“Me aterroriza que Podemos se pueda convertir en otra IU”
Alberto Garzón (Logroño, 1985) lanzó el pasado mes de junio su propuesta de unidad popular. Y, al menos en el seno de IU, la estrategia ha calado, aunque no sin dificultades y críticas internas. El último acuerdo lo adoptó la Presidencia federal de la coalición el pasado domingo: acudir a las primarias de Ahora en Común, siempre y cuando se cumplan determinadas condiciones. El diputado malagueño está intentando atraer a este espacio a otras fuerzas, entre ellas Podemos. Y ha encontrado un aliado en Pablo Iglesias, con quien mantiene conversaciones discretas desde hace tiempo para buscar un encaje que cumpla las líneas rojas de todas las fuerzas.
Podemos ya ha descartado concurrir a las primarias de Ahora en Común, pero Garzón insiste en un mensaje que repite hasta la saciedad: “Es tanto lo que nos jugamos en este país que nos vamos a dejar la piel para conseguir una candidatura de unidad popular”.
Garzón recibe a eldiario.es en la sede federal de IU y analiza no solo la necesidad de una candidatura de confluencia, sino de los posibles obstáculos internos y externos a los que se enfrentan quienes la quieren. Avisa de “los cantos de sirena de quienes quieren pactar ya con el PSOE un acuerdo de investidura y ser una oposición cómoda” y advierte de que lo importante es evitar “el conformismo” que él mismo ha visto durante años en su partido. Y confía en que Iglesias “tenga la mayoría en Podemos para hacer un proceso rupturista en España”.
¿Qué condiciones deben cumplir las primarias de Ahora en Común para que IU finalmente vaya?
Que sean profundamente democráticas y pueda participar todo el mundo y donde haya un proyecto político de transformación. Las metodologías tienen que ser las adecuadas para que al final no haya dudas de la legitimidad. En Ahora en Común hay muchas personas expertas, así que aceptaremos lo que se decida en ese espacio.
¿Cómo participará IU en ese proceso? ¿Presentará listas a todas las provincias, candidatos individuales?
La idea es encontrarnos en un espacio neutro, cómodo y amable todas las fuerzas que somos rupturistas con respecto al régimen del 78 y el desmantelamiento del Estado social. Eso significará elaborar unas listas acordes a esos objetivos: plurales, cualificadas y que permitan que en diciembre podamos cortocircuitar la operación del régimen.
Que IU concurra con Ahora en Común a las generales, ¿significará que se diluye IU?
No, en absoluto. Hemos visto en Madrid, Zaragoza o Barcelona que IU ha tenido una presencia notable. Tenemos cinco concejales con Zaragoza en Común y también al concejal de Hacienda de Madrid, con lo que eso tiene de importante. Es el reflejo de un crecimiento de IU al margen de la fórmula de presentarse. Nadie dudaría de que Convergència se está presentando a las elecciones catalanas y no lo hace ni con su nombre ni con sus siglas. Y nadie duda de su participación ni de que se ha diluido.
Dentro de IU hay críticas a la estrategia definida por los órganos y consideran que dar este paso supondría la liquidación de IU. ¿Cómo rebate esta idea?
Todos los procesos de transformación y de toma de decisiones implican resistencias. Pero son críticas minoritarias. La estrategia de unidad popular fue aprobada por un 90% en un órgano y un 80% en otro. La Presidencia de ayer [por el domingo] aprobó por un 80% ir a las primarias de Ahora en Común si se convocan. Hay una mayoría clara, aunque también hay obstáculos para llegar a una candidatura unitaria. Pero es tanto lo que nos jugamos en este país que nos vamos a dejar la piel para conseguirla. Al margen de esto, habrá una consulta a las bases cuando tengamos algo concreto sobre lo que decidir.
¿Qué y cuándo se le va a preguntar a las bases?
La idea de la unidad popular está en el ADN de IU y la estrategia ha sido aprobada por los órganos. Hasta este momento no hay problema. Queremos añadir más democracia, pero cuando sea algo concreto. No queremos hacer trampas con preguntas abstractas que nos justifiquen cualquier decisión. Hay que debatir sobre lo concreto de forma clara, nítida y democrática para que todo el proceso esté acompañado de toda la militancia.
¿Esa candidatura unitaria tiene que contar con la presencia de Pablo Iglesias y de Podemos?
Sí.
Pero Podemos ya ha anunciado que no va a participar en las primarias de Ahora en Común. Usted ha dejado la puerta abierta a que se pueda construir la confluencia a posteriori. En ese caso, ¿se preguntaría también a las bases?
