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Pasado mañana. Viaje a la España del cambio

Portada del libro 'Pasado mañana' de Bernardo Gutiérrez

Bernardo Gutiérrez

Enunciar un mañana es condenarlo a que no exista. O postergarlo a generaciones venideras. Está demasiado lejos. Mañana es una utopía, necesaria para desplazar el horizonte del presente. Pero puede que sea siempre inalcanzable. Decir «mañana España será republicana» es reconocer que tal vez no lo sea nunca. Por el contrario, pasado mañana está a la vuelta de la esquina. Lo tocamos con la punta de los dedos. Es casi real. Escribir este libro bajo el sol brillante del pasado mañana ha sido reconfortante. En un principio el ensayo pretendía visibilizar el profundo cambio de piel que está viviendo España. Describir este cambio que la mayoría de los grandes medios de comunicación está ignorando o desacreditando era una de las motivaciones iniciales. Pero en el camino han surgido motivaciones más profundas. 'Pasado mañana' es un telescopio que transforma en presente el futuro que ya se vislumbra. 'Pasado mañana' es un futuro viable e inspirador para ser habitado. Y enuncia de forma sólida y propositiva una alternativa para España y para el mundo. 

En el frenético año electoral de 2016, la analista política Belén Carreiro confirmaba la nueva realidad del Estado español: «Es una fase totalmente nueva porque la sociedad ha cambiado. La crisis nos ha cambiado. La revolución tecnológica nos ha cambiado. Estamos en una España totalmente distinta». Tras las elecciones europeas de 2014, los medios de comunicación se rendían ante el «sorprendente» fenómeno del nuevo partido Podemos. En 2015, cuando Manuela Carmena y Ada Colau se convirtieron en alcaldesas de Madrid y Barcelona, los medios de comunicación entonaron el tono de sorpresa. Cuando los diputados de Podemos y sus confluencias entraron al congreso tras las elecciones del 20D de 2015, hubo un terremoto. Para los medios, la política representativa apenas coloca sobre la mesa el mundo nuevo que el 15M desplegó. El dedo apunta a la luna y el sistema mira con obsesión el dedo: ¿Quién es esa gente? ¿Quiénes son sus líderes? 

No es casualidad que el 15M sea el gran telón de fondo, el suelo común del libro. No es un libro (otro) sobre el 15M, no. Pero tal vez sea el primero que acepte el «marco 15M» como el punto de partida para declinar las alternativas del futuro. Un marco que choca frontalmente con el anterior, el de la transición. Pasado mañana ensambla relatos polifónicos sobre el paisaje sorprendente de esa España que está crujiendo. Y coloca la luz de los focos sobre los horizontes del cambio y sobre la visión política de la España que está cambiando. Una visión política que está conformada por un nuevo universo de prácticas ciudadanas, de prácticas políticas y de pensamiento.

Cierto: la (nueva) política representativa tiene mucho peso en este libro. Pero no es un ensayo sobre política representativa. El paisaje es más completo, más complejo, más diverso. Muchas de las entrevistas diluidas en el ensayo son de representantes políticos. Pero no hablan apenas de sus grupos políticos: hablan de la vida, de visiones políticas, del futuro, de feminismos, de economía, de sostenibilidad, de cultura, de urbanismo, del crucial papel de la sociedad civil en la política. 

Para desvendar 'Pasado mañana' he frecuentado rincones y paisajes del cambio. Y he realizado entrevistas a algunas de las personas que, de una forma u otra, se han convertido en portavoces del cambio. También he entrevistado a otras personas menos conocidas, no por ello menos importantes. Cito aquí a todas estas personas, en orden aleatorio: Alberto Nanclares, Antonio Baños, Domenico di Siena, Cristina Fallarás, Silvia Cameán, Íñigo Errejón, Marina Garcés, Pablo Soto, Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Audrey Tang, Carlos Prieto, Teresa Rodríguez, Xavier Domènech, Jaron Rowan, Simona Levi, Juan Carlos Monedero, Ada Colau, Gerardo Pisarello, Jorge Moruno, Inés Sabanés, Antonio Lafuente, Julia Morandeira, Pablo Carmona, Laia Forné, Birgitta Jónsdóttir, Guillermo Zapata, Clara Serra, Marcelo Expósito, Irene Montero, Javier Toret, Rosa Martínez y Miguel Ongil. Especialmente emotivo fue entrevistar a mis propios padres, Bernardo Gutiérrez y Pilar González, y a Ovidio y Dulce, dos parejas de yayoflautas. Intenté lograr la paridad de género, siempre difícil, pues todavía existen más «líderes políticos» hombres que mujeres. Me quedé cerca: 16 de los 37 entrevistados son mujeres. Se quedaron fuera una docena de personas, activistas o políticos, con quien también se nos han pasado los tiempos.

