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Trescientas obras repasan la historia de la escultura catalana del siglo XX
Trescientas obras de ochenta escultores recorren desde hoy en una muestra en el Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM) de Barcelona la historia de la escultura catalana en el siglo XX, confrontada a la obra de los tres maestros europeos que más influyeron en su creación, Rodin, Meunier y Maillol.
La exposición, que estará abierta al público hasta el próximo 23 de junio, ocupa la totalidad del MEAM, y tiene su origen en “el proyecto de análisis, protección y difusión de la escultura catalana llevada a cabo por la Fundación de Las Artes y Los Artistas”, ha explicado su director, José Manuel Infiesta.
El museo, ha dicho Infiesta, ha reunido “la más amplia y ambiciosa selección de obras escultóricas figurativas realizada en Cataluña entre mediados del siglo XIX y nuestros días”.
Además de poner en valor el carácter figurativo de la plástica catalana, aporta una mirada global e integradora de la producción escultórica, representada por nombres como Julio Antonio, Dalí, Rebull, Benlliure, Blay, Clarasó, Llimona, Clarà, Manolo Hugué, Gargallo, Fenosa, Marès o Subirachs.
A modo de preámbulo, el patio del museo acoge una selección de obras de gran formato de artistas emblemáticos del siglo XX como Salvador Dalí (“Newton”), Julio Antonio (“Monumento a Wagner”), Joan Rebull (“La Ben Plantada”), los hermanos Oslé, Luisa Granero o Josep Cañas.
La primera planta inicia el recorrido expositivo con la obra de tres escultores internacionales “cruciales para entender la evolución de la escultura en Cataluña”: Auguste Rodin con su “Cabeza de San Juan Evangelista”; Constantin Meunier con “Guerrero a caballo”; y Aristides Maillol con la obra “Cabeza de Pomona”.
Una sala reúne a un grupo de escultores académicos, entre ellos el valenciano Benlliure con su “Cabeza de Goya”, Rossend Nobas, ilustrado por una maqueta del conocido monumento a Rafael de Casanova, o Rafael Atché con su “Monumento a Cristóbal Colón”.
A continuación, otra sala está dedicada monográficamente a Miquel Blai, en la que destaca “Los primeros fríos”; y otra a Josep Llimona, el gran artista modernista por antonomasia, con “Desconsuelo”, “El paje florentino”, la versión original de “El Forjador”, “La Desolación” o la nunca expuesta “Conde de Barcelona”.
Más allá del modernismo, en la misma planta se pueden contemplar obras de autores como Enric Clarasó o Joan Piqué, con su sorprendente “Homenaje a Bernat Metge”.
En la planta segunda, tras el realismo peculiar de Julio Antonio, representado por el Monumento a los Caídos de Tarragona, destaca una sala centrada en la obra del artista Josep Clarà, y un espacio con Manolo Hugué bien representado por piezas como “Venus del espejo”, “Torero herido” o “Manola”.
En el mismo nivel se exhiben esculturas de artistas que “experimentaron con líneas más geométricas y expresionistas, sin abandonar la figuración”, como Pau Gargallo con el relieve “La Bestia del Hombre”, “La Academia”, “Autorretrato” u “Homenaje a Chagall”; Juli González con una cabeza en bronce, o Apel·les Fenosa.
En la última planta, se exponen obras de 18 escultores vivos, representados cada uno por una obra, entre ellos Josep Maria Subirachs, Artur Aldomà, Josep Maria Blanch Esteve, Montserrat Iscla, Alfonso Pérez Plaza o Rosa G. Ferrándiz.
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