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Mainer recupera a los literatos falangistas tras 40 años de semipenumbra
La literatura falangista, tan abundante en autores como en obras, ha pasado más de cuatro décadas en semipenumbra, de la que ahora sale gracias a quien fue su primer antólogo, el catedrático y crítico literario José Carlos Mainer.
El catedrático ha realizado una segunda edición corregida y ampliada de su obra “Falange y literatura” (RBA) que sale hoy a la venta.
Es cierto que en esa semipenumbra han penetrado en los últimos tiempos investigadores jóvenes, como Mónica y Pablo Carbajosa (“La corte literaria de José Antonio”, 2003) o el alemán Mechthild Albert (“Vanguardistas de camisa azul”, 2003), a los que Mainer cita y pondera en el prólogo de esta segunda edición.
Sin embargo, el valor de la obra de Mainer (Zaragoza, 1944) radica en haberse planteado ese estudio crítico en 1971, a una edad muy temprana y cuando el falangismo, al menos oficialmente, no había muerto sino que daba apariencia ideológica a un régimen, el de Francisco Franco (1936-1975), que ya caminaba de manera inexorable hacia el ocaso.
Como apuntó Mainer en un encuentro en Madrid con periodistas con motivo de la publicación de esta nueva versión de “Falange y literatura”, ahora se ha planteado algunos aspectos que en la edición de 1971 se trataban de un modo más “comprensivo” hacia los escritores analizados.
“El libro de 1971 exculpaba a los falangistas de la represión” llevada a cabo por el franquismo y, en cambio, cargaba las tintas en tal sentido “sobre sus otros compañeros de viaje”. Ahora -señala-, “este libro es más justo en ese aspecto” y trata de hallar un punto más justo de ecuanimidad, aunque, subraya: “Es posible que ahora, como antes, este libro sea impertinente.”
Mainer hizo hincapié en que, más que un análisis sociológico, ha intentado hacer “un análisis psicológico”, en el sentido de preguntarse y analizar el proceso que lleva a tomar el camino del fascismo a autores como Dionisio Ridruejo.
Además de Ridruejo y por encima de nombres como Luys Santa Marina, Rafael Sánchez Mazas o José María Alfaro, entre otros, Mainer coloca de manera muy singular -y en el contexto sociopolítico de su estudio- a Gonzalo Torrente Ballester o Ernesto Giménez Caballero, sin olvidar a Agustín de Foxá, quien por sus propias características se situaba un poco al margen de todos ellos.
Como dijo Mainer a Efe en una breve entrevista posterior al encuentro, con “Javier Mariño” Torrente escribe “la novela más fascista de todas” las que se publicaron de esa tendencia.
Este es un texto que, en buena medida es tributario de “Gilles”, del escritor fascista francés Pierre Drieu La Rochelle; una novela que tiene algo de místico, de iniciático, porque aborda “la búsqueda de la fe” por parte del personaje principal, pero no de una fe religiosa, “sino de la fe fascista”, subrayó.
Giménez Caballero, por su parte, es un personaje fundamental no solo del fascismo español sino de las vanguardias artísticas, en particular por su producción previa a la Guerra Civil, aunque su singular personalidad le hizo también perder el brillo que pudo tener en su momento.
En opinión de Mainer, “Giménez Caballero quiso serlo todo pero no le sale bien nada”. Quiso ser el Gabriele d'Annunzio del fascismo español, el gran compilador, esteta y guía del nuevo orden, “pero sin éxito”, si bien su obra “Arte y Estado” es “el mejor libro de estética fascista que se ha escrito”.
Por otro lado, Mainer quiso quitar a esta generación de escritores la aureola de “malditos” que en algún momento pudieron haber recibido por parte del propio franquismo.
A su juicio, aunque por lo general, tuvieron pocos lectores (incluso en los casos de autores bien conocidos como Foxá), no lo es menos que sus obras se publicaron con regularidad, pese a algunos encontronazos con la censura como los que tuvieron Rafael García Serrano, con “La fiel infantería”, o Torrente con “Javier Mariño”.
“Durante el franquismo estos autores no sufrieron ningún estigma (...). Incluso Luys Santa Marina, que calificaba el franquismo de 'estafa', vivió toda su vida de un sueldo del régimen de Franco, que se le pagaba por escribir en el periódico 'Solidaridad Nacional' de Barcelona, que, por cierto, no leía nadie”, recalcó Mainer.
Fernando Prieto Arellano