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Los últimos días del exvicepresidente de Castilla y León

El exvicepresidente de la Junta de Castilla y León Tomás Villanueva.

Laura Cornejo

Tomás Villanueva fue uno de los hombres más poderosos de Castilla y León. Con una carrera de más de 20 años en la política, y considerado mano derecha del presidente Juan Vicente Herrera, cosechó tantas adhesiones como odios.

El pasado jueves falleció inesperadamente en su vivienda de la urbanización El Montico de Tordesillas (Valladolid). Fue el fin a unos meses turbulentos para él, aunque sus males comenzaron años antes, con la investigación del caso Perla Negra, que arrancó en 2013 con la imputación de media cúpula de su Consejería, la de Economía, y cuando El País publicó el caso de la trama eólica, que implicaba a exaltos cargos de la Junta y a la propia Consejería.

Poco después, en mayo de 2015 y antes de que arrancase la campaña electoral, Villanueva anunciaba que dejaba la política. No ha sido hasta junio de este año cuando acabó doblemente citado para declarar en calidad de investigado en los dos casos. A partir de ese momento, Villanueva, que residía en la calle más cara de Valladolid, optó por pasar más tiempo en su casa de El Montico, en Tordesillas, lejos de las miradas.

Una de las primeras decisiones judiciales fue realizar una investigación patrimonial que no sólo le afectaba a él. Incluía a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos y a sus cónyuges. Inició entonces una batalla para, por un lado paralizar esa investigación, y por otro evitar las filtraciones de las resoluciones judiciales a los medios.

En esta última parte, la Junta, personada en el Caso Perla Negra, hizo causa común con él: tampoco quería que los periodistas diesen cuenta del rosario de adjudicaciones a dedo, cohechos y demás irregularidades que salen a flote mientras se instruye la causa. Pero posiblemente fue en lo único en lo que se sintió apoyado por sus antiguos compañeros de Gobierno y de partido.

Una de las primeras cosas que hizo tras conocer su citación como imputado fue pedir la baja en el PP, un partido del que fue presidente provincial durante lustros y que le hizo presidente de honor. Cuentan que la idea no partió de Villanueva, sino del PP.

A últimos de junio, Herrera, en el debate del estado de la Comunidad, se refirió a Villanueva como a “la persona” que “por designación” suya formó parte del Gobierno entre 2001 y 2015 –antes, desde 1995, lo fue por el anterior presidente, Juan José Lucas–, su nombre ya era impronunciable.

El pasado 6 de septiembre el Juzgado daba traslado de las 83 cuentas corrientes de Villanueva y su entorno que iba a rastrear el departamento de Vigilancia Aduanera de Hacienda. Esa noche tenía una cena con amigos, pero canceló su asistencia y explicó que había recibido nueva documentación que tenía que estudiar. Presumiblemente, Villanueva estaba examinando los tres folios con los números de cuenta que habían manejado sus familiares entre 2005 y 2015.

De madrugada, un diario local se hizo eco de su repentino fallecimiento y citó fuentes de la Junta de Castilla y León al relatar que, sobre las cuatro de la madrugada, se había desvanecido sin que un médico particular y el Servicio de Emergencias 112 pudiesen hacer nada por su vida. La versión no es exacta. Según pudo saber eldiario.es, Tomás Villanueva falleció mientras dormía y su esposa fue consciente de ello sobre las cuatro de la madrugada.

Horas después, sin autopsia y con un certificado de muerte por infarto, se instalaba una capilla ardiente en el tanatorio y empezaba el ir y venir de visitas. Antes de acudir, Juan Vicente Herrera hizo público un obituario en el que dejaba claro que , a pesar de conocerse desde hacía 25 años, y de haber formado parte de su gobierno durante 14 no eran amigos: “Tomás Villanueva también era una persona cercana. Seguramente su timidez vallisoletana y mi seca sobriedad burgalesa nos impidieron compartir y disfrutar de esos buenos momentos que la vida regala a quienes cultivan el afecto y la amistad. Muchas horas de ideas, proyectos, problemas y esfuerzos. Muy pocas de encuentro personal y familiar. Pese a ello, sé con toda seguridad que nos hemos dispensado el uno al otro, hasta el final, un profundo respeto”, decía.

Herrera no mencionaba una sola anécdota o la última vez que se vieron. Fue no hace mucho. Según fuentes de la Junta, Villanueva visitó a Herrera el pasado 26 de julio en la sede de Presidencia, donde pasó varias horas. El abogado del exvicepresidente no sólo es de Burgos como Herrera, sino que tiene una buena relación con él. Representa además a los empresarios de la construcción Arranz Acinas.

En concreto, se encarga de la defensa de Jesús Arranz Monje, implicado en el caso Lezo y amigo íntimo del hermano de Herrera, con quien tuvo una sociedad en Panamá y que manejó también en Panamá una sede secreta de la Junta, tal y como reveló este medio.

Tras publicarse el obituario de Villanueva, Herrera, como la mayoría de su equipo de Gobierno, acudió al tanatorio. Allí fueron también algunas personas que declararon contra Villanueva en el caso Perla Negra. La familia recibió su pésame con frialdad. Sorprendió y escandalizó en algunos círculos la presencia del presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, José Luis Concepción, que incluso acudió al entierro al día siguiente. Como magistrado de la sala de Civil y Penal examina causas de aforados, pero mantiene una buena relación con la Junta, que le pone coche oficial desde 2008.

No faltó la persona con la que siempre estuvo enfrentado políticamente, el exalcalde de Valladolid Javier León de la Riva. En Valladolid aún se recuerdan sus broncas por las autorizaciones de centros comerciales o por la elaboración de las listas de las elecciones locales en las que Villanueva, como presidente provincial del PP siempre tenía mucho que decir. Su antagonismo estaba más que reconocido, no el de otros que no faltaron al entierro.

En el aire queda, de momento, el devenir de las dos causas judiciales que tenía encina y que vuelven a poner en el punto de mira al excviceconsejero Rafael Delgado, el hombre que consiguió la imputación de Villanueva en la trama eólica tras aportar correos en los que los empresarios se dirigían a él solicitando instrucciones para conseguir parques.

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