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La importancia de llamarse Jorge Moragas

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, conversa con su jefe de Gabinete, Jorge Moragas, en el Congreso / EFE

Gonzalo Cortizo

Rajoy ha encargado a su sombra dirigir el rumbo electoral del PP. Esa sombra se llama Jorge Moragas, el hombre que arrastra el maletín del presidente en las cumbres internacionales y que le susurra al oído más cerca que ningún otro. Es quien sale en las fotos con Obama, el que se presta a una traducción rápida, el que se encarga de tumbar el independentismo con unos cuantos mensajes de texto. Moragas, el que se pone las gafas en la punta de la nariz para mirar por encima de los cristales en los discursos y conferencias. La sombra de Rajoy viste elegantemente, sonríe a los periodistas y viaja en moto. Es una sombra rápida.

Como casi todos en la derecha, llegó a la política de la mano de Aznar. En 1996 trabajaba en el servicio de protocolo del presidente. En 2000 se sacó el carné de afiliado y en 2002 ya era el responsable de relaciones internacionales de la formación conservadora. Mariano Rajoy decidió nombrarle jefe de gabinete en 2011 y desde entonces la sintonía entre ambos ha ido en aumento constante.

La sombra de Rajoy tiene ahora la tarea de coordinar la acción de gobierno con los intereses del PP. Muy en su estilo, Rajoy ha decidido derribar el poder de Cospedal sin moverla de la silla. Moragas es el llamado a esa tarea. El ejemplo podría aplicarse también a Sáenz de Santamaría, otra silla intacta pero tocada con el otro cambio de cargos, el que Rajoy ha escrito con tinta invisible.

La primera línea de esa coordinación buscada entre Moncloa y Génova tendrá en los presupuestos su piedra de toque. El PP quiere utilizar la ley más importante del año como si se tratase de un programa electoral. El presidente ha dado la consigna y quiere volver del verano con promesas de reducción de impuestos y el dibujo de una España en recuperada para enfrentarse al ascenso de la izquierda, señalado por las urnas el 24M.

Nadie espera que Jorge Moragas se convierta en un jefe de campaña al uso. No le han llamado para redactar lemas o preparar caravanas de campaña. A Moragas Rajoy le pide que mire más allá y encuentre la ventana de oportunidad que pueda salvarle de la derrota electoral. Para eso le ha dado más poder y le ha convertido en el jefe de la orquesta del PP. Si el encargo es que Génova y Moncloa toquen la misma música, parece lógico pensar que a Moragas la batuta le servirá en ambos edificios.

Los analistas escriben estos días que el PP responde con más Rajoy para recuperar el espacio perdido. No les falta razón. Antes mandaba Rajoy. Ahora, también manda su sombra.

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