Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
REPORTAJE

Podemos, un año después de Vistalegre

Pablo Iglesias, en el escenario de Vistalegre durante la celebración de la Asamblea fundacional de Podemos. \ Juan Luis Sánchez.

Andrés Gil

18 de octubre de 2014. El antaño santuario de José Luis Rodríguez Zapatero está teñido de morado. Podemos, cinco meses después de irrumpir en las elecciones europeas con cinco diputados, celebra su asamblea fundacional. Y se habla de “asaltar los cielos”, se establece la dialéctica entre “democracia y eficacia”, entre la estrategia organizativa del “grupo promotor (Iglesias, Errejón, Bescansa, Monedero y Alegre)” y “el equipo de 30 equipos” con Teresa Rodríguez y Pablo Echenique como cabezas visibles, entre acudir a las municipales con marca propia o no... En definitiva, Podemos está decidiendo cómo quiere ser en Vistalegre, y en esa decisión participan 110.000 personas. Al menos cómo quiere ser hasta que acabara el ciclo electoral, el próximo 20 de diciembre en las elecciones generales.

El último asalto

“Los cielos no se toman por consenso, se toman por asalto”. La frase la pronunció Pablo Iglesias, entonces portavoz, ahora secretario general de Podemos, en su discurso inaugural de la Asamblea Ciudadana, la asamblea fundacional. ¿Y se están asaltando los cielos? Podemos entró en los parlamentos autonómicos con una media del 15% –si bien no logró superar al PSOE en ninguno–, participó activamente en candidaturas ciudadanas municipalistas exitosas –Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, Ferrol, Coruña, Santiago– y se estancó en las elecciones catalanas –un 10% de Catalunya Sí Que es Pot con ICV y EUiA en unos comicios excepcionales por su carácter plebiscitario–, con dimisión posterior de su secretaria general en Catalunya, Gemma Ubasart.

¿Se asaltarán los cielos el 20D?

“La clave es que en las elecciones no den los números para que PP o PSOE forme gobierno cómodamente con Ciudadanos”, explica el secretario Político y número dos de Podemos, Íñigo Errejón: “Sería una oportunidad histórica perdida, una estabilización sin grandes transformaciones, que llevaría a la desmoralización y la reforma cosmética, con cambios por arriba que cierren el horizonte de oportunidad en un momento en que se da por hecho que hacen falta transformaciones. Todas las encuestas dan cuenta volatilidad y todo está encima de la mesa. El elemento de la moral o anímico va a ser importante. Las condiciones están abiertas, el camino no es sencillo, el adversario se defiende, pero es una oportunidad histórica con las condiciones para formar un Gobierno al servicio de la gente o, al menos, una cuña para que la siguiente legislatura no se cierre en falso y se queden sin resolver la separación entre la Justicia y el Ejecutivo, la reforma del sistema electoral, el blindaje de servicios los sociales y el encaje territorial”.

Vídeo: Juan Luis Sánchez

La secretaria general de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, firmante del manifiesto fundacional de Podemos en enero de 2014 y voz discrepante en Vistalegre, apunta: “Sean cuales sean los resultados, yo no miro lo cuantitativo. Imagínate que ganamos las elecciones, pero pasa como en Grecia y el poder lo tienen otros y no te dejan gobernar. Sería un fracaso si no cambiamos la realidad. Y a lo mejor podemos ser influyentes para cambiar la realidad sin ganar las elecciones. Será un éxito si paramos los recortes y avanzamos en otras direcciones, como revertir las desigualdades. Va a depender de la estrategia y la correlación de fuerzas”.

“Si Pablo es presidente, si superamos al PSOE, si superamos al PSOE y al PP... Es difícil saber”, confiesa el secretario general de Podemos en Aragón, Pablo Echenique: “Una prueba del algodón tendrá que ser que al cabo de unos meses o un año en la nueva legislatura se haya reducido las cifras de pobreza, desigualdad y el modelo tenga que ver con empleo de calidad y no pelotazos urbanísticos, y que Podemos tenga que ver en eso”.