Los entrevistados están lejos de ser una unidad. En algunas cuestiones, sus visiones chocan. El ensayo compone un relato coral, donde ni siquiera los entrevistados son los únicos protagonistas. El debate global sobre la alternativa necesaria para evitar el colapso de la democracia y del planeta es muy intenso: libros, artículos, documentales, debates digitales y ensayos que de alguna manera están ensamblados en el libro. 'Pasado mañana' ha sido un arduo trabajo, pues no es un libro «basado en entrevistas», una mera transcripción. Mi objetivo no ha sido simplemente visibilizar o dar voz, sino dar un sentido a la polifonía, relacionar visiones y encontrar líneas de fuga teórico-prácticas para invocar un futuro mejor.

Tengo la impresión de que con la llegada del 15M España entró en un túnel que nos impedía disfrutar del paisaje. Al salir del túnel inicial del 15M, muchos, incluso activistas, siguieron sin reconocer el nuevo paisaje, ensimismados en su propia agitación. Algunos seguían sin ver la fotografía, por un sencillo motivo: estaban dentro de ella. Cuando el tren deje atrás todos los túneles y llegue por fin pasado mañana, el propio sistema mirará con vértigo hacia la última década. Y se preguntará por qué no sintió la tierra temblar.

La vida me ha colocado en el ángulo de fotógrafo. El haber estado yendo y viniendo a España desde América Latina en estos últimos cinco años, en los que residí en Brasil, haber contemplado a ráfagas la eclosión pos-15M, me ha ayudado a mirar. Mi doble visión española y brasileña me ayuda a construir una perspectiva como corresponsal. El haber estado involucrado en algunos de los procesos de estos últimos años me ha situado en un rincón privilegiado: de alguna manera dentro de la foto, pero al mismo tiempo siendo capaz de verla.

Alguien que haya salido de España al inicio de la crisis se llevará una sorpresa al regresar. ¿Cómo es esa «España totalmente distinta»? La capa más visible está, sin duda, en la política representativa: Podemos y sus confluencias, los gobiernos «municipalistas», el órdago rupturista de Cataluña contra el Estado español. Dentro de la política representativa, existe una capa menos visible: ritos, lenguajes, metáforas, iconos, narrativas, ritmos, marcos simbólicos, formas de hacer las cosas. Por otro lado, la España totalmente distinta es cooperativa y exhibe miles de experiencias de autogestión y de colaboración ciudadana. Tal vez lo más importante sea un nuevo sentido común. Un nuevo sentido común que, al contrario que en el norte del Europa, ha cristalizado en un país más tolerante, abierto y solidario. El 94 % de los españoles son favorables al matrimonio gay, lo que nos convierte en el país más tolerante del mundo. Casi nueve de cada diez personas se muestran a favor de la inmigración, los refugiados o los matrimonios interétnicos. Ocho de cada diez personas están dispuestas a modificar sus hábitos para evitar el cambio climático. Spain is different, pero por primera vez en décadas también es un faro para un mundo extraviado en un laberinto neoliberal en el que los partidos que levantaron la socialdemocracia y las izquierdas latinoamericanas sufren un desgaste brutal. El mundo está pendiente de la posibilidad global que empieza a surgir en España, aunque su establishment se invente impasses políticos para desorientar el cambio.

No hay vuelta atrás: la España del 2017 corroe los cimientos de un sistema diseñado hace cuatro décadas. El cambio de piel de España, que empieza a asimilar que es un país de países, es innegable. La España del cambio, antes o después, obligará a modificar radicalmente la Constitución, el sistema político, el sistema territorial, el modelo económico. El cambio en mayúscula, antes o después, se conjugará en presente.

«El 'no' no es suficiente. Debe ser un sí y debe haber confianza en el sí. Hay que diseñar alternativas reales, que no solo sean creíbles, sino inspiradoras y excitantes», dijo Naomi Klein a Jordi Évole en «Salvados». Pasado mañana es un sí mayúsculo. Una transición del «sí se puede» al «sí queremos». Un sí a la supervivencia de la especie humana en un planeta exhausto. Un sí a un modelo de ciudad viva, relacional y sostenible. Un sí a una economía poscapitalista que garantice la reproducción de la vida y corrija las desigualdades. Un sí a un sistema comunicativo independiente, plural y ciudadano. Un sí que posibilita la participación total en la política, la democracia real. Un sí a otras sensibilidades de género, afectivas, feministas. Un sí a una cultura libre, diversa y de dominio público. Un sí a una ciencia abierta y ciudadana que no sea un monopolio de las multinacionales. Un sí a un modelo de energías renovables que no esté en manos de oligopolios. Un sí a una España orgullosamente plurinacional, plural, diversa, acogedora para todos los pueblos del mundo. Un sí a un nuevo espíritu transnacional y fraternal, tejido de forma asimétrica entre la sociedad civil, los gobiernos locales, los estados nación y viejas y nuevas organizaciones supranacionales. 'Pasado mañana' es un sí a la vida, a la capacidad de maravillarse por el mundo, un sí al cambio y a los cambios que la posibilitan, al eterno cambio de piel de nuestros cuerpos, un sí al flujo subterráneo de las pasiones, al contagio atmosférico de las ideas que consiguen cambiar el rumbo de la historia.

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