El rey inicia los trámites para abrir oficialmente la precampaña
Los portavoces de las diferentes formaciones políticas tendrán que pasar por el Palacio de la Zarzuela una vez más antes de empezar el camino que nos llevará a nuevas elecciones el 26J. El rey inicia este lunes la última ronda de contactos con los portavoces parlamentarios como un mero trámite que no servirá para proponer un nuevo candidato. La precampaña arranca esta semana.
Mariano Rajoy tampoco intentará esta vez que Felipe VI le designe como candidato. El líder del PP ha llegado a este momento sin haber hecho un solo intento para formar Gobierno tras obtener el mayor número de escaños en las urnas el 20D. Rajoy ha incumplido su anuncio de intentar con Pedro Sánchez un pacto que sabe es imposible. En Génova 13 toda la estrategia pasa por unas nuevas elecciones en las que la depresión del electorado y el descenso de participación le den a Rajoy el refrendo de más diputados con menos votos.
Para los primeros días de esta semana queda por delante una nueva sucesión de ruedas de prensa en la que Podemos, PSOE y Ciudadanos volverán a insistir en que nadie quiere a Rajoy en La Moncloa pero que la culpa es del otro.
En este escenario, el PSOE llega a la nueva situación con un Pedro Sánchez muy debilitado y con su partido en contra. Nadie entiende ahora cuál era la estrategia de ese pacto con Ciudadanos que se pretendía inclusivo y que acabó por convertir al líder del PSOE en el rey de una isla durante tres meses. Los más optimistas en Ferraz consideran que la exposición pública de Sánchez y su presencia constante como presidenciable ante la opinión pública jugarán a favor en una nueva campaña electoral. El problema es que los optimistas son minoría en las filas socialistas y muchos esperan ya la llegada de Susana Díaz, dispuesta a dirigir el partido después de la debacle desde Sevilla y sin abandonar la presidencia de la Junta de Andalucía.
El PP dibujará un capítulo más del curso de resistencia sin hacer nada al que Rajoy ha acostumbrado a todos. El líder del partido conservador fía toda su suerte a que la baja participación le rente un mínimo aumento en su número de diputados que le permita mirar hacia otro lado cada vez que se publique un nuevo escándalo de corrupción. Al del PP solo le queda por despejar la incógnita de Rita Barberá, pero viendo como se ha deshecho de José Manuel Soria, parece improbable que ese bache pueda comprometer su estabilidad.
Podemos tiene por delante aclarar los detalles de su proyecto de pacto con IU. La tarea se ha presentado como sencilla, pero no lo es tanto. Mientras sus confluencias catalana y gallega buscarán una nueva fórmula de acuerdo que les garantice el grupo parlamentario propio, Iglesias tendrá que tejer en sus listas los huecos suficientes para que la gente de Garzón encuentre el acomodo que les pronostican las encuestas. Es un acuerdo que se da por hecho, pero más complicado en la práctica de lo que parece en el imaginario de politólogos, periodistas y tertulianos.
Mientras tanto, Albert Rivera vuelve a su conflicto original. Las encuestas le señalan como el niño mimado que puede conseguirlo todo. Ese barro ya atrapó al líder naranja antes del 20D, tras una campaña durante la que pensó que llegaría a ser presidente y al final de la cual acabó pidiendo la hora. Además, Rivera necesita librarse de las fotos que le comprometen bailando con Pedro Sánchez. En los últimos días lo ha intentado ofreciendo la ficción de un Gobierno con un independiente al frente, pero será a partir de ahora cuando ambos actores tendrán que marcar distancias de la boda que escenificaron en el Congreso de los Diputados, como quien firma los pactos de La Moncloa.
La precampaña empieza. El rey se encargará de agitar la bandera verde que dará salida a la carrera repetida.