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ETA quiere entregar su arsenal de armas pero el Gobierno no se lo facilita

Gonzalo Cortizo

ETA quiere entregar las armas pero no sabe cómo ni a quién. Según fuentes conocedoras del proceso, el entorno de la banda no puede avanzar hacia el desarme porque el Gobierno les ha negado cualquier interlocución. El mundo abertzale se encuentra en la disyuntiva de atender a las demandas de entrega de armas sin tener ninguna puerta a la que llamar para efectuar la cesión de su arsenal. “Los próximos meses son clave”, señalan las mismas fuentes que esperan del entorno de la banda movimientos en varias direcciones.

El escenario de pacificación se presenta complicado. El lehendakari Iñigo Urkullu ha impulsado la creación de la Secretaría General para la Paz y Convivencia. Desde este departamento, que depende directamente de la presidencia del Gobierno vasco, se ha impulsado la ponencia sobre paz y convivencia que pretende impulsar la normalización de la vida en Euskadi tras cinco décadas de conflicto terrorista. Las expectativas de éxito de este foro parecen minúsculas, sobre todo después de que los socialistas hayan decidido bajarse del barco y anunciar que no estarán en la reunión inicialmente prevista para este viernes en la Cámara de Vitoria.

En fuentes cercanas a la presidencia del Gobierno de Euskadi se interpreta que las posibles aspiraciones de Patxi López a la secretaría general del PSOE han frenado su colaboración para la búsqueda de una solución de convivencia que contemple la participación de todas las partes. Los socialistas vascos argumentan que las aspiraciones de Bildu durante la negociación les han apartado del proceso. La resolución definitiva del conflicto no parece una prioridad para los intereses de PP y PSOE en estos momentos.

Las encuestas del CIS sitúan al terrorismo como un problema menor en las preocupaciones de los ciudadanos. El Partido Popular, mientras tanto, se ha puesto de perfil ante las propuestas del Gobierno vasco ya que su margen de actuación es inexistente por la presión interna de sectores próximos a María San Gil y Carlos Iturgaiz, además de la postura férrea de la dirección nacional que prefiere no transitar la última etapa de resolución del conflicto.

El tratamiento de las víctimas es otro de los puntos de desencuentro entre los negociadores. El PNV apuesta por no mezclar víctimas pero no olvidar víctimas. Resulta complejo obtener consenso en torno a un reconocimiento del daño causado por parte de ETA al tiempo que se asume que se han producido vulneraciones de los derechos humanos en el otro bando.

En el entorno de la banda se ha asumido que el acceso a una aministía a cambio del desarme es un objetivo imposible que ya ni se persigue. Según fuentes próximas al proceso de paz, “con 20 o 30 acercamientos de presos hubiera bastado” para que los plazos se acelerasen, evitando la vía ciega en la que se encuentra el proceso.

ETA no tiene margen de maniobra pero asume, según las fuentes consultadas, que “o se mueven ellos o nadie lo hará”. El primer paso de cara al desarme pasa por la publicación, por parte de ETA, de un inventario de su arsenal así como la localización de sus zulos. Los que trabajan de cerca con todas las partes implicadas dan por seguro que la banda moverá esa ficha antes de Navidad. Sin embargo, los que han observado a lo largo de los años los movimientos de ETA han comprobado que todo ocurre, en ese mundo, mucho después del momento para el que esos movimientos han sido anunciados. Dicho de otro modo: ETA siempre llega tarde cada vez que pone en marcha pasos anunciados en el camino de la paz.

El mundo abertzale ha establecido ya contacto con gobiernos extranjeros para solicitar su colaboración en la operación de entrega de armas. La respuesta de los gobiernos ha sido positiva, según fuentes del Gobierno vasco, pero condicionada a que el Ejecutivo de Rajoy dé luz verde a la operación. Parece difícil que el Ministerio dirigido por Jorge Fernández Díaz construya las bases para que el desarme se produzca u ofrezca el beneplácito para que otro Gobierno auspicie la recepción del arsenal de la banda. Todo se encuentra en un complicado punto muerto.

Como complicación añadida se apunta la negativa del Gobierno central de asumir la intermediación de alguna institución internacional para labores de verificación. Con esos mimbres, resulta casi imposible la complicada mudanza de pistolas, explosivos y material diverso que ETA utilizó para el terror y que ahora quiere enterrar en el pasado.

El Ejecutivo vasco interpreta que ETA ha asumido que se encuentra en un “ahora o nunca”. A partir de primavera, con la celebración de las elecciones europeas, se inicia un tiempo político marcado por importantes citas electorales (autonómicas y municipales primero, y después generales). Con urnas a la vista nadie quiere arriesgarse en la solución a un problema que ya no es percibido como tal por los ciudadanos.

Para los próximos meses se esperan también movimientos desde el colectivo de presos de la banda. No se descarta que este entorno asuma el reconocimiento de la injusticia de la violencia de ETA, que atesora en su historia cerca de 850 asesinatos. A ese paso seguiría el de iniciar la vía para que los presos empiecen a intentar reclamar individualmente los beneficios penitenciarios a los que la banda ha renunciado hasta la fecha. Los presos de ETA dejarían, de este modo, de actuar en grupo a la hora de relacionarse con Instituciones Penitenciarias. Todo un avance, señalan quienes han observado el conflicto de cerca a lo largo de las últimas décadas.

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