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Greenpeace denuncia que Ángel Sanchís intentó comprar su apoyo para deforestar un bosque en Argentina

Cedros australianos clonados en las hectáreas primero deforestadas de La Moraleja, en Argentina

Juan Luis Sánchez

El 10 de abril de 2004, Ángel Sanchís visitó la sede de Greenpeace en Madrid. El extesorero del PP intentaba, según personas presentes en la reunión, obtener el apoyo de la organización ecologista para su proyecto de explotación forestal en la finca La Moraleja, una empresa en Argentina donde luego sería director general su amigo y sucesor en la tesorería popular, Luis Bárcenas, según aparece en la documentación de su banco en Suiza. Sanchis buscaba que Greenpeace diera con su aprobación pública un barniz de sostenibilidad al proyecto. Estuvo dispuesto a pagar por ello, según Greenpeace.

“En su visita, el Sr. Sanchís nos contó que disponía en esta región de Argentina de una finca de 30.000 hectáreas con grandes posibilidades”, explica en eldiario.es Miguel Ángel Soto, responsable de Bosques de Greenpeace España y presente en la reunión. En aquel encuentro, al que Sanchís acudió acompañado de otra persona, el extesorero del PP explicó que La Moraleja tenía pista de aterrizaje, que en sus proximidades pasaba la línea de ferrocarril, que se estaba construyendo un gasoducto expresamente para dar energía a su finca, que tenían cultivo de soja transgénica... “Mientras escuchábamos todo aquello nos preguntábamos ¿qué quería exactamente Ángel Sanchís de Greenpeace?”, dicen en la ONG.

La intención de Sanchís, según los presentes en la reunión, era que los ecologistas dieran su visto bueno a una explotación en concreto en La Moraleja que implicaba deforestar parte de un bosque autóctono de 12.000 hectáreas para convertirlo en un cultivo intensivo de árboles madereros de los que obtener rentabilidad económica. Sanchis intentó justificar el apoyo de Greenpeace con la promesa de contención de emisiones de dióxido de carbono y de “certificar estas nuevas plantaciones de árboles bajo sistemas de certificación forestal responsable”, según Miguel Ángel Soto.

Greenpeace se negó a dar apoyo a un proyecto que identificó claramente como contrario a sus principios. “Le dijimos que no íbamos a estar con un proyecto que incluyera el desmonte o la deforestación de bosque nativo”, explica Soto. En aquellos momentos, Greenpeace Argentina presionaba al Gobierno de Buenos Aires para proteger bosques precisamente de explotaciones como La Moraleja Sociedad Anónima. Fue entonces cuando, según Greenpeace, “el Sr. Sanchís disparó un último cartucho ofreciéndonos una gratificación, un donativo... a cambio de nuestro aval”, según Greenpeace. “Sonó a lo que sonó”, dice Soto.

Ante esta situación, “le dijimos obviamente que no. Le explicamos que Greenpeace no acepta donativos de empresas o personas relacionadas directamente con nuestras campañas”, asegura Soto. “De hecho, yo creo Sanchís no sabía dónde estaba, porque Greenpeace no suele dar su aval público para proyectos empresariales. No es nuestra línea de trabajo”, afirma Soto. Hasta ahí llegó la reunión.

¿Por qué la ONG no denunció públicamene entonces el supuesto comportamiento de Sanchis? “Nosotros no sabíamos quién era, nunca hizo referencia a sus relaciones políticas o personales, para nosotros parecía un empresario que no sabía muy bien dónde estaba. Lo que realmente nos preocupó fue que quisiera deforestar bosque en Argentina y alertamos a nuestros compañeros allí”, dice Soto. “Lo de la gratificación nos lo tomamos entonces como algo anecdótico. Es ahora, cuando sale a la luz quién es este señor y cuál ha sido su modus operandi durante años, cuando le damos el valor que tiene”.

Greenpeace consiera que este episodio demuestra “que la corrupción política no sólo es mala para la economía del planeta, lo es también para sus recursos naturales”. Con todo, Miguel Ángel Soto asegura que “ha sido la única vez que me ha ocurrido algo así” y que no he escuchado “nunca a ningún compañero decir que haya tenido propuestas como la que nos hizo Sanchís”.

Sanchís: “Es rotundamente falso y me querellaré”

eldiario.es se ha puesto en contacto con Ángel Sanchís para conocer su versión. “Es rotundamente falso que yo ofreciera una gratificación a cambio de nada a Greenpeace”, afirma “muy indignado”. Según explica el extesorero del PP, “es verdad que estuve en Greenpeace para obtener información, pero lo del dinero es absolutamente falso”. Sanchís, que según confirman ambas partes pidió la reunión como empresario y nunca se presentó como un exalto cargo político, aclara que “yo no necesito a Greenpeace para nada, no necesito su permiso ni su aval para nada”.

Cultivos intensivos de “maderas preciosas”

Han pasado nueve años y hoy La Moraleja es una inmensa explotación agrícola de 300 kilómetros de largo con al menos 5.900 hectáreas de bosque natural deforestado, según un informe del Defensor del Pueblo de Argentina, en una región, la de Salta, donde “el desarrollo agrícola” come terreno “incluso a zonas internacionalmente reconocidas como de alta biodiversidad”, dice esta institución. “Producimos maderas preciosas en cultivos intensivos, con plantas clonadas de las mejores especies adaptadas a nuestro microclima”, dice en su web La Moraleja. “En los próximos años completaremos el proyecto original de diez millones de árboles e instalaremos la industria para procesar la totalidad de nuestra madera”, anuncian. Al pie de su web hay dos logos: el de All Lemon, que certifica la calidad de los limones de exportación argentinos, y el de Maderas Nobles, una empresa de asesoría e instalación de cultivos forestales. No está el de Greenpeace.

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