“Ahora nos enfrentamos el último asalto, conscientes de que las cosas no son fáciles”, analiza Luis Alegre, secretario de Unidad Popular de Podemos y fundador del partido: “Hay que esperar al 20D. Pero a día de hoy ya se ha producido un cambio en el mapa político del país sin vuelta atrás. Las mayorías absolutas forman parte de la historia, que haya diferencias de 30 puntos entre el primero y el segundo no va a pasar. Habrá un estrecho margen entre cuatro partidos, todo está abierto, si piensas todo lo que ocurre de aceleración histórica, dos meses es abismal, pero cabe vislumbrar como conquistas de Vistalegre que las mayorías absolutas y las diferencias abismales entre el primero y el segundo son historia”.

Germán Cano, profesor de Filosofía de la Universidad de Alcalá, miembro del Consejo Ciudadano Estatal y firmante del manifiesto fundacional, se atreve a calibrar qué no sería asaltar los cielos: “Para mí, desde un punto de vista muy personal, si conseguimos unos resultados similares a los históricos de IU, habremos fracasado. Si eso es así, será que no hay margen”.

“Habrá que ver primero la película para juzgar luego si fue buena. Nosotros estamos convencidos de que va a gustar mucho”, expresa Jorge Moruno, responsable de discurso y argumentario de Podemos y también cofundador del partido.

“Lo que Podemos tenía por delante, lo que ha tenido este año, ha sido la tarea de hacer realidad algo casi imposible en tan poco tiempo y con tan poco dinero: crear un partido de la nada y convertirse en un interlocutor político imprescindible en el panorama de este país”, reflexiona Carlos Fernández Liria, profesor de Filosofía en la UCM, maestro de Luis Alegre y voz autorizada desde los márgenes de Podemos: “La pura realidad es que Podemos ha cambiado por completo el panorama político. Ya nada es igual. Incluso si Podemos fracasara electoralmente, ya todo ha cambiado. Es imposible no verlo así”.

Democracia Vs eficacia

La dialéctica simplificadora sobrevoló Vistalegre durante los dos días de la asamblea, y hacía referencia al modelo organizativo. El grupo promotor –hoy dirección– establecía la necesidad de un sistema “eficiente” para llegar a las elecciones de la mejor manera posible, para hacer una maquinaria electoral. Rodríguez y Echenique defendían que eso pasaba no por una dirección fuerte sino por una organización en la que el poder estuviera más repartido y defendían que hubiera tres secretarios generales, por ejemplo.

La discusión se tensó hasta el punto de que Iglesias planteó que si no se aprobaba su modelo organizativo, la dirección tendría que pasar a otro equipo.

“Las tesis de Vistalegre se han leído mucho en muchos consejos de administración y en el resto de los partidos”, reflexiona Errejón: “Nosotros planteamos, en primer lugar, que esto es un ciclo corto y no podíamos guardar el caudal de entusiasmo y dar todas las batallas en este ciclo. El régimen va a ser reformado, y puede serlo por los de arriba o por los golpeados. Eso no significa que haya vida tras las generales, va a ser muy intenso, con reforma constitucional en el horizonte. Hay muchas cosas que se dirimen en estas elecciones que no es cambio de gobierno”.

¿Por eso el modelo organizativo? “No todo se puede hacer ahora, y se daba la preeminencia a correr”, prosigue Errejón. Como no era una fuerza construida lentamente de lo social, sino en una guerra relámpago electoral, nos obligaba a tomar decisiones también en lo organizativo que en ocasiones han sido complicadas, que ha obligado a sacrificios y era el resultado necesario de cómo llegamos a Vistalegre y qué ciclo corto tenemos. Eso no significa que el enraizamiento en los territorios, más lento, no haya que hacerlo“.

