Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

“Ni el PSOE ni el PP han querido llegar al fondo del tamayazo”

El periodista Felipe Serrano. / Marta Jara

Andrés Gil

Diez años del tamayazo. El 10 de junio se cumplen diez años de la traición de dos diputados regionales socialistas, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, que acabó con las posibilidades del Gobierno de coalición entre PSOE e IU que se estaba trenzando. No fue posible. Se repitieron las elecciones y Esperanza Aguirre logró una mayoría absoluta que ha prolongado hasta la fecha la égida 'popular' en Madrid. El tamayazo enterró las aspiraciones de un Gobierno de izquierdas y catapultó a Esperanza Aguirre. El periodista de la Cadena SER Felipe Serrano se sumerge en aquellos hechos en el libro El Tamayazo. Crónica de una traición (Catarata).

¿Qué pasó? ¿Cómo ocurrió?

Lo que me movía a indagar en este asunto era el interés periodístico. A pesar de que han transcurrido 10 años, el interés no ha decaído. La herida permanece abierta en lo político y también en el interés periodístico. Yo confío en que este décimo aniversario contribuya a mantener vivo el debate, pero seguiremos con dos posturas antagónicas, la del PP que sostiene que todo es un lío interno del PSOE, y la del PSOE, que sospecha que todo se debió a un entramado de intereses de todo tipo a cambio de una contraprestación económica, teoría que no se pudo investigar judicialmente ni tampoco lo ha podido demostrar el PSOE.

Pero no se ha podido demostrar que Tamayo y Sáez hayan recibido nada.

En ninguna de las maneras. Yo se lo pregunto a Esperanza Aguirre, Rafael Simancas y José Luis Balbás [líder de la corriente socialista Renovadores por la Base], que fue el supuesto autor intelectual de la espantada, según el PSOE. Balbás y Aguirre lo niegan, y dicen que nunca habrá pruebas porque no hubo nada de lo que sospecha y denuncia el PSOE. Los socialistas madrileños no pierden la esperanza de que se descubra lo que ocurrió, y están convencidos de que tal y como sucedió con el caso Gürtel y el caso Filesa, ocurrirá cuando alguien de muy dentro pueda tirar de la manta. Pero ha pasado demasiado tiempo como para que este asunto no se hubiera esclarecido del todo. Resulta muy llamativo comprobar que, de alguna forma, ni el PP ni el PSOE, al menos a las direcciones nacionales, no han estado demasiado interesadas en llegar hasta el fondo de la cuestión. Bien es cierto que hubo una sentencia del TSJM que desestimó la querella que había planteado el PSOE, pero dejó abierta la puerta para una ulterior investigación, y sin embargo eso nunca se llevó a efecto en la última etapa de José María Aznar, cuando el fiscal general del Estado era Jesús Cardenal. Y en el PSOE tampoco hubo interés. Como dice el propio Simancas en la entrevista que le hago en el libro, su secretario general [José Luis Rodríguez Zapatero] le había dicho que “políticamente no era extraordinariamente interesante hacer del tamayazo un asunto central, que no lo era ni para el PSOE ni para España, y era una forma de recordar la propia responsabilidad política del PSOE en el asunto”. Al final, ella sigue siendo auxiliar administrativo en el Hospital 12 de Octubre y él se ha tenido que marchar a vivir a Guinea.

Lo que sí se pudo aportar es un buen número de coincidencias de llamadas y reuniones entre gente próxima al PP y el entorno de Tamayo y Sáez.

La lista de indicios, casualidades y coincidencias debería tener un límite temporal. Pero aquí hay una confabulación de elementos que apuntan en un mismo sentido, pero no parece que todo ese cúmulo de indicios, coincidencias y casualidades fuera suficiente para alentar una investigación judicial, y tampoco el PSOE fue capaz de poner contra las cuerdas al PP en la comisión parlamentaria de investigación. No fue suficiente con todo eso. Ni entonces ni ahora se ha descubierto la pistola humeante que fuera la clave de aquel asunto. Desde el punto de vista judicial no hubo investigación, después de que se desestimara la querella que planteó el PSOE ,y tampoco desde el punto de vista político fue interesante cuando Zapatero entró en el Gobierno investigar el asunto por los motivos que fueran.

En el libro cuenta cómo el entonces ministro de Defensa llama a Simancas para avisarle de que tenía información, para luego desdecirse.

Es muy chocante. Los socialistas madrileños no pueden ocultar su decepción por que llamara Bono para anunciar algo y, al cabo de los días, llama Simancas y Bono dice algo así como “no he encontrado una actitud muy positiva y el asunto no tiene la dimensión que yo imaginaba”.

También apunta a un plan B en uno de los capítulos.

