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Alberto Garzón: “Las elecciones nos mandan un mensaje: hay que reconstruir IU”

Alberto Garzón, en el Congreso de los Diputados. / Marta Jara

Aitor Riveiro

Alberto Garzón (Logroño, 1985) recibe a eldiario.es en su despacho del Congreso de los Diputados, donde se le han acumulado cartas y paquetes tras dos intensas semanas de campaña electoral. Pese a que las elecciones fueron el pasado domingo, la actividad del candidato de IU a las generales no ha menguado. Mantiene reuniones, contactos con la prensa y se dispone a “reconstruir” su organización tras el batacazo del 24M: “Somos los patriotas de IU y queremos poner la organización a favor de un proceso de transformación social”.

Las lecciones de las municipales y autonómicas del domingo son evidentes para Garzón: “Hay que construir un proceso de unidad popular desde abajo para las generales”. En ese proyecto debe estar, en su opinión, todo aquel que quiera transformar la sociedad. Esto incluye a Podemos, a quien advierte: “Ha sacado de media un 14% en las autonómicas. Y con un 14% no se transforma la sociedad”.

¿Los resultados de IU el 24M han sido buenos?

No. Para hacer política hay que ser honestos y coherentes. Los resultados globalmente son malos. Es verdad que hay representación municipal incrementada si incluimos los lugares donde hemos ido en candidaturas de unidad popular, pero el resultado de las autonómicas nos manda un mensaje de que hay que reconstruir IU.

¿Reconstruirla cómo?

El camino es muy claro: la unidad popular. No solo para IU, sino para la mayoría social y para la gente, porque se ha puesto de relieve que ninguna fuerza en solitario puede transformar este país. Sin embargo, cuando las fuerzas populares, de la izquierda y de movimientos sociales nos ponemos de acuerdo, hay un reconocimiento por parte de la ciudadanía.

IU ha defendido siempre esa unidad popular y se ha definido como el catalizador de dicha unidad. ¿Ha perdido esa capacidad tras el 24M?

La unidad popular es un concepto muy amplio que incluye una pata electoral, que es la de los acuerdos para presentarse a las elecciones, pero también es la lucha social. Unidad popular son las mareas, parar desahucios, la PAH, las manifestaciones y las huelgas. Eso es unidad popular porque es transversal a las organizaciones políticas. Nadie pregunta al que está al lado qué carné tiene en el bolsillo a la hora de parar un desahucio o defender la sanidad pública. Eso es unidad popular.

IU ha formado parte de todos esos procesos, tanto los electorales como los no electorales. Pero la unidad popular no tiene un catalizador único. Y mucho menos un representante único. Sería profundamente deshonesto apropiarse por parte de cualquier sujeto de las candidaturas de unidad popular. Eso lo aprendimos del 15M. Yo estuve allí, defendí sus propuestas en televisión pero yo no era el portavoz del 15M.

La parte social es más difusa, pero la pata electoral es más cuantificable y se puede identificar cómo funcionan los distintos modelos de unidad que ha habido el 24M. ¿Qué conclusión saca de los resultados dispares del domingo?

Las candidaturas unitarias a veces se han desarrollado de forma plena y otras veces no. Los contextos, las circunstancias, las convicciones y los ritmos han variado. Y, por tanto, también han variado los resultados. Sí creo que este país nunca se había encontrado con resultados positivos en tantas ciudades grandes: Barcelona, Madrid, Zaragoza, Santiago, A Coruña. Y luego una serie de buenos resultados en Salamanca, Palencia o Burgos. Esto no ha pasado en las autonómicas. Han cambiado los sujetos, pero el mapa sigue siendo parecido.

¿A qué achaca esta dicotomía?

En las municipales ha habido una ruptura porque ha habido candidaturas de unidad popular construidas desde abajo, de forma participativa, con múltiples sujetos e indudablemente en algunos casos con el plus añadido de liderazgos icónicos. Pero en sitios donde los candidatos no eran tan conocidos se han logrado resultados espectaculares. La gente ha premiado de forma clara la unidad popular, por encima de cualquier fuerza. El caso de Madrid es paradigmático: Ahora Madrid ha logrado 500.000 votos y en la misma ciudad, Podemos ha logrado 280.000.

¿Y cuál es la conclusión?

De cara a las elecciones generales hay que construir un proceso de unidad popular desde abajo y de forma participativa, a imagen y semejanza de las mejores experiencias de estas municipales para poder transformar el país.

Menciona Madrid, quizá el lugar que mejor representa el batacazo de IU el 24M. El mismo domingo, la candidata de IUCM, Raquel López, le calificó a usted de “miserable”. ¿Cómo afronta usted la situación de IU en Madrid?