“Después de haber conformado equipos para campañas”, reconoce el secretario general de Podemos en Aragón, Pablo Echenique, “sí que veo esa dicotomía entre eficiencia y democracia. Sí creo que se puede intentar ser eficiente a la vez que haya poder de decisión repartido, pero es terriblemente defícil dar con un esquema que consiga todo. Los esquemas más sencillos son menos participados, pero más ágiles, y a la inversa. Es una apuesta. Más allá del esquema organizativo, estábamos eligiendo a quién pilotaba el viaje. Era lógico que si elegíamos a unos pilotos, eligiéramos cómo querían pilotar la nave. Por eso lo que nosotros entendíamos como mejoras, queríamos que se incorporasen a un documento consensuado, pero quizás era más lógico que si uno apostaba por una dirección, apostara por su hoja de ruta”.

“Nuestra primera pegatina decía: Podemos, por el empoderamiento popular y ciudadano”, recuerda Teresa Rodríguez: “Se creó un modelo organizativo centrado en las convocatorias electorales y el ciclo intenso. Eso era importante, pero no resuelve la síntesis entre la posición que defendía un equipo cohesionado y otros que planteábamos que la mejor campaña eran los círculos para vencer el miedo desde abajo, fortaleciendo mucho más a los círculos de Podemos. Este debate sigue abierto, y se ha visto con el modelo de primarias, de campaña y de programa. Difícilmente se puede resolver y algunos nos hemos sentido interpelados a expesarlo. Pero también es verdad que la entrada en las instituciones está generando madurez política en las autonomías y los ayuntamientos muy rápidamente y surgen voces autorizadas con los pies en la realidad terrotorial, autonómica, municipal y comarcal”.

Un cargo de Podemos crítico con la dirección va más allá: “Si el criterio para situar a los candidatos oficialistas es la fidelidad, se corre el riesgo de que, por muy fieles que sean, no estén capacitados para ejercer el puesto de dirección. Se consiguen muchos comisarios políticos, mucho seguidismo, pero también mucha incompetencia”. Y añade: “Si ya dentro de Podemos existen muchas sensibilidades, si era obvia la existencia de dos corrientes diferenciadas, establecer sistemas de elección ultracompetitivos lo que consigue no es eliminar a la competencia, sino exacerbarla, convertirla en mártir y hacer que circule una narrativa que describe a Podemos como partido jerárquico y vertical que, a la larga, ha ido minando su imagen dentro de los sectores más quincemayistas, que no eran los que preocupaban a la dirección, precisamente. Si el fuerte del discurso de Podemos era presentarse como nueva política, lo último que debió hacer era configurarse con órganos y estructuras propios de la vieja política. Pensar que la gente es incapaz de comparar prácticas y discurso y ver que algo falla ha sido un craso error”.

La centralidad del tablero

“Ni de izquierdas ni de derechas”. Pero tampoco de centro. Vistalegre fijó también el discurso político de Podemos, y empezaron a venderse más libros de Ernesto Laclau que nunca, quien acuñó el término “significante flotante” para referirse a aquellas palabras con las que conecta mucha gente, aunque tenga un significado propio para cada una. Por ejemplo, “casta”, término que se pronunciaba hasta la saciedad en aquellos días. Y que hoy ya no se oye tanto en boca de Podemos.. Pero sí abajo-arriba.

Errejón lo explica: “La transversalidad, la centralidad de tablero, entendida no como una suerte de renuncia ideológica o política, sino intentando centrar la discusión en unos términos que no se ubiquen en el relato simbólico de posiciones del que emanaba la estabilidad del orden. Se trata de ideas ancladas en el sentido común, que eran rupturistas e inasumibles para los de arriba. Éste es uno de los elementos más atacados de Vistalegre, para intentar devolver la discusión a los términos clásicos. Eso demuestra en qué medida por ahí se puede romper el orden viejo”.

