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Sánchez, Iglesias y Rivera acorralan a la vicepresidenta por la corrupción

Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Soraya Sáenz de Santamaría antes de empezar el debate. Foto: Atresmedia

Andrés Gil

Tres candidatos y la número dos de la lista por Madrid del PP. Tres hombres –dos con traje y corbata y uno en camisa– y una mujer. Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Soraya Sáenz de Santamaría. Tres aspirantes a La Moncloa que han evidenciado en el debate de Atresmedia (Antena 3 y la Sexta) la soledad de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, en la defensa de la gestión de los casos de corrupción de su partido por parte del ausente Mariano Rajoy.

Sánchez ha llegado al debate, moderado por Ana Pastor y Vicente Vallés, con los peores números en las encuestas; Rivera, acariciando la posibilidad de ser segundo; Iglesias, confiando en la “remontada”; y Sáenz de Santamaría... Con la tranquilidad de saber que ella es la única que no encabeza ningún cartel. Pero ha sido el blanco de los embates, sobre todo en lo relativo a la corrupción.

“Sé fuerte, Luis”, le ha recordado Iglesias a la vicepresidenta; “este es el motivo por el que no ha venido Rajoy”, ha sostenido Rivera mostrando una portada con los papeles de Bárcenas; “Rajoy sigue siendo militante cuando tenía que haber dimitido”, le ha espetado Sánchez.

Los candidatos de PSOE, Ciudadanos y Podemos han reprochado a la aspirante a diputada del PP una política económica fundamentada en la austeridad que no ha llegado a mejorar las condiciones de vida de millones de españoles a pesar de cuadrar grandes números; y, sobre todo los casos de corrupción que han salpicado la legislatura y la ausencia de dimisiones. Todo ello en un debate al que no han sido invitados los candidatos de IU-UP, Alberto Garzón; y de UPyD, Andrés Herzog. Este último ha protestado a las puertas de la cadena.

También se han quedado fuera del debate temas como la zona del euro y la construcción europea, la crisis de los refugiados, inmigración, energía, medio ambiente, cultura y sanidad, entre otros.

La vicepresidenta se ha defendido de unos y otros. Ha abanderado las reformas legislativas sobre transparencia, las cifras de crecimiento del PIB, la reducción de la tasa de paro y haber esquivado el rescate de la troika –obviando el rescate a la banca de 41.300 millones–. Y, en cuanto a los casos de corrupción, ha insistido: “Hemos tomamos medidas, hemos puesto en marcha el plan más importante de la democracia con nuevas leyes. No podemos garantizar que no haya más casos de corrupción, pero sí que no haya impunidad. En el PP ha habido casos de corrupción, pero eso no autoriza a nadie a calificar al partido como ser corrupto”. Y se revolvió contra Iglesias: “En su partido hay quien no paga impuestos, pero yo no digo que su partido no pague impuestos. Paga Monedero, paga”.

Pero Sáenz de Santamaría estaba sola en esto. Sánchez también se lanzó, hasta el punto de leer la retahíla de delitos que afectan a los dirigentes del Partido Popular: “El PP está siendo investigado por asociación ilícita, prevaricación, cohecho continuado, estafa, delitos contra la hacienda pública... Está es la realidad del PP desde una sede cuya remodelación ha sido financiada con dinero negro”.

Pacto antiterrorista

Si con la corrupción la presidenta se ha encontrado muy sola, se ha sentido más acompaña en otros tercios. Por ejemplo, cuando se ha hablado de la lucha contra el terrorismo, donde ha coincidido con Sánchez y Rivera en la defensa del pacto contra el yihadismo, y cuando Iglesias ha aprovechado su calidad de no firmante del pacto para marcar la única posición nítida de rechazo a una intervención terrestre en Siria. “No se puede ser presidente sin firmar el pacto antiterrorista”, ha retado Rivera a Iglesias.

Pero no fue la última vez que Iglesias bailó solo. También le ocurrió con la política territorial y Catalunya, donde se evidenció la mayor afinidad entre Rivera y la vicepresidenta, mientras Sánchez intentaba defender su modelo de Estado federal, mientras atacaba, al igual que el líder de Ciudadanos y Sáenz de Santamaría, a Iglesias por defender el derecho a decidir. “Que también puede ser para decidir quedarse”, ha lanzado Iglesias.

Sánchez ha intentado introducir el mensaje de que es “la única garantía de cambio” y tildar de “derechas” a Ciudadanos y PP; Iglesias ha intentado ocupar el espacio socialdemócrata afeando a Sánchez, como hizo en el anterior debate, que “el PSOE dice una cosa en campaña y hace otra en el Gobierno”; Rivera ha intentado erigirse como “el nuevo centro que propone un nuevo proyecto para España”; y Sáenz de Santamaría ha intentado defender estos cuatro años con una frase que ha repetido varias veces: “No es lo mismo hablar que gobernar, me habría gustado que hubieran estado tomando decisiones importantes en el Consejo de Ministros”.