La política, además de coherente y honesta, ha de ser elegante. Cuando la política entra en insultos, deja de ser política. Yo no voy a entrar en ese lodo. Pero la situación de Madrid es grave porque llegamos a una situación compleja en la que teníamos compañeros y compañeras en dos listas al Ayuntamiento. Por eso IU no reconoció la candidatura de Raquel, porque no se atuvo al procedimiento.

La gente ha hablado con su voto y ha demostrado que en Madrid se han reconocido muy extraordinariamente las candidaturas de unidad popular. Estoy hablando de Getafe, Leganés, Alcorcón, Fuenlabrada, etcétera. Eso expresa que hay muchos compañeros y compañeras que se han perdido por el camino machacados por los aparatos: estoy pensando en Mauricio [Valiente, que ha concurrido con Ahora Madrid] o en Vanessa [Lillo, candidata en Getafe], ganadores de primarias que tuvieron que abandonar IU, pero no la militancia, y que han demostrado que con esa línea política han tenido extraordinarios resultados, que pueden mejorar con el proceso de construcción de unidad popular. Toda esa gente es necesaria en el proyecto de IU y lo que yo afronto ahora es la reconstrucción de la izquierda en todos los espacios para ponerla al servicio de un proyecto de unidad popular.

¿Esa reconstrucción pasa por desfederar a IUCM?

Eso son debates colectivos y de ámbito interno que todavía no se han afrontado ni lo voy a hacer yo a nivel personal. Lo que sí tenemos que tener muy presente es que nos jugamos las próximas generaciones, que no es una cuestión de preservar sillones ni concejales, sino de formar parte de una transformación social que impida que el neoliberalismo se consolide. Y eso en Madrid implica recuperar a toda la gente que se ha perdido y poner todos los mecanismos que formen parte del mismo proyecto del que forma parte el resto de IU federal.

Cayo Lara apoyó explícitamente la candidatura de Raquel López, pese a que la presidencia federal no la avalaba. ¿Tendría que tener alguna consecuencia esa decisión personal?

La posición de IU federal fue clarísima, nítida. Fue una resolución que está disponible para quien lo quiera ver que decía que la candidatura no era reconocida. Por tanto, los dirigentes hicimos muy bien en respetar esa decisión. Hubo apoyos por partes de dirigentes a ambas candidaturas [IUCM y Ahora Madrid] a título personal. Cualquier otra pregunta es para Cayo, no para mí.

Ayer fue el día de la reflexión de los resultados; hoy es el primer día para promover y construir la unidad popular de cara a las generales. Y ese sí que es mi papel, porque soy el candidato de IU a las generales; y no soy un candidato para poner la cara y ganar votos, sino para desarrollar un proyecto político y para poner todos los mecanismos en marcha para que funcione. Ahora solo me preocupa aprender las lecciones que nos ha dado la gente este domingo para poner en marcha de forma generosa y humilde un proceso de construcción participativa desde abajo para las generales.

¿Cuáles son las características de ese proceso de unidad popular? ¿Cuál es su propuesta?

Todo proceso de convergencia pasa por un marco programático que se debate colectivamente. Lo hemos visto en Ahora Madrid, Barcelona en Comú o Zaragoza en Común. La política, como decía Julio Anguita, debe basarse en “programa, programa, programa”.

Al margen de eso, lo que sí sabemos que no puede ser es una reunión de los dirigentes de las formaciones con representación para un reparto de espacios electorales. Tiene que ser un proceso absolutamente participativo y democrático para que sea la gente la que lo decida. Eso conducirá a primarias y otros mecanismos para la construcción de esa unidad popular. Esto es una idea: queda mucho tiempo para poder discutir estas cosas.

Lo que ha pasado en Galicia, Barcelona o Madrid deja un poco de lado las siglas de los partidos. Más allá de lo que usted opina, que ya lo ha dejado claro con anterioridad, ¿está dispuesta IU a prescindir de sus siglas para lograr la unidad popular?

Nosotros venimos de una de las tradiciones más hermosas y más coherentes de la política, que es la tradición comunista, socialista y republicana. Una tradición que nos llevó a Pepe Díaz, al Frente Popular. Yo soy miembro del PCE, que no se presenta desde 1986 con sus siglas a las elecciones. Pero forma parte del proyecto de IU, de la izquierda de este país y tiene plena autonomía y una independencia clarísima.

Lo que ha demostrado Madrid, Barcelona, Santiago o Coruña es que la gente de IU se vuelva en un proceso de candidatura de unidad popular; IU no desaparece, contribuye. Ese sentimiento es mayoritario, no generalizado. Y está en coherencia con los documentos aprobados en la X Asamblea, en la IX, pero en la primera también. El germen de IU es anteponer la necesidad de transformación social al carácter puramente material de una papeleta.

Pero hay resistencias importantes en dirigentes relevantes de la organización. ¿Son salvables?