No es un plan B para hacer fracasar el Gobierno de Simancas propiamente dicho, sino para presionarle. En plena negociación entre IU y el PSOE, IU quería conseguir mayor cuota de poder, y cabe imaginar que el entonces diputado Jorge García Castaño recibió una llamada de José Antonio Moral Santín. Pero más para presionar a Simancas que un golpe civil paralelo al que se estaba orquestando. El PSOE a esta idea tampoco le ha dado demasiada relevancia. Este episodio lo sitúo en el contexto de que el funcionamiento de mesa camilla paralela a las instituciones; de cómo personas alejadas en lo ideológico, como los partidos, sindicatos y patronal, se ponen de acuerdo en la recalificación del Real Madrid, Caja Madrid, todos se ponen de acuerdo. Simancas tras las elecciones dice que quiere que el presidente de Caja Madrid sea alguien distinto a Miguel Blesa. Luego admite que fue un error anunciarlo, y Moral Santín, que era consejero de Caja Madrid, ha seguido manteniendo a Blesa en el cargo durante todos estos años.

¿Era un Gobierno que podía amenazar muchos intereses?

El PSOE hizo mucho hincapié en el asunto urbanístico, se quería cambiar la ley del suelo. Desde que Simancas aspira a ser presidente y sabe que puede serlo, recibe numerosas presiones de todo tipo. Había muchos intereses en juego, los financieros de Caja Madrid, los urbanísticos, los educativos por los concertados, los sanitarios por las fundaciones, los comerciales. Simancas recibe presiones para evitar que aplicara la política que había comprometido en su programa. Era un factor de riesgo para las enormes expectativas que se habían fraguado algunos.

Y, de repente, según cuenta, cuando llega José Luis Rodríguez Zapatero al Gobierno prefiere no revisarlo.

El PSOE tiene mala conciencia durante mucho tiempo por haber recibido el apoyo de los balbases, los renovadores por la base, presumen de haber sido decisivos en el triunfo de Zapatero y aspiran a ser la franquicia del zapaterismo en Madrid. De hecho, en el congreso de la FSM que hay unos meses después, Simancas no es el candidato de la dirección federal, sino José Antonio Díaz, que cuenta con el aval de José Blanco. Simancas lo derrota, pero como Zapatero le pide que integre, Simancas se pasa de integración e integra los Renovadores por la Base, por eso entran Tamayo y Sáez. No eran personas de su máxima confianza. Conocían cómo actuaban, pero no había ningún motivo jurídico y la explicación es el apoyo interno que tenían.

Esto acaba beneficiando a Esperanza Aguirre.

Lo que ocurre es que el tamayazo actúa de catapulta para Esperanza Aguirre. Si no hubiera existido el tamayazo nunca habría habido una segunda vuelta, así es como ocurrió. Cuando ocurre el tamayazo ni Simancas ni Esperanza Aguirre podían gobernar con la sombra del tamayazo, provoca unas nuevas elecciones y las gana Aguirre.

Durante la comisión de investigación parlamentaria aparece el secretario general del PP, Ricardo Romero de Tejada, como un hombre relevante en el asunto.

Es uno de los personajes más peculiares de todo este asunto. Aguirre nunca tuvo una relación estrecha con él, pero se ha mantenido hasta los últimos días de Caja Madrid y Bankia. Era un personaje no demasiado conocido, pero muy poderoso, su padrino era Rodrigo Rato. Recibe a los constructores el mismo día de la espantada por la tarde, los constructores con los que tiene una vieja relación en Villaviciosa de Odón y que ayudaron a Tamayo a reservar habitaciones de hotel. Romero de Tejada los recibe en la tarde del 10 de junio, oficialmente para negociar un acuerdo político en Sevilla La Nueva. El día 9 también se reúne con Rodrigo Rato. Es un personaje que sabe mucho más de todo este asunto de lo que dice, es amigo de Verdes, el abogado que asesora a Tamayo, militante del PP. El estrambote final es esa pintoresca averiguación que se hace que demuestra que mintió cuando se supo que cotizaba a la Seguridad Social en una empresa de fotocopias. En noviembre de 2004, Aguirre gana el Congreso del PP de Madrid y le releva por Francisco Granados.

¿Sirvió de algo la comisión de investigación?

Mantuvo entretenidos a políticos y periodistas, el PP tenía la mayoría absoluta en la Cámara, pudo dictar quiénes eran los comparecientes. Básicamente el PP consiguió que el juicio a dos traidores se convirtiera en un juicio al PSOE. La capacidad teatral de Balbás y el “no a todo” de Sáez hicieron el resto. Era un tributo a la democracia que los partidos tuvieron que pagar, pero las conclusiones estaban escritas antes de que empezara.

Etiquetas
stats