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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Miau

Doctor Claw

Raúl Gay

Cuando la mujer de la asociación salió por la puerta de mi casa, supe que no me iban a dar el gato que quería. En lugar de enfadarme o entristecerme, me eché a reír: ya tenía el post de la semana.

Resulta que quiero tener un gato. Durante años he dicho que no me gustaban, que yo era más de perros. A falta de pan…

Cuando era joven tuvimos una perrita en casa: Laika. Llegó con apenas semanas, era una mezcla extraña y se parecía al gremlin bueno. Estuvo con mi familia unos años, hasta que la alergia de mi hermano se volvió demasiado fuerte. Desde entonces, no ha entrado ningún animal en casa de mis padres. Ahora que vivo solo, pensé que era el momento de tener otra mascota. Lo ideal es otro perro, pero es demasiado complicado. Estuve tentado de quedarme la pecera de un amigo… Pero los peces no hacen compañía: quedan bien en el salón, decoran. Poco más. Una retrona que conocí a través del blog me dijo que un gato es lo ideal para retrones: hace compañía, puedes jugar con él y no requiere tanto esfuerzo como un perro. Así que gato. (Me han dicho que es lo único que me falta para ser el típico retrón malo de película).

Me hablaron de una asociación de Zaragoza que daban gatos en adopción. Escribí pero no me contestaban (lo hicieron días después). Así que busqué otra y encontré Zaragatos. Allí se puede ver los animales que hay en adopción con una pequeña biografía. No me digáis que no son majísimos. Yo me hubiera llevado a Amber a casa pero ya.

Bien, estas asociaciones te envían un cuestionario y luego te hacen una visita a domicilio. Imaginaba que era pura formalidad, para ver que tuviera la casa decente y que no fuera un sádico que iba a torturar al animal y después masacrar a mis compañeros. Pero la cosa fue más intensa...

Aquí tengo que escribir con pies de plomo y medir mis palabras. En ciertos asuntos, la discriminación es muy difícil de probar, casi imposible. Es la palabra de uno contra la del otro y se puede decir que me lo tomé a la tremenda, de la forma equivocada (yo mismo he dicho eso respecto a presuntas discriminaciones que afectan a otras personas). También hay que reconocer que hablamos de un gato, no de un trabajo o el acceso a una escuela... Pero me queda la impresión de que, aun sin ser una discriminación “voluntaria”, mi discapacidad fue un factor importante para que no me dieran la adopción del gato.

La mujer era claramente una amante de los gatos, quiere lo mejor para ellos. Comenzamos hablando de la casa, del sitio donde iba a estar el animal, de si había tenido mascotas… Insistió mucho en el tema de la seguridad. Mucho. Las ventanas, la vitrocerámica, la puerta de la calle… Yo le aseguraba que iba a tener cuidado, que no estaba loco y que era un tipo responsable. Pero creo que no se fiaba.

En un momento dado, y ahora comienzan las preguntas que dan origen a este post, me pregunto cómo iba a cepillar al gato. Con la mano, claro, e hice el gesto. No quedó muy convencida. ¿Y cogerlo? Igual, dije. Me miró y comenzó a decir que claro, al no tener brazos... No la dejé terminar para evitarle el mal trago y le aseguré que soy muy capaz de coger a un gato, que cogía a mi perra y que no soy un inútil total. Que vivo solo, trabajo… De nuevo, no la logré convencer. Me preguntó qué pasaría cuando me fuera de vacaciones y le dije que suelo irme unos pocos días, no estoy un mes fuera de casa; esos días tengo familiares que pueden pasar a dar una vuelta. Después y esto sí me incomodó un poco, me dijo qué ocurriría cuando me operasen y estuviera tiempo en el hospital o en casa de mis padres. No recuerdo qué respondí…

Quiso también hablar con mi asistente; me preguntó varias veces si confiaba en él. Cómo no voy a hacerlo, le decía, si vivo con él. Tampoco fue suficiente y dio la casualidad de que se juntaron en la puerta. Así tuvo tiempo de preguntarle. Al volver a casa, me dijo “no te van a dar el gato”. Nos echamos unas risas a cuenta de las preguntas.

Esto fue el viernes pasado. El lunes me enviaron el siguiente mail:

Hola Raul,

estábamos aún dilucidando el tema de la adopción, por eso no te habíamos escrito hasta ahora. Tenemos dudas, sobre todo por el tema de si tenemos algún gatico que se adapte a lo que tu quieres, y no haga ninguna trastada, de los que tenemos algunos muerden cables, otros se afilan en los sofás…(les pregunté por este tema para cubrir el sofá y los cables del equipo de música) otros son superindependientes o muy dependientes y los tienes a todas horas encima...no sabemos cual podría adaptarse a lo que tu quieres, con lo cual, al tener dudas, preferimos esperar a otros posibles adoptantes.

Como digo, entiendo que estas asociaciones quieran asegurarse de que los gatos van a estar en una casa donde sean queridos y cuidados. Pero tanto examen me parece exagerado. Los han encontrado en la calle, a veces con heridas y hambrientos. Si yo pido un gato es para cuidarlo, en casi cualquier hogar estará mejor, ¿no?

Me queda claro que no tuve suerte con la entrevistadora. Pero también tengo la sensación de que si no hubiera sido retrón, ahora estaría jugando con Amber o algún otro gato de la página. Bueno, no hay problema. Espero no tardar en poder tener uno y sin buscarlo me ha regalado este post.

Pero me surge otra pregunta: si ponen pegas para que adopte un gato, ¿qué pasaría con los retrones que quieran adoptar un bebé? Puedo imaginarlo…

______

Actualización, 24/03

Quería actualizar el post contando que a través de una protectora tengo gata. Que se llama Zara y es supermaja. Pero tengo que contar que sólo la he tenido unas horas. He descubierto que soy alérgico a los gatos. Los de la protectora vienen ahora a llevársela.

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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