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Josefina Samper, un hilo rojo que se pierde

Josefina Samper, en el homenaje a Marcelino Camacho, en Madrid el 30 de octubre de 2010..

Andrés Gil

Dicen que hay un hilo rojo de la historia que funde las diferentes luchas. Un hilo rojo que conecta el movimiento obrero con la Segunda República y la lucha antifranquista. Un hilo rojo que perdura porque hay personas que lo tejen: Josefina Samper era una de ellas.

Como Marcos Ana, el poeta, militante del PCE y preso político que más tiempo pasó en las cárceles franquistas, quien falleció en noviembre de 2016, Josefina Samper representa esa lucha de los militantes comunistas contra la dictadura, tanto en el campo político como en el sindical, con la fundación de Comisiones Obreras en 1962 y del Movimiento Democrático de Mujeres –organización creada en 1965 en su casa de Carabanchel para dar apoyo a los presos políticos y sus familiares, fue la principal organización de mujeres clandestina durante el franquismo, como recuerda Cristina Simó, actual presidenta del MDM–.

A menudo se le recuerda a Josefina Samper junto a su compañero de vida, el también militante y fundador de CC OO Marcelino Camacho. Haciendo guardias a las puertas de la cárcel de Carabanchel para poder verlo, y llevarle esas paellas que tanto le demandaban, aunque era consciente de que no le salían tan ricas como las magdalenas; o ese recordado jersey rojo burdeos con cremallera que ideó pero, en esta ocasión, tejió una camarada –Rocío Fernández– con máquina de coser.

 “Él cogía muchas faringitis”, ha recordado alguna vez Josefina Samper, “y quería llevarle un jersey que le cubriera el cuello pero que le sirviera también para cuando hiciera calor: por eso lo quería con cremallera”.

Aquel jersey se convirtió en un símbolo, en una época histórica –la dictadura franquista– en la que los símbolos servían para alimentar los ánimos de los que vivían y militaban frente a un régimen que aplicó la pena de muerte contra sus enemigos hasta el penúltimo suspiro del dictador.

Ya fallecido el dictador, Camacho fue diputado en las primeras elecciones de la reinstauración democrática, en 1977.

El jersey representaba la resistencia, la lucha, un legado que entregar a las siguientes generaciones; representaba las cárceles, la reivindicación de la amnistía. Un jersey que siempre conservó Marcelino Camacho y que volvió a ponerse en aquel congreso  de 1996 en las que sus Comisiones Obreras le despojaron de la presidencia de honor y, con ello, se impuso, simplificadamente, la tesis de “más lucha en los despachos y menos en la calle”.

Agustín Moreno fue alguno de los dirigentes de CCOO que compartía las posiciones sindicales y políticas de Camacho, que entonces fueron derrotadas. “De Josefina destacaría también”, informa Sofía Pérez, “su gran toma de tierra y espíritu crítico, incluido hacia su muy querido Marcelino, algo que ayudó mucho a éste. Destacaba su gran simpatía y lo divertida que era: mantenía siempre la alegría a pesar de los tiempos difíciles que la tocaron vivir. Generosa y hospitalaria, sus magdalenas eran exquisitas. Se nos van referentes fundamentales de la lucha antifranquista y de dignidad humana”.

Moreno también recuerda “con especial cariño cuando dieron a Marcelino el premio a la Coherencia en Guardo (Palencia), que fuimos los tres juntos y no paraba de contar anécdotas durante todo el camino, llenando de alegría el largo viaje”.

En aquel congreso estuvo Josefina, como siempre, y su nieta, testigo puño en alto de lo que estaba ocurriendo.

Marcelino Camacho murió en 2010, pero Josefina Samper no se dejó la militancia. Y en Majadahonda, después de haber abandonado Carabanchel –aquel piso no tenía ascensor y Camacho hacía tiempo que había dejado de ser inquilino de aquel penal cerrado–, siguió militando, y cerró las listas de IU en las municipales de 2015, recuerda Gonzalo Caro, compañero suyo de la localidad madrileña.

Meses después acompañó a Alberto Garzón en su campaña del 20D de 2015. Como ocurriera dos décadas antes con su nieta en aquel congreso de CCOO, Josefina Samper parecía ir transmitiendo “un legado y una herencia en otras luchas”, reflexiona el líder de IU: “El ejemplo de Marcos Ana firmando sus últimos libros a Pablo [Iglesias] y a mí, o ese gesto de Josefina en 2015. Vino a todos los actos que hicimos de campaña en Madrid, incluyendo el de la Latina en el que se desbordó el teatro”. Al comenzar aquel acto, Garzón bajó del escenario para abrazarla.

Josefina Samper y su generación “representan a los resistentes”, apunta Pablo Iglesias, secretario general de Podemos: “No eran muchos los que en España luchaban contra la dictadura. Son muchos más los que presumen de haber luchado respecto a los que realmente lucharon y mujeres como Josefina están en ese pequeño grupo de héroes y heroínas españoles”.

Una lucha que se transmite de generación en generación, como se hilo rojo que conecta una historia de batallas y que este martes ha perdido a una de sus grandes tejedoras.

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