Hoy os quiero hablar de un programa de La 2 titulado “Piensa en positivo”. En la web del programa nos explican de qué va:
«La 2 reafirma su compromiso con la sociedad en esta nueva temporada. 'Piensa en positivo' es un recorrido a través de las diferentes etapas necesarias para alcanzar la verdadera integración de los discapacitados. Un camino en el que se descubrirán cuáles son las necesidades para llegar a la verdadera integración. El guía será Pablo Pineda, primer europeo con Síndrome de Down en obtener un título universitario y autor del libro 'El reto de aprender'».
Por un lado, vemos que La 2 “reafirma” su compromiso con la sociedad, lo cual implica que ya era firme antes, como todo el mundo sabe. Ahora, con la nueva temporada de “Piensa en positivo”, más firme todavía. Firme firmísimo. Turgente, casi. En segundo lugar, nos dejan bastante claro que nos van a desvelar las claves de una “verdadera integración” de los discapacitados. En contraposición, por supuesto, a la “falsa integración”, esa que defienden los comunistas y los perroflautas. Tan claro nos quieren dejar que su modelo de integración es el “verdadero” que nos lo repiten dos veces, haciendo un uso liberal del copy-paste, y, por si quedaba alguna duda, nos avisan de que quien presenta el programa tiene Síndrome de Down –así, con S mayúscula–, una carrera universitaria y un libro publicado a sus espaldas.
¿Quién puede dudar, por tanto, de que se nos ofrezca una visión certera y útil de los problemas a los que se enfrenta el colectivo? Así, pues, llenos de confianza y expectación, nos sumergimos en el programa, con curiosidad y ganas de aprender.
Ya desde el principio (en el capítulo que he visto y que para mí será el último), el lenguaje que utiliza el presentador, lleno de “sueños”, de “cantos a la vida”, de “si quieres, puedes”, de “campeones” y “ejemplos de superación”, nos anticipa lo que va a venir a continuación. Que consiste, básicamente, en una imagen de la discapacidad completamente sesgada, en la que sólo se nos enseñan personas de clase media que han conseguido salir adelante por “sus propios medios”, niños arropados por “padres coraje” y abuelas orgullosísimas, el deporte como actividad que redime y da alas –ese mito fácil tan inocente y tan poco justificable en el caso de la discapacidad–, adaptaciones tecnológicas maravillosas –y carísimas– y hasta un publirreportaje de Sanitas en mitad de toda la propaganda y sin ninguna vaselina.
Vamos, una loa a la autoayuda –y, si no, atentos a la frase de la foto–, una alabanza a una sociedad atomizada en la que el único que te puede ayudar eres tú mismo y, por tanto, la protección social se vuelve innecesaria, en la que los padres sonríen por los logros de sus hijos y por la maravillosa ética protestante que han sabido inculcarles y en la que mucho más vergonzoso que lo que se muestra es todo lo que falta.
En ningún momento se hace referencia alguna a los miles de discapacitados que están en situaciones de indigencia económica debido a los gastos que la discapacidad conlleva y que el Estado no tiene ningún interés en cubrir.
Nunca se nos muestra a esas personas que van montadas en una silla de ruedas que se cae a cachos porque las ayudas de ortopedia son insuficientes, lentas y mal diseñadas. No se nos habla de los miles de retrones que están obligados a vivir encerrados en una residencia porque esta sociedad no les deja otra opción. Ni media palabra acerca de esas familias a las que supuestamente va dirigida la ley de dependencia, pero cuya limosna miserable no les alcanza para nada. Ni la más mínima mención a todas las mujeres que han tenido que dejar de trabajar para cuidar, sin retribución, a sus familiares. Sin noticias de los inmigrantes ilegales que trabajan como enfermeros o asistentes personales improvisados, cobrando muy poco y en negro, porque este país ha decidido que el gasto en dependencia es graciable y sólo justificable cuando sube el PIB..., y tampoco tanto.
Toda esta realidad ni se encuentra ni se espera en este programa. Como corresponde a la propaganda neoliberal, la solución que se propone es que cada uno se se saque las castañas del fuego. Desde luego, la solución más barata que uno puede imaginar. Por supuesto, el presentador no dice “discapacidades”, dice “capacidades diferentes”. Que hablar también es barato.
Como ya hemos explicado en este blog varias veces, el “si quieres, puedes” tiene dos problemas importantísimos:
Por un lado, la negación implícita, y lógica, del eslogan es “si no puedes, es porque no quieres”, con lo cual, a la opresión económica y al desamparo social, añadimos la censura moral: “Si estás en el pozo, por algo será. No eres lo suficientemente fuerte, no te esfuerzas, no lo deseas con la suficiente intensidad. Aprende de Pablo Pineda y échale huevos, nenaza”.
Pero es que, además, es mentira: hay multitud de ocasiones y de historias personales en las que, “aunque quieras, no puedes”. Es mentira que, echándole valor, salimos todos adelante. En muchas ocasiones, los ciudadanos necesitan que su país, sus redes de protección social, los ayude y, como esto es cada vez menos frecuente, el mundo color de rosa que La 2 nos vende con su propaganda es sólo una parte de España. Hay otra parte que se ahoga en la pobreza, en la miseria y en la indignidad.
Por eso, desde aquí propongo que le cambien el nombre al programa y lo llamen de ahora en adelante “Piensa en positivo... y no mires mucho a tu alrededor”.