Por qué nos encontramos ante un porcentaje tan bajo de participación en la encuesta de Celeste-Tel
Los altos niveles de participación en las elecciones generales registrados en décadas anteriores no los veremos de nuevo a corto plazo. Dos poderosas razones nos llevan a esta conclusión, por un lado la drástica reducción del voto emitido por los residentes en el exterior, que en 2008 alcanzó el 31,74% y que en 2011 se desplomó al 4,95% y, por otro, la crisis de participación patente desde comienzos de siglo con una abstención al alza; 24,3% en 2004, 26,2% en 2008 y 31,1% en 2011.
La Ley Orgánica 2/2011, de 28 de enero, por la que se modificó la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, dificulta la participación electoral de los españoles residentes en el extranjero, ya que exige solicitar explícitamente con antelación el sufragio, trámite burocrático que disuade el voto como quedó demostrado en las elecciones generales de 2011, las primeras en las que aplicaba la nueva legislación y en las que tan solo hubo 73.361 votos de un total de 1,5 millones de censados en el exterior.
Antes de la introducción del voto rogado, la participación entre los expatriados superaba el 30%. En 2011 se redujo al 4,95%. En la actualidad son 1.807.642 los españoles registrados en el CERA, y esta enorme masa electoral esta sentenciada a engrosar prácticamente en bloque la abstención en las elecciones generales de 2015.
Por otra parte, está la crisis política que afecta a todos los partidos que concurrieron a las elecciones generales de 2011, con la única excepción de ERC, que es el único partido con representación en el Congreso que incrementaría hoy su número de votantes. Todos los demás, sin excepción alguna, pierden votantes que engrosan la abstención.
PP y PSOE son los que más votantes pierden. Con los datos del recuerdo de voto e intención directa del barómetro de febrero, los populares conservan el 59% de su electorado de 2011, mientras que el 22,9% se abstendría y el 18,1% se transfiere a otros partidos. En cuanto a los socialistas, mantienen el 61,8% de sus votantes de 2011, enviando a la abstención el 17,1% y trasvasan a otros partidos el 21,1%.
Traducido a número de votos, el PP incrementa la abstención en 2.490.000 censados y el PSOE en 1.201.000, y si a estas cantidades sumamos todos los votantes del resto de partidos que afirman que se abstendrían (614.000), totalizamos 4.305.000 votantes de 2011 que no votarían hoy.
Si restamos esta masa abstencionista de los votos válidos a candidaturas de 2011 (24.015.425), vemos reducido el número de votantes a candidatura a 19.710.000, pero a éstos hay que sumar el 50% (porcentaje estimado de participación) de los que han cumplido la mayoría la edad desde 2011, que aproximadamente son 582.000 y otros 567.000 de votantes intermitentes, es decir, aquellos que pudiendo votar no lo hicieron en 2011, y ahora sí lo harían.
Por tanto, el número de votantes a candidatura en estos momentos es de 20.589.000, que añadiendo el voto en blanco y el voto nulo elevan la participación actual al 59,4% del censo, por lo que nos encontramos ante una abstención del 40,6%, que es 9,5 puntos superior a la de 2011.
Las trabas para el ejercicio del voto de los incluidos en el CERA (voto exterior) aporta 1,1 puntos de los 9,5 del incremento, mientras que la crisis de partidos, que no es exclusiva del PP y PSOE, como erróneamente está extendido, explican los restantes 8,4 puntos del aumento de la abstención.
La irrupción en el escenario político nacional de Podemos y Ciudadanos se debe fundamentalmente a los votos que atraen procedentes del PSOE y PP, y aunque en menor medida también del resto de partidos. Pero es mayor el número de exvotantes del PSOE y PP que optan por la abstención que por votar a estos dos partidos; en el caso del PSOE el 14,6% de exvotantes socialistas migran a Podemos, frente al 17,1% que opta por la abstención y entre los populares el 8,3% votaría a Podemos, frente al 22,9% que se abstendría.
Si todo el voto que marcha a la abstención se transmitiera a Podemos y Ciudadanos, éstos sumarían 9,5 millones de votos entre ambos, en lugar de los 5,1 millones de votos de la actualidad. La batalla electoral decidirá si los 4,3 millones de nuevos abstencionistas persisten en su actual actitud, si deciden regresar a sus respectivos partidos de “toda la vida” o si se atreven a reforzar las nuevas opciones políticas.