Reclaman de nuevo la retirada del Valle de los Caídos de la tumba de Franco 40 años después de su muerte
Este viernes, 20 de noviembre, se cumplen 40 años de la muerte del dictador Francisco Franco y sus restos mortales siguen enterrados en el Valle de los Caídos pese a las reiteradas protestas de colectivos, partidos políticos y asociaciones que piden que el lugar se convierta en un recinto “de paz y concordia”. Este año no será menos: distintos colectivos que luchan por la Memoria Histórica y los derechos humanos volverán a reclamar que se eliminen del Valle de los Caídos la tumba del dictador y todos los símbolos fascistas que hay en el recinto.
Como en otras ocasiones, la concentración de este año -la novena- ha sido organizada por La Comuna y el Foro Social de la Sierra de Guadarrama pero cuenta también con el apoyo de otros colectivos, como el Foro por la Memoria. La protesta ha sido autorizada por la delegación del Gobierno y tendrá lugar entre las 12 horas y la una del mediodía del sábado, 21 de noviembre, frente al Valle de Cuelgamuros, en el municipio de San Lorenzo de El Escorial, en donde proclamarán los lemas “Fuera la tumba del dictador”, “Fuera fascistas de nuestra sierra”.
Estos colectivos exigen, asimismo, el desmontaje de la gran cruz que preside el monumento, en donde, además de Franco, está enterrado José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, y quieren que el lugar se convierta en un centro para la Memoria Histórica, “un memorial antifascista”. “Es inconcebible que 40 años después Franco siga enterrado en un monumento del Patrimonio Nacional”, lamenta Adolfo Rodríguez, miembro del Foro Social.
“Combatimos contra el franquismo en su última etapa; nuestra lucha pasada es una parte de la memoria silenciada, nuestra lucha actual: recuperar esa historia colectiva y acabar con la impunidad del franquismo; contra la represión de ayer y de hoy”, afirman en el cartel de convocatoria.
“Exigimos un año más que el Valle de Cuelgamuros se convierta en un Memorial, al estilo de los que se han hecho en los campos de concentración nazi, en el que se pongan de manifiesto los crímenes de la dictadura y que se rinda justo homenaje a sus víctimas y a quienes lucharon contra el fascismo, un recinto donde no puede haber lugar para la tumba del dictador ni su cruz, que solo sirven para simbolizar las atrocidades que se cometieron en su nombre”, añaden en el comunicado.
Estas concentraciones se han venido repitiendo a lo largo de los últimos años en los aniversarios de la muerte de Franco. Pese a la aprobación de la ley de Memoria Histórica, promovida por el Gobierno del socialista Rodríguez Zapatero, sus reclamaciones han quedado sin atender. Con la llegada al poder del PP, en 2011, la situación se ha agravado y las peticiones e iniciativas parlamentarias encaminadas a reparar esta situación han chocado contra el muro de la mayoría absoluta conservadora.
En noviembre de 2014 la Comisión de Cultura del Congreso debatió una proposición no de ley del PSOE y de la Izquierda Plural en la que se pedía que todo el recinto dejara ser un “símbolo de agravio y exclusión de buena parte de la ciudadanía” para convertirlo en un lugar de “paz”. El diputado Odón Elorza defendió la propuesta argumentando, entre otras cosas, que después de tantos años el lugar no podía ser “contrario a la cultura de la convivencia y de la paz, a la concordia cívica, a la reconciliación de la ciudadanía española y a la rehabilitación de la memoria colectiva democrática de las víctimas de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura franquista”.
Pero el PP la rechazó alegando que el lugar “es una iglesia y un cementerio” y ya no tiene “ninguna significación política”. La portavoz popular, Rocío López, no se quedó ahí sino que acusó a los socialistas y a los diputados de IU de plantear iniciativas que “rezuman odio”. A los dos grupos les pidió que dejaran “descansar a los muertos”.
Un año antes, en agosto de 2013, en una respuesta escrita al diputado del PSOE, Ramón Jáuregui, el Gobierno del PP justificaba la inversión de 286.000 euros destinada a reparar el monumento argumentado que su fin era “asegurar el estado de las instalaciones”. El Ejecutivo de Mariano Rajoy reiteró que “no había que abrir heridas innecesarias” por lo que el monumento sigue igual que hace 40 años, los mismos que duró la dictadura.