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Noruega conmemora el segundo aniversario del doble atentado de Breivik
Noruega conmemora este lunes el segundo aniversario de su peor tragedia desde la II Guerra Mundial, el doble atentado del fundamentalista cristiano y ultraderechista Anders Behring Breivik, en los que fueron asesinadas 77 personas, en su mayoría jóvenes.
La jornada, plagada de actos de homenaje a las víctimas, llega en un momento en el que, si bien una inmensa mayoría del país nórdico trata de pasar página y mirar hacia el futuro aferrados a sus convicciones, ciertos grupúsculos extremistas juegan a mantener la herida nacional abierta.
De lo primero son ejemplo las juventudes laboristas (AUF), que a principios de mes celebraron su campamento de verano -el encuentro en el que irrumpió Breivik y asesinó a tiros a 69 personas- en Gulsrud, a unos pocos kilómetros de la isla de Utøya, donde se cometió la masacre.
Tras la pausa del año pasado, en el que no se celebró el tradicional campamento, los jóvenes del Partido Laborista volvieron a reunirse durante cuatro días para debatir propuestas y estrategias de cara a las elecciones legislativas de septiembre.
“No hay verano para un miembro de AUF sin ir al campamento, por eso estoy orgulloso de haber recuperado el nuestro”, aseguró Eskil Pedersen en la inauguración del encuentro, en la que fue su única velada alusión a la matanza.
Este ansia por recuperar la normalidad fue pocos días después ultrajada, cuando la policía francesa detuvo a Kristian Vikernes, un ultraderechista noruego simpatizante de Breivik, ante la posibilidad de que estuviese preparando una “masacre”.
El sospechoso fue puesto en libertad dos días después -no se probó que tuviese objetivos o proyectos terroristas concretos-, aunque tendrá que responder ante la justicia por incitar al odio racial a través de internet.
La posibilidad de un nuevo atentado unido al nombre de Breivik volvió reabrir la herida que lucha por cerrar la sociedad noruega, que emocionó al mundo por su negativa a cambiar su modo de vida abierto, relajado y rabiosamente democrático tras la tragedia de julio de 2011.
El segundo aniversario del doble atentado comenzará a las 10.00 horas (8.00 GMT), con un acto de homenaje presido por el primer ministro, el laborista Jens Stoltenberg, en el distrito gubernamental de Oslo, donde estalló la bomba que mató a ocho personas.
Dos horas más tarde está previsto que se celebre en la catedral de la capital -junto a la que se extendió el improvisado “mar de flores” durante semanas en recuerdo de las víctimas- una misa en la que participarán, además de Stoltenberg, los príncipes herederos del país, Haakon y Mette-Marit.
Posteriormente los actos se trasladarán a la isla de Utøya, donde el fundamentalista cristiano y ultraderechista Breivik perpetró el grueso de su matanza, pues quería acabar con la próxima generación de políticos del partido laborista, el culpable a su juicio de la progresiva diversidad racial y cultural de Noruega.
La AUF celebrará un pequeño acto de homenaje a las 14.00 horas (12.00 GMT) frente a la isla y una hora más tarde, en la misma Utøya, tendrá lugar un acto institucional.
Mientras tanto, el autor de la peor masacre sufrida por Noruega desde la invasión nazi permanece en la cárcel, después de que un tribunal le condenase el pasado agosto a 21 años de prisión prorrogables de forma indefinida, la pena máxima y que puede equivaler a una cadena perpetua.
Breivik, que fue declarado responsable de sus actos, reconoció durante el juicio la crueldad de sus actos, pero nunca se consideró culpable.
Las últimas informaciones sobre Breivik que han trascendido -apenas se conoce nada de su estancia en la cárcel porque permanece incomunicado gran parte del día- confirman que la ideología del odio sigue firmemente anclada en su persona.
En junio, el asesino de 77 personas rechazó la herencia de su madre, fallecida en marzo, para evitar tener que pagar la indemnización millonaria a que fue condenado, y que iría a parar a las víctimas y al Estado, en manos del Partido Laborista.
El 22 de julio de 2011 Breivik hizo estallar a primera hora de la tarde una furgoneta bomba en el complejo gubernamental de Oslo, que causó la muerte a ocho personas.
A continuación se trasladó en coche a la isla de Utøya, al oeste de la capital, donde asesinó a tiros a 69 personas del campamento de la AUF, en su mayoría jóvenes.
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