No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.
Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com
La vida está hecha de casualidades. Quieres una cosa, se tuerce y surge algo mucho mejor. La idea era hacer una escapada al País Vasco con un amigo con el que he hecho muchos viajes (Inglaterra, Bruselas, Valencia...). Pero el susodicho me dio largas y largas hasta darme un plantón de tomo y lomo. (Sí, sé que lo está leyendo; gracias por rechazar mi propuesta). Así que andaba yo enfadado como un mono, sin más expectativa que pasar 2 semanas de vacaciones en Zaragoza. Turismo urbano y tal. Vermut, cenas, una copa a la noche... No pintaba mal, pero me apetecía salir de esta ciudad-horno.
Lo hablé con una amiga que está muy metida en temas de discapacidad y me dijo:
-¿Por qué no te vienes unos días a Barcelona?
-Me apetece, pero no puedo viajar solo...
-Hombreee... Con un AP.
Y pensaba en mi AP y no me veía con él varios días por las Ramblas. Pero me habló de personas que tienen su curro y de vez en cuando hacen asistencias personales para retrones que quieren hacer un viaje. Debe de ser muy normal, pero yo no tenía ni idea de que existiera esta figura. De hecho, en aquel artículo sobre viajes con amigos, se me reprochó que no hablara de APs. Ahora pienso que tal vez se referían a este tipo de AP y no al que convive conmigo... En ese caso, aceptamos barco :) Aunque insisto en que ambas opciones pueden ser compatibles.
Pero volvamos al viaje. Me dio la venada, busqué conciertos interesantes en alguna ciudad conectada con AVE y descubrí que el gran Andrés Calamaro actuaba en el Circo Price el 23 de julio. Sin tener ni AP ni nada, reservé 2 entradas y pregunté por hoteles cercanos y accesibles. Resulta que el Circo price es una maravilla para los discapacitados. Todo llano, hay zonas específicas en las primeras filas (se ve de lujo) y yo compré mi entrada y la de mi AP casi al precio de 1 normal. Fantástico.
Al poco de reservar las entradas, me llamó mi amiga y me dijo que había conocido a una AP que vivía en Madrid y que en un par de días iba a pasar por Zaragoza. Perfecto. Contactamos, tomamos un té y quedamos en cerrar los detalles del hotel, horarios de trenes y demás.
Comprar los billetes no fue sencillo. Creo que todos tenemos un concepto parecido de la web de renfe... Resulta que no había forma de elegir la plaza H, la reservada para sillas. Tuve que llamar varias veces por teléfono a un 902 y aun así ya en la estación de Atocha, al volver a Zaragoza, tuve problemas. (El tema de la plaza H da para un post entero; en un futuro...).
Después, hubo que buscar hoteles adaptados. Llamé a varios de los que me recomendaron en el Price pero o bien eran caros o bien no estaban realmente adaptados. Pregunté en twitter y recibí muchas respuestas. De nuevo: o caros o falsamente adaptados (escalones para entrar al ascensor, por ejemplo). Finalmente, escogí el Hotel Paseo del Arte y desde aquí quiero decir que tiene una accesibilidad muy deficiente. La habitación es pequeña, no se puede girar con la silla de forma cómoda y es imposible entrar hasta el asiento de la ducha con la silla pues hay una puerta de cristal que no se abre. No volveré por allí. (Si alguien conoce hoteles realmente adaptados cerca de Atocha, agradeceré que lo ponga en los comentarios).
Llegó el día. Salí del tren, pregunté por la calle del hotel... y me perdí. Era inevitable: tengo tanta orientación como brazos. Cuando lo encontré, subí a dejar la bolsa y a ponerme guapo, que @madrereciente me esperaba en la puerta. Después de muchos tweets, correos y elogios mutuos en nuestros blogs, íbamos a desvirtualizarnos. Fuimos a dar una vuelta por el Retiro y charlamos de discapacidad, de política, de periodismo... Como un turista de pro, me hice unas fotos en en lago y en el Congreso de los Diputados. Después, corriendo al Circo Price, donde ya me esperaba Elena, mi AP.
El concierto estuvo muy bien. Al señor Calamaro le sobran algunos kilos y la mala vida le ha debido afectar a la memoria, porque tenía que leer las letras en unas pantallas puestas en el suelo del escenario (Bowie hacía lo mismo). Como he dicho arriba, un sobresaliente para la atención a retrones.
Yo nunca había viajado con un AP y cuando me lo propusieron tuve muchas preguntas: ¿Hay que ir todo el día juntos? ¿Cenamos y desayunamos juntos? Y si quedo con alguien más, ¿le digo que nos vemos en un par de horas...? Supongo que cada uno se organiza con el AP. Elena venía de pasar unos días en Portugal con un retrón, su hermano y su cuñada. Es diferente a ir solo...
Cuando lo dije en casa, alucinaron. Mi madre dijo a mi padre: “¿Ves? Nos pasa por criar a un hijo independiente”. La verdad es que no tenía ningún apuro, ni nervios. Poner las prótesis no es complicado, sólo un poco rollo. Y lo del baño... tanta gente me ha acompañado ya que no me importaba. ¿Cuál es la diferencia entre viajar con tu AP o contratar uno? ¿Por qué hice lo segundo? No tengo claras las respuestas. Pero estoy convencido de que fue una buena decisión.
Todo salió de maravilla. Fue una experiencia muy buena y seguro que repetiré. En varias ocasiones, para ir a conciertos fuera de Zaragoza, he pagado la entrada a algún amigo o amiga. Tal vez sea más sencillo buscar un AP de viaje...
Y vosotros, ¿habéis viajado alguna vez con AP?
Sobre este blog
No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.
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