Rajoy asegura que la primera medida de regeneración democrática es que gobierne el más votado
La corrupción es según el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas del pasado julio el segundo problema que más preocupa a los españoles, solo por detrás del paro y la situación económica. Lo citó en la última encuesta el 44,9% de la población. En el discurso de investidura del candidato del PP, Mariano Rajoy, ocupó dos folios -de los 36 que leyó durante una hora y veinte minutos-.
Superado ya el ecuador de su intervención, el candidato popular y presidente en funciones aludió al “fortalecimiento de las instituciones” y lo equiparó con la necesidad de que gobierne la lista más votada, aún cuando no logre reunir una mayoría en el Congreso. Esa medida, que se deje gobernar a su partido, fue la primera que citó el líder del PP para regenerar la democracia: “La mejor manera de preservar la confianza de los ciudadanos en nuestro sistema democrático es cumplir su voluntad, la de los españoles. No me refiero solamente a respetar la opción más votada en las urnas [...] cuando los españoles votan, lo hacen para contar con un gobierno. Corresponde a los elegidos que somos nosotros, la obligación y la responsabilidad de dar cumplimiento a ese mandato y no volver a defraudarles”.
Rajoy remachó su argumento con una frase lapidaria: “Difícilmente se me ocurre un mayor daño a la democracia española que decir a los ciudadanos que su voto ha sido inútil en dos ocasiones y tener que repetir las elecciones generales por tercera vez”.
“A partir de ahí, cualquier iniciativa para recuperar la confianza de los españoles contará con el respaldo del PP”, subrayó el presidente en funciones, antes de advertir que “la corrupción se persigue ahora más que nunca”. Citó entre los avances de su Gobierno “los controles más férreos sobre la financiación de los partidos” y el endurecimiento de los requisitos para ocupar altos cargos en la Administración. No hubo mea culpa por los numerosos casos que sacuden al PP, procesado por destruir pruebas en el caso que investiga su presunta financiación ilegal, y que a la vuelta del verano tendrá que explicarse -está citada la plana mayor del partido durante los últimos veinte años- en el primer juicio del caso Gürtel.
Rajoy llegó a presumir de que su Gobierno no concederá a partir de ahora indultos a personas condenadas por corrupción [durante sus años de Gobierno hubo media docena de perdones de este tipo], “de la misma manera que no se conceden tampoco a los delitos por violencia de género o terrorismo”. Al acabar esta frase, el dirigente del PP recibió un aplauso de la bancada popular.
En el capítulo de compromisos, el candidato desgranó ofertas inconcretas para “regular los lobbies para salvaguardar el interés público”, “reforzar la prevención de la corrupción y un mayor control y obligaciones de transparencia de los partidos políticos”.
Al final de su discurso, Rajoy subrayó que “sus propuestas solo serán verdaderamente efectivas y útiles si obtienen el compromiso de todas las fuerzas políticas”.