Narbona: “El Consejo de Seguridad Nuclear no es la agencia de promoción de la energía nuclear”
La exministra de Medio Ambiente del Gobierno de Rodríguez Zapatero y exdiputada del Grupo Socialista, Cristina Narbona, acaba de tomar posesión del cargo de consejera del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Narbona, que nunca ha ocultado su rechazo a la energía nuclear, explica en la entrevista concedida a eldiario.es las razones que le han motivado a aceptar el cargo y analiza la situación de las nucleares en España.
¿No es paradójico que una ex ministra de Medio Ambiente, antinuclear como es usted, esté en el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)? ¿Qué le ha llevado a aceptar el cargo?
Precisamente mi preocupación, desde hace muchos años, sobre los riesgos de la energía nuclear. Porque el CSN es el órgano que tiene que garantizar la seguridad, no solo de las centrales, sino de todas las instalaciones radiactivas que hay en España, que son más de 33.000, además de los 8 reactores en operación. Cuando comparecí en las Cortes, desde los escaños del Grupo Popular dijeron que mis ideas antinucleares debían de ser “apartadas” al asumir esta responsabilidad. Yo creo que todo lo contrario. Entiendo que mi opinión sobre la energía nuclear y los riesgos asociados es una ventaja desde el punto de vista de la función que ahora me corresponde, que no es otra que la de velar para que se cumplan estrictamente los criterios de seguridad. El CSN no es la agencia de promoción de la energía nuclear, ni el Foro Nuclear. El CSN tiene como misión única, tal y como define su plan estratégico, garantizar la seguridad nuclear y radiológica.
¿Hacia dónde camina España con este Gobierno en materia de energía nuclear?
Antes de las elecciones de 2011, se hizo público un informe de FAES en el que se apostaba por la eliminación del apoyo a las energías renovables, y por la prolongación de la vida de las centrales nucleares. En todo caso, España debe elaborar una estrategia sobre energía y cambio climático en el horizonte 2050, consistente con la aprobada a nivel europeo; y lo ideal sería que esa estrategia fuera el resultado de un amplio consenso político y social. Ello resulta imprescindible para ofrecer a todo el sector energético una efectiva estabilidad regulatoria.
¿Y no le inquieta que se esté retrocediendo precisamente en la apuesta que hizo el Gobierno de Zapatero por las energías renovables?
Muchísimo. Las energías renovables están en un momento literalmente desastroso en España. Están destruyéndose miles de puestos de trabajo, se está yendo el capital extranjero, estamos perdiendo oportunidades para nuestras empresas fuera de España… Hay una auténtica debacle en un sector imprescindible, entre otras cosas para aumentar la independencia energética de España; sin ninguna duda, un elemento fundamental de la política energética de España. Es más que evidente que el sector de las energías renovables está viviendo el peor momento de su historia.
¿Qué va a pasar con Garoña? Usted siempre ha sido contraria a su continuidad…
Garoña tiene autorización solo hasta el 6 de julio de este año; el Consejo está trabajando con Nuclenor, de acuerdo con lo previsto, en la preparación del inicio de su desmantelamiento. La central ha parado y ha extraído todo el combustible del reactor, lo cual no significa que haya cesado su actividad. Eso solo sucederá cuando el Ministerio de Industria haya declarado oficialmente el cese de explotación, tras el preceptivo informe del CSN. Dicho esto, es evidente que hay un debate en el que el Gobierno afirma desear la continuidad de esta central, tras haberse paralizado su actividad, según la empresa titular, por el impacto económico de los nuevos impuestos. En el supuesto de que Nuclenor planteara su interés de ir más allá de julio de este año, ello significaría nuevas inversiones, extraordinariamente cuantiosas, para garantizar los niveles de seguridad exigidos como consecuencia de la catástrofe de Fukushima, y, en todo caso, requeriría una nueva autorización por parte del CSN, que, de acuerdo con la experiencia existente, supondría estar parada aproximadamente unos 2 años.
¿Estamos bien preparados ante un eventual riesgo de accidente?
Estamos mucho mejor preparados hoy, como consecuencia precisamente de la catástrofe de Fukushima que ha elevado en todo el mundo las exigencias de seguridad. Hay un plan de acción específico para cada una de las centrales nucleares en nuestro país. Se está produciendo un reforzamiento de las exigencias de seguridad en el marco de la Unión Europea. Hay, sin duda, un antes y un después de Fukushima. Y, desde luego, el CSN tiene un capital humano extraordinariamente preparado, cuyo criterio técnico es determinante.
¿Y no corremos el peligro de convertirnos en el vertedero de Europa con el cementerio de residuos de Cuenca?
Creo que ese riesgo no existirá. Las condiciones de utilización del cementerio nuclear tienen que ser supervisadas e impuestas desde el Consejo de Seguridad Nuclear y en ningún momento se está planteando que nos convirtamos en el vertedero de Europa. Se necesita la construcción de un Almacén Temporal Centralizado (ATC) porque las centrales están llegando a la utilización máxima de sus respectivas piscinas y ha habido, en su momento, una decisión en sede parlamentaria de optar por esa solución, pero pensando exclusivamente en los residuos de las centrales españolas.
¿Debería tomarse más en serio la comunidad internacional, y especialmente EE UU, las amenazas de Corea del Norte una vez que ha reactivado sus reactores nucleares?
Como consejera del CSN, no me corresponde opinar sobre cuestiones de esta naturaleza, pero como ciudadana confío en que se queden en eso, en amenazas. El riesgo de la energía nuclear para fines no pacíficos existe, y, en el caso de Corea del Norte, hay además un régimen político que desafía a la comunidad internacional. Como nuestro Gobierno ya ha señalado, esperemos que se resuelva la tensión desde la negociación diplomática.