Nuevos gobiernos de candidaturas municipalistas se alejan de los actos religiosos
La sociedad no tiene que rasgarse las vestiduras por que los políticos de la izquierda emergente dejen de ir a los actos religiosos. Es una de las conclusiones de varios expertos consultados por eldiario.es, que han coincidido en que las muestras de aconfesionalidad y laicidad de la nueva remesa de dirigentes son una manera de seguir conectando con su electorado y de reivindicar su posición ideológica y rupturista frente a las formas de hacer política del pasado.
Madrid, Santiago de Compostela, Barcelona, Oviedo, Valencia, Zaragoza, Valladolid y Cádiz son algunas de las ciudades que han estado en el punto de mira por la manera de actuar que han tenido los nuevos alcaldes con respecto a la Iglesia y a los actos religiosos. Manuela Carmena y Martiño Noriega anunciaron después de tomar posesión de sus cargos que no participarían en actos religiosos como el Corpus Christi o la Ofrenda al Apóstol. La ausencia de ambos regidores en actos litúrgicos de este calado marca un antes y un después en las relaciones de los consistorios con la Iglesia.
“Desde la lógica sociológica, hay ciertos signos rupturistas que tenemos que tomar con la misma normalidad que si un dirigente de esta izquierda participa de alguno de estos actos”, asegura Rafael Díaz-Salazar, profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Para Díaz-Salazar, experto en la sociología de la religión, no es raro que algunos políticos de izquierdas tomen partido de algunos festejos religiosos porque es un asunto popular y público.
Kichi, hermano de la cofradía del Nazareno Cádiz
El alcalde de Cádiz, José María González Santos ('Kichi'), recibió hace poco más de una semana la medalla de la cofradía del Nazareno de la ciudad. “Hay que distinguir lo que es la religiosidad popular de lo que significa la iglesia jerárquica. Este sentimiento en algunas comunidades como en Andalucía es muy fuerte”, comenta el profesor. “En la medida en la que todo actor político quiere tener relación con los grupos sociales, tiene lógica social que un político quiera estar justo donde está la sociedad”, asegura. Para todos los expertos consultados, la Semana Santa trasciende a la Iglesia puesto que es un acontecimiento más cultural que eclesiástico.
“Los antropólogos llaman a esto religiosidad popular”, apunta el profesor Feliciano Montero, profesor emérito de la Universidad de Alcalá especializado en el movimiento católico a lo largo del siglo XX. Según explica Montero, el hecho de que 'Kichi' haya aceptado ser hermano de una cofradía no implica contradicción alguna porque la Semana Santa en Andalucía “está por encima de las ideologías y de los partidos y no implica una creencia o una fe”. “Lo de las cofradías es punto y aparte”, asegura.
En este sentido, los expertos no encuentran una diferencia clara en la forma de actuar entre los políticos de la izquierda del norte y del sur de España. Creen que la diferencia radica más en la tradición cultural de la sociedad y en el nivel de secularización de las regiones. La comparativa entre países de asistencia a actos religiosos por parte de los políticos entraña mucha dificultad puesto que cada país tiene una historia y unos ciclos diferentes. En Francia, por ejemplo, se practica una separación Iglesia-Estado muy estricta y quizá Italia sea uno de los países más parecidos a España.
Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, también forma parte del grupo de políticos de izquierda que ha sembrado polémica en el ámbito religioso. Colau prohibió la misa que todos los 18 de julio se celebraba en el castillo de Montjuic en memoria del 'alzamiento'. “Tiene mucho que ver con la posición política. Los de centro y derecha son más fieles a la tradición. Los partidos nacionalistas reproducen un comportamiento semejante al de los partidos españoles nacionales porque refuerzan su identidad nacional”, puntualiza Montero.
La izquierda emergente está protagonizando con más fuerza que la izquierda tradicional la aconfesionalidad y la laicidad. La situación en el ámbito político-religioso se puede comparar con lo que ocurrió después de las primeras elecciones municipales de 1979, según Montero. “Los alcaldes de izquierdas en ese momento tenían los principios muy claros pero la realidad social del pueblo en relación con estos actos les llevó a adoptar una actitud pragmática, de no enfrentamiento”, recuerda.
¿Correcto o incorrecto?
El nuevo equipo de gobierno de Oviedo anunció que no financiaría ni procesiones ni actos litúrgicos, Zaragoza en Común propuso que los ediles dejasen de ir a misas y procesiones, exactamente lo mismo que planteó Podemos en Valladolid. “Lo correcto desde un punto de vista político es si estas decisiones y actos son bien aceptadas por la mayoría de la población independientemente de que sean votantes. Si crea división o resta votos, sería incorrecto”, dice Montero.
“Muchos de estos políticos han sido mis alumnos y sé que están actuando de manera muy moderada”, comenta el politólogo y sociólogo Lorenzo Navarrete, profesor de Íñigo Errejón y de Juan Carlos Monedero, entre otros. “Ellos no vienen con una experiencia previa de gestión pública, están repitiendo actos administrativos en los que dejan ver sus diferencias como retirar un crucifijo. En el fondo son gestos muy moderados aunque puedan parecer gestos radicales y terribles”, concluye Navarrete.