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Martínez-Maillo forma con Santamaría y Cospedal el nuevo triángulo del poder del Partido Popular

Fernando Martínez Maillo, Soraya Sáenz de Santamaría, Elvira Fernández. Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal.

Rodrigo Ponce de León

“Maillo lo está haciendo muy bien, a veces, demasiado bien”. Este comentario de un barón regional del Partido Popular resume el nuevo tablero de poder que se juega en la formación conservadora tras el Congreso Nacional y los cónclaves regionales del partido.

Hasta el momento la pugna interna por el control del partido se lidiaba entre la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y la ministra de Defensa y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. La entrada de Fernando Martínez-Maillo como vicesecretario general de Organización y la llegada de nuevos barones regionales han redefinido el campo de juego para trazar un triángulo cuyos vértices tratan de abrirse para conseguir mayor influencia en el partido.      

Cualquier pregunta sobre la sucesión de Rajoy enciende una alarma entre los dirigentes del Partido Popular que conduce a las manidas respuestas de lealtad y unión alrededor del líder. Sin embargo, cada parte mueve sus fichas, busca alianzas y trata de colocar a sus afines en diferentes cargos para el futuro. El reparto de carteras del actual Ejecutivo evidenció las exigencias del equilibrios de poder.     

Si la vicepresidenta jugaba con la fuerza que le otorga liderar el grupo de abogados del Estado que copan puestos de secretarios y subsecretarios de Estado en los diferentes ministerios, además de controlar el CNI, Cospedal trataba de equilibrar la balanza con su poder sobre la estructura del partido y su influencia entre los barones territoriales.

Frente a esta dualidad, emerge el vicesecretario general de Organización, Fernando Martínez-Maillo. El político castellanoleonés se consolida como el verdadero muñidor de la estructura organizativa del PP.

Su papel como negociador de las enmiendas donde impuso el sistema de doble vuelta para elegir a los barones regionales y provinciales o en la crisis de Murcia, donde ha llevado la dimisión del presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, además de la queja por la “escasa dedicación por sus variados cargos” a los problemas del partido de la secretaria general, según algunos presidentes regionales, refuerzan a Martínez-Maillo.

En esta nueva etapa, el PP ha puesto en marcha reuniones semanales de la cúpula con todos los secretarios de área para mejorar su coordinación y planificar más eficazmente su actividad, según informa Europa Press. Aunque la estrategia del partido se fija en el comité de dirección que preside cada lunes Rajoy, estas nuevas reuniones de los martes buscan implicar a toda la organización en la actividad que va a llevar a cabo el PP a corto y medio plazo, manteniendo informado a todo el equipo de Génova.

En estas reuniones Martínez-Maillo ganará más peso en la formación. En teoría las tendría que presidir Cospedal pero sus obligaciones como ministra y secretaria general del PP de Castilla La Mancha dejarán vía libre al vicesecretario general de Organización para coordinar y planificar a la estructura de dirección del PP.

Nuevo escenario territorial

Los congresos regionales que se han celebrado durante los últimos dos meses han contribuido también a configurar un nuevo escenario. Cospedal sigue manteniendo más influencia entre los barones, aunque ha perdido peso. Entre los cospedalistas están la presidenta del PP asturiano, Mercedes Fernández, una de sus principales defensoras;  la presidenta del PP de Madrid y una de las señaladas también como posible sucesora, Cristina Cifuentes, la presidenta del PP valenciano, Isabel Bonig, el presidente del PP de Cataluña, Xavier García Albiol, el presidente del PP de Aragón, Luis María Beamonte, el presidente del PP de Canarias, Asier Antona, y la presidenta del PP navarro, Ana Beltrán.  

Entre los sorayistas reconocidos siguen Juanma Moreno, presidente del PP andaluz, Alfonso Alonso, presidente del PP vasco, y queda la incógnita de qué ocurrirá con el presidente del PP murciano, Pedro Antonio Sánchez, hasta que no se diluciden sus asuntos judiciales.

Martínez-Maillo tiene seguro el apoyo del nuevo presidente del PP de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, con el que inició su carrera política en esta región, y debería tenerlo de María José Sáenz de Buruaga, que consiguió la presidencia del PP de Cantabria gracias al sistema de doble vuelta que puso en marcha Maillo.

Luego están los versos sueltos. El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, se mantiene como eterno sucesor. “Un día de Soraya y el otro de Cospedal o de las dos si hace falta, va a lo suyo”, según un diputado del PP.  El presidente del PP extremeño, José Antonio Monago, es difícilmente encasillable, aunque todavía resuena la bronca que tuvo con la secretaria general del partido cuando declaró que no se podía hacer más contra la corrupción.

Se abre una interrogación con la victoria inesperada en la presidencia del PP de la Rioja de José Ignacio Ceniceros frente a Cuca Gamarra, alcaldesa de Logroño y reconocida sorayista. Todavía se desconocen la filias del riojano.

El nombramiento de Martínez-Maillo por Rajoy, además de buscar a la persona adecuada que pusiera orden en el partido, se interpretó como la elección de un mediador entre Sáenz de Santamaría y Cospedal para reducir fricciones y el desgaste de la batalla interna. Ahora el nuevo tablero del poder en el PP se ha convertido en un triángulo.    

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