A las bases se les preguntará por la foto finish, para que nos entendamos. Hay que distinguir entre el ámbito de la necesidad y de la posibilidad. Nuestro análisis político es que nos jugamos las próximas décadas en este país: nos jugamos las pensiones, la educación, la sanidad; nos jugamos si vamos a tener derechos sociales, laborales, si vamos a poder ir a las huelgas o nos las van a prohibir; si vamos a derogar la ley mordaza, la LOMCE y la reforma laboral. Eso es lo que nos jugamos. Y tenemos que poner en marcha un proceso constituyente desde abajo, dirigido por las gentes trabajadoras. ¿Y cuál es ese instrumento? Una candidatura unitaria, porque ninguna fuerza en solitario puede. Podemos solo no puede. IU sola no puede. Y aunque haya diferencias, podemos ponernos de acuerdo en un programa de mínimos con el que la gente estará de acuerdo.
¿Y si Podemos no entra en Ahora en Común?
Habremos aglutinado a muchas fuerzas sociales y políticas, lo cual será un paso, pero será insuficiente. Y a partir de ahí no se puede descartar nada, porque sería deshonesto. No se puede descartar que Ahora en Común compita con Podemos, aunque no es su objetivo. Igual que no se puede descartar un acuerdo posterior. Sería un drama que no hubiera una candidatura común porque significaría que nuestro país estaría condenado para 30 años más.
¿En las conversaciones informales que ha mantenido con Pablo Iglesias han sondeado esos acuerdos programáticos de mínimos?
Tenemos una buena relación y hablamos de política en sentido amplio. No de listas ni diputados, sino de la necesidad de transformar este país. Nosotros tenemos que ser facilitadores del acuerdo, pero las negociaciones no las vamos a hacer ni Pablo ni yo. Ahora estamos hablando de mantener relaciones cordiales entre todas las fuerzas rupturistas y creo que eso sí lo estamos consiguiendo.
¿Cuál fue la última vez que habló con Iglesias?
No recuerdo exactamente la última, pero sí utilizamos el Telegram para comentar alguna noticia. Incluso si me preguntan por él le digo “me van a preguntar por ti”. Somos conscientes de que ha habido una espectacularización de la política. Desgraciadamente se ha dejado de hablar de lo importante para hablar de si nos llevamos bien o nos peleamos. Tenemos que evitar que haya más ruido que impida una candidatura unitaria.
A tres meses de las elecciones la cuestión jurídica gana importancia. ¿Se han planteado en IU ya el encaje de la candidatura?
Lo jurídico tiene que estar siempre subordinado a lo político. Lo que está sobre la mesa es el debate comunicativo, el nombre que aparece en la papeleta. Y un cosa es ese nombre y otra la fórmula jurídica con la que una candidatura se registra. Esta segunda parte es profundamente desconocida por la gente. Barcelona en Comú jurídicamente es una coalición de partidos con un acuerdo económico de distribución de dinero y que garantiza la independencia de cada partido. Pero a efectos políticos, de imagen, de comunicación y de filosofía política, lo que hay es una confluencia. Yo creo que hay que garantizar cada espacio de cada partido, pero eso es algo que se hace en el último momento. Es una cuestión de mantenimiento de estructuras.
Hablaba antes de obstáculos internos a la confluencia. ¿Cuáles son los externos?
Es evidente que si vivimos un proceso constituyente dirigido por la oligarquía consistente en consolidar y apuntalar un modelo social regresivo y lesivo para la ciudadanía y los trabajadores, quienes lo están poniendo en marcha van a buscar fórmulas para torpedear una candidatura unitaria. Hay muchos intereses económicos y políticos destinados a hacer fracasar cualquier proyecto de candidatura unitaria. Un hipotético escenario electoral donde una candidatura unitaria quede en primer o segundo lugar en las elecciones cortocircuita la operación del régimen. Sin candidatura unitaria, el régimen tiene una autopista para hacer lo que le dé la gana.
Uno de los principales damnificados, como hemos visto en las municipales, es el PSOE. Así que moverán sus hilos que alcanzan desde los espacios concretos de negociación hasta el tratamiento informativo para hacer derrapar cualquier tipo de proceso de esta naturaleza. Espero que nadie escuche los cantos de sirena de quienes quieren pactar ya con el PSOE un acuerdo de investidura y ser una oposición cómoda, como desgraciadamente fue IU durante muchos años.
¿Cree que hay obstáculos también en el seno de Podemos?
