La infanta se defiende: “Confío en mi marido, mis ocupaciones eran otras”
La fe que emana de un amor incondicional, sumada a las complicaciones de una madre de cuatro hijos, que trabaja dentro y fuera del hogar, y además detenta un cargo institucional, forman el material que aisló a la infanta Cristina de un entorno de dinero negro, facturas falsas y otras trampas. Bajo esta premisa construyeron los abogados de la hija del rey su defensa. Y con este argumento del desconocimiento total se defendió ella durante seis horas, las que duró la cita histórica del primer interrogatorio judicial a un miembro de la familia real española.
“No lo sé”, “no lo recuerdo”, “no me consta”. Estas son las tres fórmulas que los abogados de la acusación popular llaman “evasivas” y los abogados de la infanta consideran un posicionamiento rotundo. Donde el abogado del Frente Cívico Somos Mayoría ve “un 95 por ciento” de preguntas eludidas, la defensa de Cristina de Borbón defiende una intervención “firme, taxativa y serena”, contestando afirmativa o negativamente, según el caso, y reconociendo que no recuerda algunas cosas porque ha pasado mucho tiempo.
Más de dos años ha tardado el juez José Castro en poder sentar a la hija del rey frente a él y cinco horas ha pasado el sábado interrogándola. De nada sirvió que el instructor insistiera auto tras auto en que la declaración como imputado no implica la asunción de una culpa, sino la oportunidad de explicar la posible implicación en unos hechos. Unas conductas que traducidas al Código Penal se llaman, presuntamente, delito fiscal y blanqueo de capitales. Pero en nada de eso pudo haber incurrido la infanta si, como ella insistió, nunca participó en la gestión de Aizoon, la sociedad que compartía al 50% con su marido y donde fueron a parar 1,2 millones de euros de fondos públicos previamente malversados.
La infanta no sabía del origen ilícito de ese dinero, según su dijo, pero cargó infinidad de facturas a la sociedad que lo ingresaba. Una tras otra se las fue mostrando este sábado el juez Castro, sin dejar a un lado las compras de libros de Harry Potter, los viajes al extranjero, las comidas en restaurantes caros… Unas las reconoció, otras no, y de todas dijo desconocer que fueran cargadas con su tarjeta a Aizoon. Por ejemplo, negó haber pagado clases de salsa y merengue a domicilio. Ella, siguió, no sabe bailar esos estilos y solo recibió clases de flamenco hace muchos años. “Me congratulo”, soltó el juez, de origen cordobés.
“Tengo confianza en mi marido”
Las preguntas de su abogado permitieron a la infanta Cristina dibujar una vida con más de 100 actos oficiales al año, una carga extra a su trabajo en La Caixa y el cuidado de un hogar con cuatro niños. Cristina de Borbón reconoció que firmó documentos simplemente porque Iñaki Urdangarin se los ponía delante, sin interesarse por su contenido. “Tengo confianza en mi marido”, llegó a decir, según fuentes presentes en la declaración. Esa práctica no debe ser extraña para alguien que no escribe ninguna de sus intervenciones públicas, se encargó de dejar claro, con una pregunta y su respectiva respuesta, abogado e imputada.
Tampoco sabía la infanta de las contrataciones ficticias de empleados de Aizoon, incluida la pareja de inmigrantes en situación irregular que integraban el servicio doméstico de Pedralbes y figuraban como personal administrativo. Ambos cobraban en negro, pero la infanta negó saberlo. Como tampoco conocía que la sede de la sociedad de la que poseía el 50% estaba allí mismo, en el palacete donde vivía junto a su familia.
El juez también preguntó a la infanta por el préstamo de 1,2 millones de euros que le hizo el rey y que se conoció gracias a la investigación. Cristina de Borbón admitió que solo le ha devuelto a su padre 150.000 euros y que él sabe que terminará completando el pago. Ante la insistencia del instructor, la infanta repondió: “Al final es mi padre y se fía de mí”. La infanta no supo explicar por qué el préstamo aparece en la documentación incorporada a la causa como una donación. Algunos de los presentes en el interrogatorio advirtieron un punto de emoción en las palabras de la infanta al referirse a su padre.
Aunque el interrogatorio versó principalmente sobre la actividad de Aizoon, Castro también le preguntó por el Instituto Nóos. Urdangarin ha descargado la responsabilidad de la ONG –que consiguió más de 6 millones de administraciones del PP- en su socio, Diego Torres, y éste, en el duque de Palma. Este sábado, la infanta dijo que ella jamás tuvo participación en la actividad de Nóos, a pesar de figurar como vocal, y responsabilizó a ambos de la dirección de la ONG. Varias fuentes presentes en el interrogatorio detectaron un descargo de toda la responsabilidad en Iñaki Urdangarin por parte de la infanta. Excepto en una ocasión, cuando sus abogados le mostraron varios documentos pertenecientes a Aizoon y ella negó que se tratara de la firma de su marido.
Nuevo episodio del choque entre Castro y Horrach
La infanta contestó al juez, que apenas dejó sin preguntas al fiscal. Horrach, que se ha opuesto activamente a la declaración de la infanta, apenas interrogó durante media hora, a pesar de que había preparado más de 150 cuestiones. Su enfrentamiento con Castro también tuvo reflejo durante el interrogatorio. Durante su exposición, el fiscal proyectó un extracto del auto en el que el juez se negó a imputar a la infanta en 2012. Preguntó a la infanta, si coincidía con las afirmaciones del juez, pero sin revelarle que se trataba de afirmaciones de Castro. Entonces intervino el magistrado, que explicó a la imputada que ese auto lo había dictado él, pero que desde entonces, distintas revelaciones de la investigación le habían hecho cambiar de criterio, las repasó y añadió que eran el motivo de que ella estuviera declarando como imputada.
Castro abandonó los juzgados sin hacer declaraciones, subiendo la rampa del aparcamiento en moto y con el casco puesto. Un grupo de ciudadanos, que ya podían acceder a la zona, lo reconoció y vitoreó. Al fiscal, lo recibieron con un respetuoso silencio, solo roto por algún reproche aislado. Poco antes había salido la infanta, mucho más sonriente de lo que entró. La escenificación planteada por la Casa del Rey incluía reducir la exposición de Cristina de Borbón a los medios unos pocos segundos, los que tardó en bajarse del coche y entrar al edificio, y hacer el camino inverso ocho horas después.
Miquel Roca, que dirige la defensa de la infanta, rehusó confirmar si tras la declaración pedirá el archivo de la causa contra su clienta. En su auto de imputación, Castro admitía que las presuntas irregularidades de la hija del rey difícilmente podían alcanzar el umbral de los 120.000 euros anuales, donde la ley sitúa el delito. El fiscal, que da por hecho que la infanta no delinquió, prepara un escrito para reclamarle 600.000 euros en el caso de que su marido sea condenado. En lo que coinciden varias fuentes del caso es en que la declaración de la infanta supone el penúltimo paso de la instrucción del 'caso Nóos'.