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Cay Rademacher desentierra en una trilogía negra la Alemania de posguerra
El escritor y periodista alemán Cay Rademacher inicia con “El asesino entre los escombros” una trilogía de novela negra histórica en la que, como ya hiciera Philip Kerr, pretende “desempolvar” del olvido la poco conocida historia de la Alemania de posguerra de los años cuarenta.
En una entrevista concedida a Efe, Rademacher asegura que no es un caso más de historiador metido a novelista, sino que escribía desde niño y se sigue considerando periodista y “sólo novelista a tiempo parcial”.
Reconoce que su faceta como historiador le da las herramientas necesarias para investigar, para buscar la documentación que necesita para las novelas.
Escribiendo una artículo sobre el Hamburgo de la posguerra -su ciudad natal, aunque ahora vive en la Provenza francesa por su mujer- se topó con el caso, nada conocido, de un asesino en serie que nunca fue capturado.
A raíz del éxito que ha tenido en Alemania con más de 80.000 ejemplares venidos, el libro se convirtió en una serie con el trasfondo del Hamburgo de posguerra y el mismo personaje protagonista: el inspector jefe Frank Stave.
“El asesino entre los escombros” (Maeva) sitúa la trama en el territorio ocupado por los británicos y ofrece una única perspectiva: “la de la gente que perdió la guerra, sus casas, su familia y su propia identidad”.
“Hamburgo -dice Rademacher- fue un ejemplo paradigmático de esa época. Tras la guerra se puso el contador a cero y la gente tuvo que partir de la nada; años muy diferentes de los cincuenta, cuando comienza el milagro económico y la recuperación, pero los años anteriores no son muy conocidos”.
Atribuye el historiador alemán esa poca difusión de ese período de la inmediata posguerra a “una cuestión de vergüenza”, porque “a nadie le gusta recordar la miseria y lo pobres que eran y que se veían obligados a traficar en el mercado negro para poder comer”.
Y aunque también arrastraban la vergüenza por la Segunda Guerra Mundial, “eso no se puede olvidar tan fácilmente como ese período de los años cuarenta”.
En esos años, como recoge la trama de la novela “había muchos nazis que siguieron activos hasta bien entrados los años cincuenta”, si bien, insiste Rademacher, para él “lo más importante es ese sentimiento de pobreza, de miseria de los alemanes, que rompe con la idea de que en 1945 Alemania estaba en ruinas e inmediatamente emergió, y no fue así”.
Para crear al protagonista, Rademacher recurrió al “personaje paradigmático” del género, mezclado con parte de su historia familiar -“mis abuelos fueron evacuados en Dortmund a causa de los bombardeos”- y lo bautizó con el nombre de un inspector jefe que fue uno de los que investigó el caso, aunque “no tiene nada que ver” con su protagonista, que es “absolutamente de ficción”.
Sobre el pensamiento de Stave, su creador asegura que “siente una gran culpabilidad a pesar de que no fue miembro del partido nazi, culpable por haberse quedado de brazos cruzados, por no haber hecho nada cuando quemaban sinagogas en 1938 o por no haber hecho nada cuando su hijo se afilia al partido”.
Stave se culpa además por la muerte de su esposa en un bombardeo y “es significativo que no echa la culpa a los británicos, que fueron los que lanzaron las bombas en Hamburgo”.
El Bernie Günter de Philip Kerr es un espejo en el que Rademacher se mira, aunque también lee a Joseph Kanon y “puede que inconscientemente haya habido una transmisión”, y también hay una referencia innegable la literatura de los escombros, con Heinrich Böll y Günter Grass como referentes más claros, y a Wolfgang Borchert, “tanto en el estilo de prosa como en la temática”.
Sorprende la aparición en la novela de un fiscal judío que colabora en la investigación del asesino, “un ejemplo de los casos de judíos que regresaron a Alemania después de la guerra con la intención de reconstruir el país y perseguir a esos nazis de segunda fila a los que nadie había perseguido”.
“El asesino entre los escombros” ilustra asimismo la colaboración que hubo en la inmediata posguerra entre los alemanes y los británicos, que “ayudaron a instaurar rápidamente unos valores democráticos y de libertad, como pasó también en la zona de ocupación norteamericana”.
La trilogía, que ya se ha publicado completa en Alemania, transcurre en poco más de un año en la vida de aquella Alemania en ruinas, desde el invierno de 1946-47 hasta principios de 48 cuando se introduce el marco alemán, y en las tres repiten todos los personajes policiales.
En el futuro, Rademacher expresa su deseo de “por lo menos, seguir con la novela negra, pero no tan seguro con la histórica”. Jose Oliva.
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