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El embajador cesado en Bélgica dispondrá de un mes para abandonar su puesto

EUROPA PRESS

MADRID —

El embajador de España en Bélgica, Ignacio Matellanes, cesado tras una inspección interna que alertó sobre su “absentismo” y abuso de autoridad hacia sus subordinados, dispondrá de un mes para abandonar su puesto en Bruselas, han confirmado a Europa Press fuentes diplomáticas.

Este plazo es el que habitualmente se concede a los cargos que cesan en sus puestos para que puedan organizar la mudanza y hagan otros trámites personales relacionados con su salida del país.

El departamento que dirige en funciones José Manuel García-Margallo está “evaluando” si adopta medidas adicionales contra Matellanes, en concreto, si le abre un expediente disciplinario, tal y como reclama el Sindicato Independiente del Servicio Exterior (SISEX), mayoritario en la Carrera Diplomática.

Lo cierto es que el cese de Matellanes se produce cuando el embajador estaba a punto de terminar su estancia en Bruselas, pues ésta es una de las Embajadas en las que debería haberse producido un relevo ya. Sin embargo, García-Margallo optó por no nombrar nuevos embajadores en el final de la legislatura, pues se arriesgaba a que fueran destituidos con la llegada de un nuevo Gobierno. Aun así, terminar un mandato siendo cesado es una mancha en la carrera de cualquier funcionario público.

Exteriores llevó a cabo entre los pasados 9 a 11 de marzo pasados una inspección urgente en la Embajada en Bruselas después de tener conocimiento de que algo grave pudiera estar pasando en la misión, donde hasta cuatro empleados estuvieron de baja por depresión.

Tras las diversas entrevistas que la inspectora general mantuvo con el personal de la misión, elaboró un informe para el subsecretario del Ministerio, Cristóbal González-Aller, en el que alerta de “un conjunto de disfuncionalidades y anomalías muy graves”.

En el documento, al que tuvo acceso Europa Press, la inspectora sostiene que la Embajada “no parece cumplir las funciones que le son propias” como representación diplomática ante las autoridades belgas, situación “atribuible”, dice, “al modo de gestión” del embajador Matellanes.

LA EMBAJADA, PARALIZADA

La gestión diaria de la Embajada está “paralizada y desactivada por el absentismo y la negativa a actuar del jefe de misión, el vaciamiento de competencias del personal diplomático, el aislamiento de la Embajada de los consejeros sectoriales y la total ausencia de coordinación interna”.

El informe continúa llamando la atención sobre el clima de desconfianza que impera en la Embajada, donde hay “falta de comunicación” y se palpa la tensión “por el ejercicio de la autoridad por parte del jefe de misión a través del miedo, la amenaza y el enfrentamiento”, lo que se ha visto reflejado en un “nivel inusualmente alto de bajas médicas por depresión”.

La inspectora recuerda en su informe que, conforme al Protocolo de actuación frente al acoso laboral en la Administración General del Estado constituye acoso laboral “la exposición a conductas de violencia psicológica intensa, dirigidas de forma reiterada, metódica y prolongada en el tiempo hacia una o más personas, actuando desde una posición de poder, con el propósito y el efecto de crear un entorno hostil y humillante que perturbe la vida laboral y personal de la víctima”.

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