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Trump afronta una difícil decisión sobre la guerra de Afganistán
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, debatió hoy con sus asesores una nueva estrategia ante la guerra en Afganistán que podría incluir desde un leve aumento hasta una retirada total de las tropas estadounidenses en el país asiático, asediado aún por los talibanes tras casi 16 años de contienda.
Trump se reunió con su equipo de seguridad nacional en la residencia presidencial de Camp David (Maryland) para avanzar hacia una estrategia sobre Afganistán, una difícil decisión para un mandatario que hace unas semanas dijo no entender por qué Estados Unidos lleva tanto tiempo enfangado en un país tan remoto.
“El presidente fue informado extensamente esta tarde por su equipo de seguridad nacional sobre una nueva estrategia para proteger los intereses estadounidenses en el sur de Asia”, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, en un comunicado.
Trump “está estudiando y considerando sus opciones y hará un anuncio al pueblo estadounidense, a nuestros aliados y socios, y al mundo en el momento apropiado”, añadió la portavoz.
El propio Trump se refirió a la reunión en términos más vagos, al asegurar en Twitter que había hablado con su equipo sobre “seguridad nacional, la frontera y los militares”.
La reunión en Camp David tuvo el peso suficiente para provocar que el vicepresidente, Mike Pence, acortara su viaje a Panamá, lo que despertó especulación sobre un posible anuncio sobre Afganistán.
De hecho, el secretario de Defensa de EEUU, James Mattis, aseguró este jueves que Trump estaba “muy cerca de una decisión”, y que ésta se produciría “en un futuro muy cercano”.
Pero Trump parece indeciso sobre la estrategia, que la Casa Blanca llama “sobre el sur de Asia” porque quiere que incluya también las relaciones con Pakistán, utilizado por los talibanes como refugio, y con otros países como India e Irán.
El mandatario trató de librarse de la incómoda decisión sobre Afganistán al conceder en junio a Mattis la autoridad de aumentar en hasta 3.900 las tropas en el país, pero el jefe del Pentágono se negó a enviar más soldados si Trump no autorizaba una estrategia clara.
Tras meses de debate, Trump tiene ahora tres opciones sobre la mesa, que incluyen el citado aumento de tropas, una retirada total y una solución intermedia, que consistiría en permitir que contratistas privados de seguridad asuman parte de la carga que ahora recae sobre las fuerzas estadounidenses.
Estados Unidos mantiene en Afganistán a cerca de 8.400 soldados como parte del operativo de la OTAN de asistencia a las fuerzas afganas, y para desplegar operaciones antiterroristas.
El Pentágono considera insuficiente esa cifra para neutralizar a los insurgentes talibanes, que han ganado terreno en Afganistán desde 2015 y ahora controlan el 40 % del país, según un informe de este mes del Inspector Especial para Afganistán (SIGAR) de EEUU.
A Trump, que basó su campaña en el lema aislacionista “Estados Unidos primero”, no le gusta la idea de aumentar las tropas, y según medios estadounidenses, le atrae la opción de los contratistas.
El artífice de esa propuesta, el empresario Erik Prince, apuesta por enviar a 5.500 contratistas para que trabajen con las fuerzas afganas y entrenen a los batallones que combaten a los insurgentes, una privatización de las tareas más duras de la guerra que permitiría a los soldados centrarse en tareas antiterroristas.
Pero esa opción no convence a Mattis, ni al asesor de seguridad nacional de Trump, H. R. McMaster; ni tampoco al jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, que recuerdan que en la guerra de Irak se probó una estrategia similar y no dio buen resultado.
El mandatario también sopesa cortar toda la ayuda militar a Pakistán, según aseguró una fuente de la Administración, que pidió el anonimato, a la revista Foreign Policy.
“El presidente cree que Pakistán nos está timando. Está enfadado por eso”, afirmó la fuente.
Según Foreign Policy, hay un factor que ha atraído el interés de Trump hacia Afganistán: en julio se reunió con Michael Silver, el presidente de una compañía química estadounidense, American Elements, que le explicó la enorme riqueza mineral que hay enterrada en suelo afgano, en forma de cobre, hierro y metales raros.
“Trump quiere que le devuelvan el pago (de la guerra). Está tratando de ver dónde está el negocio”, aseguró a la revista una fuente cercana a la Casa Blanca.
Para un presidente que durante la campaña se quejó de que EEUU no “se quedara con el petróleo” tras invadir Irak en 2003, el conocimiento de que existen esos recursos podría aumentar su motivación para acabar con la guerra en Afganistán y poder explotarlos.
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