“Nosotros no somos un partido sin ideología, sino sin identidad estricta, en el que cabe desde el militante y activista hasta aquel que siente indignación con la situación que se está viviendo y ve en Podemos una herramienta política en la que debe ser protagonista”, explica Teresa Rodríguez: “Pero no podíamos eludir los debates y era necesario confrontar con el bipartidismo y las instituciones. Un discurso nuevo que confronta con ellos, y salimos bien parados cuando lo hacemos, tanto en la forma de hacer política como en la ética política”.

“Hubo ciertos equívocos que se han ido comprendiendo”, recuerda Alegre: “Es verdad que había mucha gente que situaba en el izquierda-derecha, pero no tiene que ver con eso. Es la tesis en la que seguimos, es el diagnóstico de grandes problemas sociales y soluciones que son sentido común tras el 15M: sanidad pública, saqueo, desahucios... Un programa político de sentido común que comparte gentes que se identifican con derecha e izquierda, y hay que dotar a eso de herramienta política y poder político”.

“Se fió todo al discurso, al empleo de palabras alejadas de imaginarios izquierdistas”, reflexiona un cargo de Podemos, “para buscar una centralidad que, por ejemplo, consiguió el 15M. El problema es que el 15M era tanta gente que resultaba imposible determinarlo en función de sus líderes. Cuando fue de dominio público la relación de Iglesias, Monedero o Errejón con los gobiernos de Venezuela o Bolivia, o su ascendencia comunista, comenzó a no servir intentar disfrazar esa identidad con discursos ideológicamente asépticos”.

“La dinámica neoliberal ha empujado todo a la derecha, y hay perplejidad y desorientación”, relata Germán Cano: “Es un caldo de cultivo para las mayorías sociales. No son los ochenta ni los noventa. El proyecto que buscábamos bebe de las claves del 15M, ese sentido común es el que nos parecía válido. Volver a IU, de donde provengo, no es válido, y la socialdemocracia tampoco es la solución, como demuestran las últimas declaraciones del PSOE en contra de recuperar los 45 días por año trabajado en los despidos”.

Los círculos y la participación

Los círculos son las agrupaciones de base de Podemos, tanto territoriales como sectoriales. Hay miles... Pero aún no existe un registro oficial de círculos validados, lo cual inhabilita una de las condiciones para las iniciativas ciudadanas de Podemos –revocatorios, referéndos, etc– aprobadas en Vistalegre, que consiste en que sean avaladas por el 20% de los círculos.

A diferencia de otros partidos, Podemos no funciona con carnés de militantes que aportan cuotas, y el único registro aproximado que tiene de simpatizantes es el de inscritos en su página web: 381.500.

“Tenemos que hacer una labor por definir la función de los círculos”, reflexiona Echenique: “Qué papel queremos que tengan en la organización. No soy tanto de la opinión que todo tenga que ser refrendado en asambleas, sí las decisiones importantes, pero hacerlo con todas no tengo claro que sea productivo. Dicho esto, como yo también creo que la participación no es solamente votar, es sentirte parte de algo, tienes que tener una tarea bien definida en el espacio, aunque tu voto no sea el voto final. Iremos avanzando en esa mejora de la estructura y se sabrá exactamente qué papel tendrán los Círculos. Cuanta más gente tengamos por abajo participando mejor va a ir todo, para Podemos, pero también para nuestra sociedad.

“No que no queríamos convertirnos en formación política al uso en el que el único modo fueran las agrupaciones locales”, afirma Alegre, “sino habilitar mecanismos de participación, también económicos, plataformas de internet, y una cosa que exigía mucha generosidad es que las grandes decisiones están abiertas a la ciudadanía en general. Esto es una nueva forma de hacer política. Hay quienes estamos más activos, pero las grandes decisiones hay que delegarlas al conjunto de la ciudadanía”.