¿En qué han estado de acuerdo los tres? En la necesidad de reforzar la ley de violencia machista, cada uno con su tono: la vicepresidenta ha lanzado consejos a las adolescentes; Sánchez se ha puesto la medalla de haber sido una ley de Zapatero; Rivera, reivindicando mayor coordinación de antecedentes penales; e Iglesias, afirmando que el machismo no es algo sólo de la pareja y que había que dotar de medios a los Ayuntamientos para dar vivienda a las mujeres víctimas de los malos tratos.

Otro asunto ha sido el económico, en el que Rivera, Iglesias y Sánchez han coincidido en intentar desmontar los argumentos de la vicepresidenta con cifras de paro juvenil, desempleados sin ingresos, precarización laboral... Pero se han enzarzado en las propuestas: Rivera se ha mostrado fiel a su “contrato único y del complemento salarial”, tildado regresivo por Iglesias y Sánchez; Iglesias ha reclamado un nuevo modelo productivo y otra política fiscal; Sánchez ha pedido volver a la negociación colectiva y derogar la reforma laboral; y la vicepresidenta, por su parte, ha defendido “bajar los impuestos porque hemos creado riqueza para poder bajarlos”.

“Tortura los números y lo confesarán todo”, ha parafraseado Iglesias en respuesta a la vicepresidenta. Él ha dicho que a Winston Churchill, pero en realidad la cita es del autor norteamericano Gregg Easterbrook, si bien hay otra frase similar, de Ronald Coase: “Si torturas los números lo suficiente, la naturaleza lo confesará todo”.

Puertas giratorias

En lo que han ido de la mano Iglesias y Rivera, al menos parcialmente, ha sido en el ataque a las puertas giratorias que practican los ex dirigentes del PSOE y del PP, así como en la defensa de un sistema electoral más proporcional. “Te interesa, Pedro”, le ha espetado Iglesias, “os va a ir mejor cuando sea un hombre un voto”.

¿Y cómo será el 21D?

Rivera insistió: “Yo estoy dispuesto a que si gobierno España, hacer un Gobierno de apertura con independientes. Si ganamos las elecciones intentaremos gobernar, si gana otro y no logra formar gobierno, puede haber alternativas”. Iglesias defendió: “El sistema es parlamentario, no presidencialista. Entiendo el interés periodístico de hablar de sillones, pero si hay acuerdos tiene que ser sobre bases programáticas. Cuando el PSOE está fuerte, se pone con el PP y el 135 y las puertas giratorias”.

Sánchez, por su parte, afirmó: “Desde el 24 de mayo se sabe lo que pasa cuando las derechas se han puesto de acuerdo si suman”. Y la vicepresidente fue la que lo dejó más claro: “Sólo gobernaremos si somos la lista más votada. Me dan miedo los tripartitos de perdedores”, zanjó en alusión a los otros tres.

En lo que no coincidieron ninguno y se econtraron solos ante la cámara fue en el último minuto, el del discurso final.

Pedro Sánchez, arrancó : “La mayoría de españoles quiere cambiar, no quiere cuatro años más de Mariano Rajoy. Algunos caminos pueden llevar a perpetuar a Mariano. Para levantar el pacto entre generaciones que siempre ha puesto en pie el socialismo: el que estudia logra un trabajo; el que trabaja, con sueldo digno y pagar pensiones... Esa cadena de solidaridad la quiere romper la derecha. Somos el único partido que puede garantizar el cambio”.

Le siguió la vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría: “España. Es lo que se decide. Hoy España crece y crea empleo. Me admira el coraje de los españoles, hay que empezar a devolver sus esfuerzos. Que la igualdad se garantice y la unidad se defienda. Hemos hecho lo más difícil en el momento más complicado. Tenemos proyecto, equipo y experiencia para que España prospere. Para que haya una España mejor”.

Albert Rivera argumentó: “Los españoles somos afortunados porque tenemos una democracia que hay que mejorar, pero tenemos una democracia. Por nuestros padres, que nos han dejado una sociedad de bienestar, también por dignidad, hay que pariticipar en una nueva transición, en una nueva etapa política. La ilusión vencerá al miedo, la esperanza será más fuerte que la resignación. Cuento con ustedes, cuento con vosotros”.

Y Pablo Iglesias cerró: “Sólo quiero pedirles que no olviden las tarjetas black, la Púnica, los ERE, las preferentes, las colas en la sanidad, los recortes en educación, el 135, la reforma laboral. Voy a pedir que sonrían al 15M, a las plazas, a Ada Colau, a los autónomos, a los que se levantan a las 6 de la mañana, a las madres, a los abuelos”. Y concluyó, tocándose el pecho con el puño derecho: “Sonrían, que sí se puede”.

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