregunta que nos estamos haciendo. Esto nos llevaría a pensar en que la ventaja de la tendencia ganadora con respecto a la de Errejón es de 1,66 a 1 (es un 66% mayor), incluso mayor que la que se cuenta en los puntos totales a las listas.
Tabla 5
Sin embargo, el voto al documento político puede tener arrastre del líder, y tal vez no mida bien la diferencia en el apoyo subyacente a las tendencias. Hay bastante consenso entre los observadores a la hora de afirmar que el debate de posiciones políticas no ha sido excesivamente relevante, dado el vínculo que el secretario general ha establecido entre los documentos y su persona, en un debate ya muy fuertemente centrado en las personas.
En mi opinión, las comparaciones entre segundos y terceros puestos nos dan una idea más moderada de la distancia entre grupos. Si comparamos los resultados de Pablo Echenique con los de Rita Maestre la ratio se encuentra entre 1,32 y 1,29, dependiendo de cuántos supongamos que votaron por Maestre de número 2 y cuántos lo hicieron como número 3, que debieron ser muchos. Si comparamos los votos de Irene Montero con Rita Maestre obtenemos una ventaja de 1,18 para la tendencia ganadora (suponiendo que ambas fueran votadas como número 3, podría ser algo más alta pero no más del 1,19, si Maestre tuvo muchos segundos votos).
Tabla 6
Todo esto es discutible, pero parece una medida más razonable de la capacidad subyacente de las dos tendencias principales que el comparar los votos de los líderes (dado que muchos han votado por todos los líderes) o que comparar el voto de documentos que, al menos por lo que se refiere a las dos tendencias principales, no parecen haber orientado demasiado el proceso de decisión.
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Addenda 19h
Amables lectores me hacen notar que si se pasa el cursor por cierto gráfico en la página del partido, se puede, con paciencia, obtener los votos/posición para los candidatos electos. Usando como métrica los votos a las segundas candidatas y que han sido emitidos como segundos votos, lo que indica cierto voto “de bloque”, la fuerza relativa de las tendencias sería 52,7% para la de Pablo Iglesias 39,3% para la de Errejón y 8% para la Anti-capitalista. Esto no tiene en cuenta la popularidad global de las candidatas en el segundo puesto, de tenerse en cuenta todos los votos la distancia entre las tendencias de Iglesias y Errelón, medida a través de sus segundas en la lista, habría que estrecharla hasta 49,8, frente a 42,2.
Tabla 7
La tabla 7 muestra los votos en posición “modal” de cada candidato, que coincide con su posición en la lista (los votos que Errejón sacó de como primero de lista, los votos que Montero obtuvo como segunda de lista, los votos de Navarro como tercero...) Esto da una idea de la fuerza de arrastre de las listas y su orden.
Tabla 8
La tabla 8 compara las primeras y segundas posiciones. Evidentemente, la primera posición tiene mucho “ruido”, porque Errejón hacía oficialmente campaña para votar a Iglesias en primera posición, y porque, aunque no lo hubiera hecho, el líder en ejercicio atrae muchos votos de los no alienados. La segunda posición es un dato más fiable.
Tabla 9
La tabla 9 compara con detalle los resultados de Irene Montero y de Rita Maestre. Montero ganó claramente a Maestre como segunda, y tomaremos esa ventaja como un indicador de las tendencias. Las diferencias entre las listas en este punto son de 52,7 frente a 39,3. Pero debe tenerse en cuenta que la popularidad de Maestre es mayor de la que refleja el dato, ya que en otras posiciones (con menos puntos) la diferencia se estrecha y termina por invertirse. También están casi igualadas en cuanto a gente que prefirió votarles como primera de lista. Si tomamos la popularidad global, el total de votos/puntos la diferencia se estrecharía hasta 49,8, frente a 42,2.
Tabla 10
Por último, la tabla 10 nos recuerda que las mujeres en la lista de Errejón son más competitivas que los hombres. Si hubiéramos tomado un hombre como medidor de la popularidad de la tendencia, el resultado sería de una brecha mayor. Pero no es evidente en qué punto es más fiable.
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