Hay diferencias de opinión y tengo fe en que Pablo Iglesias quiera construir una candidatura unitaria. Es un tipo brillante e inteligente y noto que hace un diagnóstico político del medio y largo plazo y temo que haya dentro de Podemos percepciones de más corto plazo en el que haya conformismo, aunque no las conozco. ¿Y por qué lo digo sin conocer el ámbito interno de Podemos? Porque es lógico que pase esto en organizaciones. Yo he visto en IU durante mucho tiempo cierto conformismo con porcentajes del 7% o del 10% que permitían mantener la maquinaria del aparato y una serie de contrataciones y redes clientelares y permitían incluso ser una oposición influyente. Me aterroriza que Podemos se pueda convertir en otra IU.
Pero escucho a Pablo y veo que tiene ideas distintas y confío en que tenga la mayoría en Podemos para hacer un proceso rupturista en España. Es lo que necesitamos, no él ni yo. Este país necesita una candidatura unitaria que entienda que el bipartidismo es el problema y no la solución.
Otro de esos obstáculos, y me adelanto reconociendo que quizá es algo que solo interesa a los medios, tiene que ver con el encaje que Alberto Garzón tendría en una lista electoral. ¿Será un obstáculo la posición que ocupe usted en las papeletas en diciembre?
Yo no soy un obstáculo para la confluencia. Yo puedo entrar en el Congreso por Madrid e IU estaría representada, pero ¿de qué sirve que yo esté en el Congreso si gobierna Mariano Rajoy? De nada. Ha habido rumores e intoxicaciones, pero tiene más que ver con quienes están obstaculizando el proceso que con la realidad. Si nosotros vamos a un proceso de primarias y asumimos los resultados, será en ese espacio donde se decida.
Sería en ese momento en el que las bases de IU tendrían que dar su visto bueno. En un hipotético escenario en el que Alberto Garzón no encabezara la lista por Madrid o encabezara una lista por otra circunscripción. ¿Cree que será bien recibido por los militantes?
Es un futurible que no puedo conocer. Lo cierto es que todo, lo que sea, será consultado. Y ahora mismo no se puede descartar ninguna posibilidad.
Volviendo al asunto programático, una de las cuestiones que está sobre la mesa es Grecia, el apoyo a Syriza y el tercer rescate. Ustedes votaron contra el rescate en el Congreso pero a la vez han mostrado su comprensión hacia Alexis Tsipras. ¿No es un poco contradictorio?
Creo que no hay contradicción. En Grecia tenemos un partido como Syriza que es hermano de IU desde su nacimiento. Y aunque vemos la situación en Grecia desde esa sensibilidad pero con una postura crítica, que el tercer rescate es malo para Grecia y para los griegos. Pero también hacemos una crítica profunda al diseño de la UE y la actitud mafiosa que han tenido desde el Eurogrupo. Nosotros respetamos la relación de Syriza y al mismo tiempo estamos iniciando relaciones con el nuevo partido escindido, Unidad Popular. Somos críticos sabiendo que son un partido amigo. Hay que reconocer que Syriza ha jugado con una correlación de fuerzas muy desigual para ella. Pero en la refundación necesaria de Europa, Syriza, Unidad Popular y otros actores políticos estamos en el mismo lado, en el de la gente.
¿Cree que Tsipras estuvo muy solo?
La socialdemocracia está agotada. El capitalismo en crisis está promoviendo una reforma institucional, jurídica y política para adaptar las instituciones a sus necesidades. Y esto pasa por incrementar la explotación laboral, por privatizar y acabar con los derechos laborales. Esto agota a la socialdemocracia, que no tiene cabida en la UE. Ese es el espacio que hay que ocupar.
Si usted hubiera estado en aquellas semanas de julio en la piel de Tsipras, ¿hubiera firmado aquel memorando?
No lo sé porque no estaba allí. Sería deshonesto porque no tengo toda la información y sería injusto con Alexis Tsipras porque no estábamos en su piel. Sí podemos decir que el acuerdo final es malísimo.
Keynes en 1919 cuando se firmó el Tratado de Versalles, y al estar él en contra, se marcha de las negociaciones y escribe un libro, 'Consecuencias económicas de la paz', para denunciar que ese acuerdo va a ser fatídico. Tuvo razón: la consecuencia del acuerdo fue el auge del fascismo. Keynes no era socialista, pero en aquel momento tuvo esa visión. Creo que hoy estamos en un escenario parecido. El acuerdo va a destrozar la economía griega y la gente en su frustración podría abrazar a Amanecer Dorado. Y la UE sería responsable de poner un puente de plata de entrada al fascismo.
Son las elecciones en Grecia, inmediatamente en Portugal y luego España. ¿Es la última oportunidad de salir de la espiral de la austeridad para los países del sur?
Los tiempos políticos y económicos no van a la misma velocidad. Es muy importante que la izquierda consolide posiciones y empiece a trabajar en la unidad en el marco de la UE para un proceso constituyente europeo. La pelea de los griegos, de los portugueses y de los españoles es la misma.