Los motivos de Podemos e IU para aceptar o rechazar la confluencia si hay nuevas elecciones
Todos los partidos dan por hecho que España se aboca a una repetición de las elecciones, salvo un imprevisible acuerdo de última hora por el que todos abogan en público pero al que pocos dan crédito en privado. Las encuestas que vaticinan un resultado muy similar en los nuevos comicios al cosechado el 20 de diciembre ha traído a primer plano un debate que ya ocupó mucho espacio antes del 20D: la posible confluencia entre Podemos e Izquierda Unida. Como entonces, los principales protagonistas se han mostrado partidarios en público.
El primero fue Alberto Garzón, que reabrió el debate. Y esta misma semana, Pablo Iglesias se ha mostrado partidario de volver a intentar una negociación que fracasó tras la primera reunión oficial entre las delegaciones de los partidos y de la que ambos se culparon mutuamente.
La nueva ronda de contactos, que han comenzado discretos, ya está en marcha. Y tiene una fecha límite que acorta los tiempos de negociación: el 13 de mayo se cierra el plazo para registrar las coaliciones electorales: el 20, las candidaturas individuales. Sobre la mesa, casi los mismos elementos a favor y en contra que en el otoño de 2015. Y algunos nuevos. Aunque las reacciones a ambos lados, sobre todo entre los cuadros medios, es de momento más comedida de lo que fue el año pasado.
Las encuestas
El resultado del 20D dejó una aritmética muy complicada sin una mayoría clara. Y las múltiples encuestas publicadas desde entonces vaticinan una situación muy similar el 26 de junio e incluso más favorable a un pacto de derechas. Desde las generales de diciembre una certidumbre planea por muchos despachos: si Podemos, las confluencias e IU hubieran ido juntos habrían adelantado al PSOE en votos y casi en escaños.
Si en las hipotéticas elecciones de junio se produjera un resultado similar el PSOE perdería, por primera vez desde 1979, su condición de primer o segundo partido en unas generales en número de votos. Y cambiaría las tornas para una futura negociación.
Pablo Iglesias ya adelantó el 22 de enero, cuando anunció su propuesta de Gobierno de coalición, que Pedro Sánchez estaba ante una “sonrisa del destino” si aceptaba su idea porque lograría ser presidente con solo 90 diputados. Tanto él como su número dos, Íñigo Errejón, han hecho hincapié en que la diferencia de “300.000 votos” entre Podemos y las confluencias y el PSOE daban a Sánchez la potestad de liderar ese Gobierno. Pero la situación sería otra si se tornan los resultados. Esta posibilidad hace que una confluencia entre Podemos e IU atemorice al PSOE, como publicó el periodista Enric Juliana en La Vanguardia.
La “transversalidad” frente a la etiqueta “izquierda”
Podemos ha hecho gala desde su nacimiento de buscar la centralidad del tablero y huir de las etiquetas que sitúan a los partidos en la izquierda o la derecha. “La línea política que hay que mantener para seguir creciendo tiene que ver con seguir teniendo la capacidad de seducir a gente muy diferente en una identidad política nueva, que no sea un refrito ni una suma de siglas de lo de antes”, aseguraba Errejón hace dos semanas a eldiario.es.
Este planteamiento se resume en una palabra: “transversalidad”. Como ha declarado hace poco Errejón, “no se trata de preguntar a los españoles por izquierda o derecha, sino si llegan o no a final de mes”. El concepto ha sido también abanderado por Pablo Iglesias, aunque el líder de Podemos ha añadido elementos mucho más próximos a la izquierda clásica en sus últimos discursos, sobre todo el del debate de investidura.
IU rechaza de plano esta idea. Para Garzón, la transversalidad “es un instrumento reformista porque se mueve dentro de los límites del capitalismo”. El diputado de IU atacó durante la campaña del 20D que Podemos se había “moderado” e incluso llegó a calificarles de “nueva UCD”.
