En algún lugar hay algo que necesitas leer.
Las barbaridades de Salvador Sostres que no volverás a leer en El Mundo
- El nuevo director de El Mundo, David Jiménez, ha decidido despedir a Salvador Sostres
Salvador Sostres ya no escribirá más en El Mundo. Ha sido de las primeras decisiones de David Jiménez desde que accedió al cargo de director hace una semana. Las polémicas columnas del periodista catalán no han gustado al nuevo jefe del diario de Unidad Editorial, que ha decidido iniciar una renovación entre las firmas de Opinión.
Pero la herencia de Sostres en El Mundo es abundante. Entre sus textos, hay disculpas a casos de violencia de género, andanadas contra las mujeres y los profesores o insultos a chicas que se van de Erasmus.
Su artículo tras el asesinato de una joven a manos de su noviotras el asesinato de una joven
“Un chico normal de 21 años que está enamorado de su novia embarazada, es normal que pierda el corazón y la cabeza, si un día llega a su casa y su chica le dice que le va a dejar y que además el bebé que espera no es suyo”.
La postura de Sostres sobre la educación en los colegiosla educación en los colegios
“Pero podemos entender que educar es reprimir, que hay bien y mal, y que el temor de Dios es el único y auténtico eje vertebrador de la sociedad. Nuestro mundo es imperfecto pero podemos hacerlo mucho mejor. Los niños empezaron a extraviarse el día que empezaron a tener derechos”.
El artículo sobre el terremoto de Haitísobre el terremoto de Haití
“El mundo menstrua, como así tiene que ser. No me alegro, de la tragedia de Haití, pero estas cosas pasan y equilibran el planeta. La mayor parte de los que pueden estar en desacuerdo con este tipo de comentarios son pobres muertos de hambre que suerte tienen que éstos que están más muertos de hambre que ellos, de vez en cuando, un mal viento se los lleva”.
“Pero cuando llega en cambio el verano, todas saben lo que hacer. Y lo que muestran es lo que muestran. ”Yo quiero que me valoren por mi inteligencia“, dice la chica que no ha escrito nunca ningún libro y toma el sol en tetas. Una mujer es su cuerpo”.
Sostres y los abusos en la iglesia
“Escandalizarse por los casos de pederastia y abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica es fácil y barato, pero estas anécdotas, aunque graves y aunque deban ser castigadas, no pueden ser una enmienda a la totalidad a la mayor oenegé del mundo”.
La igualdad, según el periodista catalánsegún el periodista catalán
“La confrontación hombre-mujer es tan estéril como la confrontación entre empleado y patrón; porque los empresarios son los que pagan los derechos de los trabajadores y también porque las mujeres que intentan ser igual que los hombres tienen que saber que, a hombres, siempre vamos a serlo más nosotros y ellas van a sentirse todo el tiempo frustradas”.
Tras la muerte de José Antonio Labordetala muerte de José Antonio Labordeta
“Labordeta fue siempre un buen hombre. Un buen hombre totalmente equivocado, pero un buen hombre. Su ”puño cerrado“ y en alto del que tanto presumía fue siempre un escarnio a los millones de muertes que su ideología ha causado. Sus canciones van a sonar por última vez el día de su funeral y tal vez en algún documental de La 1 cuando dentro de muchos años vuelvan a mandar los socialistas”.
La lencería que debían llevar las mujeres
“Pero lo mínimo que nos deben ellas a cambio es esa lencería conjuntada, y jamás del tan horrible color carne. El horroroso color carne que cuando lo ves te hace pensar en la abuela de Romanones, en la tía de Antonio Maura. ¡Por Dios Santo! Una lencería conjuntada y jamás de color carne no es pedir tanto”.
Sobre las estudiantes que se van de Erasmusestudiantes que se van de Erasmus
“¿No te da vergüenza, desalmada? A tu novio no le vas a dejar todavía, ni le vas a contar los detalles, siempre a la espera de cómo evolucione con Mateo, no fuera que te dejara a la primera de cambio y te quedaras sola”.
Cuando estuvo en una biblioteca
“Allí estuvimos padres y niños, con el cierto caos que siempre impera en este tipo de reuniones pero manteniendo, dentro de todo, un considerable sentido de lo civilizado. Y una bibliotecaria con ese corte de pelo entre el Ensanche izquierdo y Jarrai, entre el lesbianismo y el PSUC -si es que no fue todo lo mismo-, y con el rostro impenetrable por tantas pasiones insatisfechas, iba y venía reclamándonos silencio”.