“Lo que más se le reprocha a Podemos desde Vistalegre”, apunta Fernández Liria, “ha sido falta de conexión con los círculos y, por lo tanto, falta de apertura a las bases, en suma, falta de democracia interna. Incluso hay quien dice que esta es la causa por la que Podemos ha declinado electoralmente y va, supuestamente, camino del abismo. A esto diría lo siguiente: en primer lugar, eso de montar una estructura capaz de relacionarse con más de un millar de círculos no se hace así como así. De hecho, ahora, se está logrando en muchos sitios, en Madrid, por ejemplo, tras unos esfuerzos titánicos. La gente quiere milagros, pero no existen los milagros. Hay que tener un poco de paciencia”.

“Los círculos son un desastre, un nido de peleas. No pintan nada, ni como tropa”, critica el sociólogo Emmanuel Rodríguez, del Observatorio Metropolitano, participante de Ganemos Madrid y relacionado con los márgenes de Podemos, en cuyas listas concurrió a la Asamblea de Madrid en el número 41: “La falta de democracia o participación ha llevado a que la gente no se implique. Si no hay masa movilizada, herramientas como AppGree o Plaza Podemos no funcionan, las fueron quebrando, y las iniciativas ciudadanas no valen. Es una oportunidad perdida”.

“La aceleración, en la medida que se apostó por la maquinaria electoral, lleva un ritmo distinto al de los círculos”, tercia Germán Cano, “y eso es algo que hay que mejorar. Las intenciones y los debates están en la necesidad de fortalecer los círculo y que haya más comunicación con ellos. En Vistalegre, Izquierda Anticapitalista [corriente a la que pertenece Teresa Rodríguez] defendía el empoderamiento social y desde abajo. Y hay algo de verdad en eso. El problema era en qué sentido nos acercábamos más a la gente menos politizada. Ese fue el debate interesante”.

Podemos fue el primer partido que puso en marcha, en Vistalegre, mecanismos para revocar los cargos orgánicos y para promover consultas abiartas a la ciudadanía sobre cualquier materia. Bastaba cumplir dos condiciones: el 10% de firmas de inscritos en Podemos o el aval del 20% de los círculos. Pero está atascado un año después de ser aprobado. ¿Por qué? Porque de los 381.500 que conforman el censo de inscritos, la propia dirección reconoce que “está inflado” por que “hay miles de cuentas duplicadas o inactivas”. La depuración del censo es una tarea pendiente, pero también imprescindible para que puedan activarse las iniciativas ciudadanas.

¿Y qué ocurre con el otro criterio? “Para el mecanismo del 20% de los círculos estamos a la espera de que termine el proceso de validación de éstos para ponerlo en marcha”.

¿Qué fue? ¿Qué será?

Podemos decidió en Vistalegre convertirse en una maquinaria electoral con la vista puesta en las elecciones generales. Pero, ¿qué pasará después?

“Cómo terminará es complicado”, confiesa Errejón: “A Vistalegre llegamos en un momento de euforia expresiva en la que también tenemos la necesidad de organizar el entusiasmo. Hay ilusión y aglutinación de gente que ve que es posible, y que la vía institucional la había tenido abandonada. El adversario aún no había reaccionado. Vistalegre es entusiasmo máximo y reflujo y desmovilización en la calle, que explica las condiciones del momento. Con esa hoja de ruta somos capaces de intervenir en todas las elecciones con unos resultados no tan altos como se cabrían deducir de las encuestas de finales de 2014, que es con las que se nos compara, sino con las propias expectativas sobre Podemos. El adversario reacciona tras Vistalegre, eso no impide que no ir a las municipales con marca propia haya grandes ciudades que estén gobernadas por alcaldías del cambio”.

Pero, ¿funcionan las hipótesis de Vistalegre? “La reacción del adversario lo demuestra. Que Podemos quiere un ciclo corto, vamos a intentar dormir y poner las elecciones andaluzas de por medio. Que tú quieres arriba-abajo, voy a poner todo el esfuerzo en volver la discusión y llevar a Podemos a la izquierda del tablero, dónde nos quieren. Este juego doble en el que te ofrecen tranquilidad si te quedas en tu rincón folclórico o ataque furibundo si vas a un espacio de mayorías. Eso demuestra que estamos en España, hay crisis de régimen, pero no de Estado. Vistalegre fue el movimiento de ficha y ahí el adversario está en shock, y luego va reaccionando. Y por donde reacciona se ve por dónde podíamos desestabilizar.

