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Podemos busca la vacuna contra la “congelación” parlamentaria

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, durante las conferencias en la UCM.

Aitor Riveiro

Debió ocurrir el 20 de diciembre pero “el desempate” lo llevó al 26 de junio. Los máximos referentes de Podemos, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, dan por muerta la hipótesis que supuso el nacimiento del partido y comienzan a dibujar una nueva que perfilará su futuro. Ambos coinciden en la necesidad de buscar la fórmula que les permita sobrevivir a la institución, al Parlamento, sin mimetizarse con sus rivales. Pero difieren en cómo hacerlo, al menos teóricamente. Iglesias apuesta por reforzar Unidos Podemos. Errejón, por apuntalar Podemos, aunque sin perder de ojo la coalición electoral. Y ambos coinciden en dar y pedir tiempo. “Necesitamos verano”, como expresó gráficamente en un receso uno de los dos líderes.

La semana que precede a la reunión del Consejo Ciudadano Estatal del próximo sábado verá cómo algunos de los principales líderes y referentes de Podemos participan en el curso 'El tema de nuestro tiempo: pensar el futuro', dirigido por Luis Alegre en los cursos de verano que la Universidad Complutense de Madrid organiza cada año en El Escorial. Además de Iglesias, Errejón y Alegre, Irene Montero (quien también ha participado en la sesión inaugural), Rafael Mayoral, Carolina Bescansa, Alberto Montero o Tania Sánchez aportarán su visión de cuál es el futuro de Podemos no a corto plazo, como se ha definido hasta ahora, sino a medio y largo.

Los dos rostros más reconocibles de Podemos han advertido contra el peligro de haber entrado en las instituciones. “El Parlamento congela. Literalmente”, ha señalado de forma metafórica Errejón. “El trabajo parlamentario puede ser maravilloso o convertirnos en el cretinismo y que nos acabemos convirtiendo en aquello con lo que estamos. Yo he salido asustado tras seis meses”, según Iglesias.

Marcada la frontera y detectado el riesgo, la dirección de Podemos, en un sentido amplio, busca cómo enfrentarlo. Y ahí se detectan los primeros matices que señalan posiciones divergentes aunque, llegado el caso, podrían ser compatibles.

El 26J cerró el largo ciclo electoral que empezó con las europeas de 2014, en las que irrumpió Podemos y que supuso el inicio de un “asalto en términos gramscianos” del poder, como ha explicado Iglesias en la sesión de la mañana del curso. “Del 'blitz' [la guerra relámpago] pasamos a la guerra de posiciones, donde el tiempo político se ralentiza”.

El nuevo tiempo exige así rearmarse y repensar la estrategia: “En la guerra de posiciones operan los ejércitos regulares y una forma más tradicional de entender la política”. La tarea en la que se adentra ahora Podemos es, por tanto, formar ese nuevo ejército. Dejar de ser “partisanos”, guerrilleros. Una idea que atemoriza en la organización pues significa cambiar su misma esencia. “No queda eliminada la posibilidad de que Podemos gobierne pero será otro Podemos. Menos sexy”, en palabras de Iñigo Errejón.

Iglesias apuesta por reforzar Unidos Podemos más allá de que pueda ser una mera herramienta electoral. El secretario general asume la “responsabilidad de liderar un espacio político complejísimo con sectores muy diferentes” y reconoce que “de momento hay buen rollo”, como se pudo percibir en la reunión del pasado viernes entre representantes de la coalición.

“Está por ver si podemos ser el núcleo irradiador. No está claro”, ha apuntado Iglesias quien ha insistido en el mensaje que ha lanzado casi desde la noche electoral: “Diálogo con calma. Los tiempos se han ralentizado, la prisa la tienen otros”. El secretario general ha pedido que no se utilicen elementos “indemostrables” para afianzar “posiciones políticas internas”.

Errejón ha expuesto que existe un doble plano. El electoral, en el que Unidos Podemos es una realidad y lo seguirá siendo. El número dos del partido se ha matizado a sí mismo cuando ha asegurado, cerca de las siete de la tarde, que “Alberto Garzón sí que suma”, en referencia a la unión con IU, y que su presencia “ayuda a que otros transiten hacia Unidos Podemos”. Hace apenas una semana, Errejón aseguraba que la coalición con IU no había funcionado.

Pero Errejón quiere ir más allá. O que su partido vaya más allá. Su visión pasa por extender una red de Moradas (las sedes sociales de Podemos), por crear elementos culturales nuevos que permita a quienes todavía no se han sumado “ser seducidos para el cambio o no habrá mayoría nueva”.

“Un pueblo no se construye en torno a un programa, sino que ríen y lloran juntos”, ha explicado. Errejón ha llamado a “generar mitos, canciones nuevas” y ha rechazado vanagloriarse “de derrotas viejas” para buscar “símbolos y banderas, poemas y narraciones que nos cuenten nuestra historia”.

Y para cuando toque gobernar ya debe estar en marcha la “creación de cuadros” del partido. “Necesitamos tejido social para abrir horizontes y después empujarle cuando flaquee”. Se trata, según ha explicado, “de hacerlo mejor cuando se haya acabado la épica. Cuando se baje el volumen de las canciones, la capacidad de mantenerse y multiplicar vendrá de solucionar problemas” cotidianos. Y de formar a quienes en el futuro, más o menos cercano, deben sustituir a los actuales dirigentes.

Ambas hipótesis no son contradictorias en sí mismas. Habrá que ver si Podemos está por la labor de hacer ambas. Y si, efectivamente, pueden. La bronca que se intuyó tras el 26J parece haber amainado. Quizá rebrote a la vuelta de ese verano que dicen necesitar si la organización, en el conjunto de sus 400.000 inscritos, tiene que elegir entre una u otra.

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