La “confluencia laica”
Uno de los motivos por los que fracasaron las negociaciones antes del 20D fue la fórmula jurídica. Podemos se ha opuesto públicamente a una coalición electoral, lo que llaman “sopa de siglas”, mientras para IU era una de las líneas rojas. De fondo, el temor de unos a ser absorbidos por los otros y de estos a perder el control de la herramienta política que han creado de la nada en dos años.
En una entrevista en eldiario.es, Alberto Garzón ha rebajado el mensaje y ha abogado por una “coalición laica” entre partidos, una “colaboración electoral” que no suponga ningún tipo de unión más allá y que responda a la frase “marchar separados, golpear juntos”. De un solo disparo podrían caer dos pájaros y superar además el escollo de la “transversalidad”.
El propio Errejón reiteraba este jueves su intención de “no agrupar siglas ni etiquetas” sino “por necesidades y por el tipo de país que quieren”. Y dejaba una puerta entreabierta a la confluencia: Sé que se están estableciendo esas conversaciones como ya hicimos el 20D. Si volviera a haber elecciones volveríamos a hacer el mismo esfuerzo para hacer las listas lo más atractivas y lo más fuerte posibles“. El número dos de Podemos recordaba que en Galicia y en Cataluña IU forma parte de las confluencias con Podemos y otras fuerzas. Y zanjaba: ”Siempre dispuestos“.
Confluencia estatal o territorial
Fue también uno de los grandes problemas ante el 20D. Podemos apeló siempre a una confluencia “territorial”. Elegir dónde sí y dónde no hacerlo. Al final salió en Galicia y en Cataluña.
IU ha reiterado que quiere una confluencia estatal. Aunque Garzón ha dado por seguro que se repetirán las candidaturas conjuntas que ya se hicieron el 20D, cree que para el 26J esta debería extenderse a todas las circunscripciones. Es una línea roja para IU que, aseguran, se compadece con los análisis demoscópicos. En un sistema electoral como el español donde cada provincia se cuenta independientemente, unos pocos miles de votos pueden cambiar un escaño de lado.
En las conversaciones anteriores IU aceptó una negociación territorio a territorio. Todo indica que esta vez no será así.
La composición de las listas
¿Cómo van a conformar los partidos sus listas de cara al 26J? Casi ninguno tiene una respuesta para esta pregunta. El tiempo será muy limitado y aquellos que tienen por norma procesos participativos, como Podemos e IU, difícilmente podrán repetirlo. Mucho menos si el tiempo se ve limitado por una negociación que será in extremis.
Pero además de problemas procedimentales se añade un conflicto político. Si se integran Podemos e IU, ¿qué miembros de cada candidatura entrarán o caerán? ¿Quiénes se moverán de una circunscripción a otra? La lista más complicada, la de Madrid, está copada de líderes de primera y segunda fila. Nadie duda de que Pablo Iglesias repetirá como cabeza de cartel pero, en caso de confluencia, ¿cuál sería la posición de Garzón? ¿Y de Errejón?
Las presiones externas
Los pronunciamientos públicos en favor de la confluencia son esta vez mucho más importantes que ante el 20D. Y sobre todos destaca el de Ada Colau. La alcaldesa de Barcelona es la líder de facto de En Comú, la plataforma catalana. Su ascendente sobre Podemos es reconocido por Iglesias y Errejón. Pero lo que más pesa es su ascendente sobre la sociedad: Colau no ha sufrido, al menos de momento, el desgaste que otros sí.
El pasado lunes hizo un llamamiento delante de los interpelados. Su posición, y la del portavoz de En Comú en el Congreso Xavi Domènech, es la de posibles propiciadores.
Otras figuras reconocidas de la izquierda empujan para que esto suceda. Es el caso del ex coordinador federal de IU, Julio Anguita. Este fin de semana ha convocado en Córdoba una asamblea de su Frente Cívico Somos Mayoría. A la cita acudirá Garzón pero también el dirigente de Podemos Rafael Mayoral o Juan Carlos Monedero.