“Nosotros fuimos críticos con no presentarnos a las municipales con nuestro nombre”, recuerda Teresa Rodríguez, “pero al final es ahí donde se han creado espacios donde hemos podido vencer. Curiosamente hemos generado el espacio en el principal hito electoral del año. La gente que construye Podemos ha sido protagonista en estos espacios. Necesitamos para el 20D una nueva oleada de ilusión que le de un impulso nuevo a la iniciativa. No hay partido más activo por abajo que Podemos, sin tener que esperar a que lleguen consignas. El proceso tiene que aprovechar la repolitización de la sociedad. No es sólo un cambio de caras, sino de romper con las políticas de austeridad”. ¿Y después? “Cuando acabe el ciclo, que eran los márgenes, habrá que repensar con más calma. Sin las prisas del período electoral, no sólo por la representación, sino en lo organizativo, en las calles. Ahora todos los esfuerzos y energías son para la campaña. No nos lo perdonaría nadie no haber intentado cambiar la sociedad cuando hay oportunidad para ello. Toca correr, pero mirando hacia abajo”.

“Lo razonable es plantear una hipótesis, probarla y luego retocarla en función de cómo haya salido”, defiende Echenique: “En Podemos tiene que ver con las elecciones generales, sin ser capaz de atribuir todo lo que pase a la estrategia. Entonces Ciudadanos no existía, el PSOE no estaba como ahora, no había las candidaturas municipalistas... Es difícil saber cuánto va a depender de la estrategia. Podemos ha sido creado para cambiar la sociedad, con lo cual a ninguno de los que estamos en Podemos nos va a parecer suficiente el resultado si no conseguimos que haya un cambio profundo en nuestra sociedad para que la gente deje de pasarlo mal. Me espero que los partidos tradicionales estén considerando seriamente una alianza que apuntale el status quo. Si Podemos no tiene un resultado extraordinario va a ser muy difícil apearlos del poder. Por eso duermo poco y no tengo fines de semana y soy razonablemente optimista. Tenemos candidato, que no pasaba en todas las autonomías, una relación con la ciudadanía de todo el Estado que no tienen otras fuerzas que pretenden gobernar –Euskadi, Catalunya y Galicia– y una organización muy pegada a la tierra, aunque los círculos no estén en su mejor momento. Pero tenemos círculos, y eso se nota en la campaña. Ya veremos, pero después del 20 de diciembre habrá que ver y decidir”.

“Vistalegre ha cambiado el mapa político del país”, sostiene Alegre: “No es el mismo antes y después de Vistalegre. En cierto modo cabe decir que inauguró el modo de hacer política del futuro. Fue un hito democrático, con 110.000 personas participando. Se concilió una amplísima participación democrática con mecanismos ágiles para afrontar. El mapa político no nos lo imaginábamos, quién habría dicho hace un año con alcaldías del cambio en Madrid y Barcelona y las tenemos. Era un escenario inimaginable. Siempre con la máxima modestia y ambición, salimos a ganar”.

¿Qué fue Vistalegre? Así lo resume Moruno: “Vistalegre fue un hito democrático, un encuentro con tribunas abiertas, aplicaciones móviles para trasladar preguntas a tiempo real a las personas que se presentaban donde participaron más de 110.000 personas. Un encuentro alejado de los congresos de cartón piedra a los que nos tienen acostumbrados los partidos. Un encuentro abierto y transparente a ojos y oídos de todo el mundo. Sirvió para darle cuerpo a unos órganos bajo una modalidad inédita en nuestro país: un modelo revocatorio y abierto a la participación del conjunto de la ciudadanía, un modelo enfocado para mirar hacia afuera y convertirse en instrumento ciudadano. Un modelo pensado para la coyuntura político-electoral del momento, sabiendo aunar la amplitud democrática junto con los ritmos que exige el campo de lo electoral. Vistalegre fue una apuesta clara y firme por la unidad popular ante la mirada torva e incomprensión de algunos. Fue la apuesta firme y generosa por las candidaturas municipalistas, como las de Madrid o Barcelona, para contar con lo ya sembrado por los distintos actores sociales en el territorio y construir las mejores candidaturas”.

