Un dirigente de La Falange declara en el juicio que el asalto a Blanquerna fue “un escrache”
Una protesta espontánea, individual, de patriotas indignados con el desafío separatista y totalmente pacífica. Así han descrito ocho acusados el asalto al centro cultural Blanquerna que tuvo lugar el 11 de septiembre de 2013, y por el que se sientan en el banquillo desde este lunes junto a otras siete personas que declararán mañana. En esa línea, el secretario nacional de comunicación de La Falange, Sergio Reguilón, declaró al tribunal que los hechos por los que se les acusa consistieron en “lo que popularmente se conoce como un escrache”.
Los quince acusados se enfrentan a penas que alcanzan hasta los 4 años y dos meses en el escrito de la Fiscalía y que crecen hasta los 16 años y 9 meses que pide para uno de los acusados la Generalitat. Mientras el Ministerio Público pide para la mayoría una condena por desórdenes públicos y un delito de daños, el resto de acusaciones suman los delitos de amenazas, contra la autoridad, coacciones, injurias y ultraje a la bandera de Cataluña.
Para evitar esa condena, las preguntas de los abogados de las defensas y las respuestas de sus mandantes estuvieron destinadas a negar cualquier tipo de orquestación, si bien todos defendieron la ideología que profesan y enmarcaron en la misma su actuación de aquel día.
Entre los acusados están los líderes de cuatro de las cinco organizaciones que poco antes del asalto habían formado La España en Marcha, una coalición de partidos ultras con la mirada puesta en las elecciones europeas del año siguiente que se dio a conocer con el asalto a Blanquerna durante la celebración de la Diada.
El primero en declarar fue el dirigente de Democracia Nacional Pedro Pablo Chaparro. Como la mayoría, aseguró que se se enteró del acto y la protesta por las redes sociales. Y allí se acercó con su novia, la también acusada Paula Mijares. “No fuimos con conciencia de delinquir sino por el amor a España”, declaró Chaparro ante el tribunal. Lo mismo hizo Reguilón. El dirigente de La Falange aseguró que se acercó “a título personal”. “Mi condición de patriota me obligaba a estar allí (...) Era una acto de exaltación independentista”, añadió.
Chaparro es el ultra que arrebata el micro a Josep Bosch, el entonces delegado de la Generalitat en Madrid. Iba a declarar en primer lugar su novia, pero ambos pidieron que lo hiciera antes él. “Mi novia, la pobre, me siguió”, afirmó el acusado. “Condeno todo tipo de violencia”, añadió durante su declaración. También negó que hubiera esgrimido la condición de inspector de Policía de su padre ante los agentes que le detuvieron y apeló a la Constitución para hablar de la unidad de España.
Su pareja admitió militar en Democracia Nacional. Por una parte, afirmó que acudió contra la celebración de un acto separatista porque la mueve “el amor a España”, aunque insistió en más ocasiones en el carácter dependiente de su novio. “Donde va Pedro, voy yo”, afirmó. “¿Va siempre detrás de Pedro?”, le preguntó su abogado. Y ella contestó: “Pues sí, para eso es el hombre de mi vida”. “¿Cómo es Pedro?, ”Muy noble, justo, de temperamento impulsivo y cuando se ataca la unidad de España, su conciencia grita“, respondió.
Chaparro y otros acusados coincidieron en que si la “protesta” duró solo un minuto y medio fue porque los invitados, entre ellos un buen número de autoridades del Estado, “se estaban poniendo un poco violentos”. Juan Luis López García es el hombre que increpa a Bosch muy cerca de su rostro. “Me encaré con él y él conmigo. De hombre a hombre, pero no le empujé”, relató. Según el acusado, lo único que le dijo al delegado de la Generalitat es “aquí no se viene a joder”.
A la pregunta de si hubo una consigna para entrar justo cuando iba a arrancar el acto, López García respondió: “Sólo la providencia quiso que entráramos en el momento justo”. Al interrogar un abogado por la actuación de otros acusados, contestó: “Soy un hombre y no un delator”.
Los ocho acusados que declararon este lunes se repartieron entre los que desconocían quién era Josep Sánchez Llibre, el exdiputado de CiU agredido, y que en la sala había magistrados del Tribunal Supremo, embajadores extranjeros y otras autoridades; y los que afirmaron saber quién es Sánchez Llibre, pero añadieron que no le vieron en momento alguno del asalto.
También declaró Iñigo Pérez de Herrasti, condenado en 2000 por tenencia de armas y explosivos con los que pretendía atentar contra un autobús de familiares de ETA. Dijo que acudió solo a la protesta y que de la misma forma se marchó del lugar. Su abogado es Pedro Pablo Peña, condenado en la misma causa, y que dos semanas después del asalto a Blanquerna dijo a Cuatro: “No se va a escindir ningún territorio de España sin que haya sangre”.
Al ser preguntado por su militancia, uno de los acusados, Javier Marcos, aseguró que ha estado afiliado a varias formaciones, incluida Izquierda Unida. El fiscal modificó su escrito de acusación al inicio de la vista porque, según alegó, el Código Penal que ha entrado en vigor aumenta las penas -5 años y medio la máxima que solicita por los 4 años y 2 meses de antes-. Este martes se reanudarán los interrogatorios, con la declaración de los siete acusados restantes.