Hay resistencias, sería deshonesto negarlas, pero son minoritarias y van a ser superadas. No creo que sean importantes. Primero, por la percepción que tengo de que la militancia sabe lo que quiere. Segundo, por la coherencia del proyecto político. Y tercero, porque nadie se presentó contra mí en las primarias. A mí me hubiera gustado vivir ese proceso para confrontar proyectos, pero no lo hubo. Nosotros estamos defendiendo el proyecto de IU, somos los patriotas de IU, que queremos poner la organización a favor de un proceso de transformación social.

¿Hacen falta cambios en IU para salvar esas resistencias y llegar a los procesos de confluencia de cara a las generales?

Hemos iniciado un proceso de renovación desde hace meses cuya representación más clara es mi candidatura a la presidencia del Gobierno. Parte del diagnóstico de que IU se quedó atrás en el tiempo histórico y eso había que corregirlo y yo soy candidato para eso: para que IU esté a la altura del momento histórico y político.

¿A quiénes lanza ese llamamiento de unidad popular, quiénes deberían estar representados?

Yo lo lanzo desde la humildad y desde la contribución que creemos que podemos hacer al proceso, como lo hemos demostrado en las ciudades donde hemos visto el éxito. Y se lo hago a toda la gente que quiera escuchar. Hablamos de fuerzas políticas ya organizadas, como Podemos, Equo y otras muchas, hasta los movimientos sociales, las asociaciones vecinales, los sindicatos que han sido combativos. Es decir, todos los sujetos interesados en un proceso de transformación social desde los valores y principios de la izquierda. Cuanta más gente participe, mejor, porque se trata de hacer un cambio en profundidad: no nos jugamos solo los diputados, nos jugamos todo.

¿Cree que Podemos dará el paso para entrar en una candidatura de unidad popular en la que, como decía antes, nadie es el catalizador?

Podemos es una fuerza que nació con un carácter netamente rupturista, que es lo que ilusionó a mucha gente, y que tuvo un resultado excepcional en las europeas gracias a ese carácter y a la invitación que se hizo al diálogo y al consenso entre todas las izquierdas. Lo que yo percibo cuando hablo con los círculos es que la gente de Podemos está dispuesta y quiere.

Podemos ha sacado de media un 14% en las autonómicas. Y con un 14% no se transforma la sociedad. En IU siempre he sido la parte crítica y siempre decía que IU no puede conformarse con el 5%, ni con el 10% ni con el 15%, porque nuestro objetivo es representar la mayoría social y transformar la sociedad; por eso creo que hay que ser más ambicioso. La suerte es que hemos dado con la clave en Madrid, en Barcelona y otras muchas ciudades.

Pablo [Iglesias] es un tipo al que tengo no solo aprecio personal sino mucho reconocimiento por sus habilidades políticas. Es inteligente y brillante. Creo que va a saber leer el momento. Yo lo aprendí de Yolanda Díaz [coordinadora de IU en Galicia], que está en esa línea. Pablo tuvo mucho que ver con ese proceso tan exitoso que fue Alternativa Galega de Esquerda y creo que va a tomar esas decisiones en su organización. Al menos lo espero como ciudadano preocupado porque el neoliberalismo no se consolide en este país.

¿Ha tenido algún contacto con él desde el domingo?

No. Nos cruzamos en 'Los desayunos de TVE', pero no dio tiempo a hablar. Cuando pase un tiempo nos reuniremos con todo el mundo para ayudar a construir esto. Esto no lo pilota nadie, sino la gente. Y es necesario mucho diálogo. Los procesos de unidad popular que hemos visto, como Ganemos Madrid, que ha sido luego Ahora Madrid, han requerido mucho, mucho diálogo, porque hay muchas cosas que matizar y diferencias. De lo que se trata es de ponerse de acuerdo en un programa de mínimos.

Con las generales, previstas para noviembre, se cierra un intenso ciclo electoral. ¿Se cierra la ventana de oportunidad para lograr ese cambio?

Cambio va a haber. Los economistas críticos sabemos que lo que está sobre la mesa es el agotamiento de un modelo de producción y consumo, que es el modelo capitalista, que se está reestructurando. Eso es lo que está haciendo el PP y lo que empezó el PSOE. Y eso suponen cambios brutales en la estructura social, en las leyes, en la Constitución, como hicieron en 2011. Va a suponer cambios sociales y medioambientales.

El problema es de qué carácter es ese cambio. Si va a estar dirigido por la derecha o por la izquierda. El verdadero reto es si se va a consolidar el neoliberalismo o se va a iniciar un proceso constituyente, económico y político, de una naturaleza diferente. El riesgo enorme es que se consolide una forma de vivir que es la de la precariedad permanente, la del ajuste estructural y la de los contratos basura. Si el PP y los dirigentes del PSOE que se pliegan a la 'troika' y sigue gobernando este país, el cambio nos llevará a un orden social lamentable.

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