Pero no todos lo ven igual. “La hipótesis Vistalegre era configurar un partido compacto y eficaz, donde las disputas internas no distrajesen o entorpeciesen el ascenso meteórico a la Moncloa. Se pensó desde el núcleo promotor que eso se conseguiria por medio de un sistema de elección de cargos que permitiese copar los puestos de dirección a los fieles con la línea oficial. El experimento ha salido mal”, concluye un dirigente del partido crítico con la dirección.

“En Vistalegre se tomó una decisión democráticamente y desde entonces se ha hecho lo que se ha podido en esa dirección. Lo que se ha podido es lo que se ha podido”, zanja Fernández Liria: “Eso de que el declive de Podemos es por su falta de democracia es totalmente ridículo. El declive tiene que ver con que el enemigo se ha movido y ha sabido jugar muy bien sus cartas: ha habido un golpe de Estado financiero en Grecia para dar un escarmiento a Syriza y lanzar una advertencia a los posibles votantes de Podemos; los empresarios se han movido y se ha creado Ciudadanos; los medios han aupado a Ciudadanos con mucha generosidad, mientras en cambio no paraban de lanzar denuncias falsas contra todo lo que se moviera en Podemos, llegando a acusar a un concejal por haber hecho un chiste hace años o a Carmena por haber cortado una flor; la campaña de calumnias ha sido masiva. Todo eso ha hecho mucho daño a la imagen pública de Podemos. Me parece miope no tener en cuenta esto y seguir empeñado que la culpa es interna a Podemos y a sus propios errores. Ya digo que estoy seguro de que ha habido errores garrafales. Pero dudo que los críticos de Podemos lo hubieran hecho mejor”.

“El ciclo político es aceleradísimo”, explica Germán Cano: “Hay mucha volatilidad en el electorado. La hipótesis originaria a veces se verifica mejor o peor, en función de esa misma volatilidad. Ha ido bien en las municipales, pero peor en las catalanas. Hay que poner el zoom más amplio, en la erosión del bipartidismo. Vistalegre también fue un momento de claridad, duro, en el que si hizo una apuesta correcta. Estaba la de la dirección y aquella más vinculada con posiciones más movimentistas y de Izquierda Anticapitalista, que era un actor importante. El proyecto se delimitó de la manera más efectiva para disputar las elecciones. La imagen que se extendió no acertaba a ver lo que estaba en juego: cómo generar el cambio social”.

“Podemos se da por amortizado”, sentencia Emmanuel Rodríguez: “El partido se ha deshecho, no hay bases y el descontento es brutal. La máquina es irrecuperable. El mapa es que están Pablo, Errejón e IU, y puede salir una reconstrucción del partido con Alberto Garzón y Tania Sánchez, o una refundación de un partido nuevo. O hasta una implosión. Tienen todos los consejos divididos. El postPodemos pasa por el modelo de las agrupaciones municipales que parten de asambleas, como Ganemos y Ahora Madrid, y que están recogiendo lo que sale de Podemos. Lo que queda en Podemos es lo más patriota de partido y de bandera. La operación es la de Barcelona, el salto a las elecciones generales de Barcelona en Común, con Ada capitaneando la confluencia. Es fácil que Podemos se hunda con peleas internas. No se si van a llegar al 17%-18%, van a conseguir un resultado mucho más modesto que el que pronosticaban. En el mejor de los casos, evitarían una gran crisis, pero será un espacio político viciado por dentro. Puede pasar de todo”.

Vídeo: Juan Luis Sánchez

Etiquetas
stats