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La tensión entre Pedro Sánchez y los barones aumentará tras las elecciones vascas y gallegas

Pedro Sánchez en un acto de campaña en Euskadi. Foto: Borja Puig (PSOE)

Irene Castro

Las elecciones vascas y gallegas marcarán un nuevo punto de inflexión en la guerra cada vez menos soterrada por la que atraviesa el PSOE. Los resultados del 25S pondrán a los socialistas en un nuevo panorama que les empujará a definir plan para las siguientes semanas y meses en el que los barones difieren por completo de Pedro Sánchez.

Ferraz nunca se ha creído el amago de acabar con él por la “traumática” vía de la dimisión de la mitad más uno de los miembros de la dirección tras el hundimiento electoral en Galicia y Euskadi, pero ha pasado al ataque con dos alternativas que descolocan al sector crítico: intentar un “Gobierno alternativo” al de Mariano Rajoy o convocar un congreso exprés para zanjar el debate sobre el liderazgo.

Revalidar la mayoría absoluta del PP y el sorpasso en Galicia, sumado al previsible hundimiento en Euskadi, serían un golpe más para Sánchez, que ha acumulado consecutivamente los peores resultados para el PSOE en unas generales.

El sector crítico está determinado a responsabilizarle a él en exclusiva: “En el momento en el que tú te implicas, haciendo movimientos incluso en las listas, y como protagonista de la campaña, algo de responsabilidad tienes”, expresa un alto cargo del Gobierno de Susana Díaz. Le acusan, además, de haber llevado a las dos comunidades el debate sobre el bloqueo en España con lo que piensan que ha dado alas a Alberto Núñez Feijóo.

El sector crítico del PSOE temía que Sánchez dilatara lo máximo en el tiempo la convocatoria del Comité Federal para abordar esos resultados y, además, cree que va a intentar que no se hable de ellos, como sucedió tras el 20D y el 26J cuando el grueso de la discusión estuvo en los límites que debía tener para intentar gobernar en el primer caso y en frenarle, en el segundo.

Pero los barones también pidieron la convocatoria de ese órgano interno para debatir la postura del PSOE tras el fracaso de Rajoy. A pesar de que en julio Sánchez dijo en su intervención que se quedaría en la oposición, sorprendió a prácticamente todo el partido en la segunda jornada del debate de investidura al emplazar a las “fuerzas del cambio” a buscar una alternativa.

En Ferraz se escudan en que se está cumpliendo la resolución aprobada por el Comité Federal a finales de diciembre y que es la que sigue vigente: primero lo tenía que intentar el PP, el PSOE no apoyaría a Rajoy ni a otro líder conservador, y después podría intentar llegar a Moncloa pero sin contar con los independentistas y con las fuerzas que defiendan el referéndum en Cataluña.

Sin embargo, el entorno de Sánchez no dice que no se puede hacer “descansar la gobernabilidad de España en quienes quieren romper el país”, como defendió entonces. Ahora no lo descartan, aunque enfatizan que tienen dudas de que ERC y la antigua Convergència “cedan” en ese tema. Miquel Iceta, muy próximo al secretario general, ha avivado esa posibilidad al decir que prefiere un Gobierno sustentado por los independentistas que uno del PP. Sánchez también dijo, tras el 26J, en una reunión de la Ejecutiva que era necesario sacar a los nacionalistas “del limbo”.

Los presidentes de Castilla-La Mancha y Aragón, Emiliano García-Page y Javier Lambán, han advertido a Sánchez de que no puede plantear un “acuerdo en A ni en B” con los independentistas. “Eso el partido no lo va a aceptar”, asegura un destacado dirigentes, que da por hecho que Ferraz perdería una votación sobre esa propuesta en el Comité Federal.

Sánchez tampoco descarta consultar a los militantes sobre las posibilidades de los pactos y quitarse así de encima el veto de los dirigentes territoriales. Lo que reconocen en Ferraz es que no tendrá tiempo suficiente para llegar al Comité Federal con una propuesta de pacto cerrada con otras formaciones.

“No hay razón para que sometiera a una consulta un acuerdo con Ciudadanos que no sumaba y que no lo haga ahora”, reconoce un presidente autonómico.

El enfrentamiento ha provocado que incluso se haya tanteado desde las federaciones críticas a los miembros de la Ejecutiva para estudiar una posible dimisión en bloque de la mitad más uno de los dirigentes que acabara con el mandato de Sánchez, tal y como establecen los estatutos. Incluso algunos de los disconformes con la gestión del secretario general han descartado esa opción. “Si alguien ha tenido alguna estrategia para echar a Pedro Sánchez ha sido de una torpeza tremenda”, expresó García-Page en una entrevista en el Huffington Post.

Ante esa amenaza, Sánchez desafía a los críticos con la convocatoria de un congreso exprés que culmine en una votación el 23 de octubre, con lo que hace prácticamente imposible que tenga rival. “Busca blindarse”, critica el secretario de Organización de una de las federaciones críticas. Tampoco creen que llegue a materializarse. “¿Formar gobierno o congreso? Las dos cosas a la vez no pueden ser”, reflexiona un dirigente alejado de la órbita de Ferraz.

También Lambán y García-Page han dicho que confían en la “coherencia” de Sánchez, que evitó la celebración del congreso cuando correspondía convocarlo alegando que no se podían entremezclar las cuestiones internas con la salida institucional tras las elecciones.

Mientras el debate se ha enconado en esas batallas internas, en el PSOE ha ido desapareciendo la discusión sobre qué hacer en la investidura. Solo Guillermo Fernández Vara ha mantenido públicamente la abstención para que gobierne el PP. “Ya nadie está en eso”, reconoce un destacado exdirigente.

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