- El otro día leyendo por internet me topé con esta noticia. La colgué en mi muro de Facebook y vi algunas justificaciones: que si era por una semana, que si era la “mejor” solución. Esto me hizo pensar mucho en las prioridades de cada uno.
Como bien sabéis estos días atrás se ha celebrado la Semana Santa. Aquí en Sevilla es algo muy tradicional, así que paraliza prácticamente toda la ciudad. A mí no me gusta porque, cuestiones religiosas aparte, soy alérgico a las multitudes, me agobian.
El otro día leyendo por internet me topé con esta noticia. La colgué en mi muro de Facebook y vi algunas justificaciones: que si era por una semana, que si era la “mejor” solución. Esto me hizo pensar mucho en las prioridades de cada uno.
Creo que, cuando hay acontecimientos de este calibre, debemos tener en cuenta muchos elementos que inciden directamente en nuestra manera de actuar.
¿Por qué hay que asfaltar la calle? ¿Es más necesario que haya sillas para los “capillitas” que dejar pasar a los retrones? ¿Quién decide eso? ¿Por qué?
Son muchas preguntas las que me vienen a la cabeza. Y es que vivimos en una sociedad en que prima lo económico, cuanto más dinero mejor y estamos perdiendo de vista los puntos fundamentales para construir una sociedad más funcional y moderna y esto es una cuestión de educación.
En Países como Japón o Suecia, sus sociedades son muy respetuosas con los tiempos y las personas. En el caso del país nipón tienen un orden establecido para, por ejemplo, entrar en un ascensor. Se hace de la siguiente manera: El más joven, en principio en un golpe de vista se puede distinguir, pasa al fondo del mismo y así por orden de edad, así que el último que entra es la persona más anciana o con más problemas de movilidad. Esto no es casual, lo hacen porque en caso de accidente pueda salir primero .
En Suecia igual. Quien llega más temprano al trabajo aparca más lejos de la puerta porque así quien llega tarde puede aparcar más cerca y pierde menos tiempo. Es una cuestión de pensar en el otro, de construir una sociedad más educada, más cívica, donde todos nos ayudemos unos a otros. Sé que puede sonar muy utópico, pero en el norte de Europa, y gran parte de África, tienen este concepto muy arraigado. En el caso de los africanos hay una palabra que los que informáticos y amigos del software libre conocerán muy bien: Ubuntu.
Según Desmond Tutu una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos.
Las zonas azules para retrones, que no son las mismas con las que el actual alcalde ha inundado Sevilla, son un tema controvertido. Hay mucha gente que se piensa que por cinco minutos “no pasa nada”. Sí pasa, señores. Están ocupando un sitio que no les corresponde y sobre todo dan por sentado que somos gente de segunda. El concepto de estas actitudes es un profundo sentido de la propiedad, de lo que uno merece las cosas porque sí, y estas cosas me dan mucha rabia. No hay una conciencia colectiva para con el otro, lo primero soy yo.
Creo que, para crecer como sociedad, es necesario revisar las prioridades, preguntarse si realmente estamos favoreciéndonos a nosotros mismos o, si por el contrario, nos estamos haciendo un flaco favor como sociedad. ¿Es lícito tener que pisar al de enfrente para conseguir nuestros objetivos?
¿Serán capaces los organismos públicos de considerar intocables cuestiones como la accesibilidad? ¿Es más importante el dinero que el bienestar de los ciudadanos?
Me siguen surgiendo muchas preguntas y espero que a vosotros al menos os haya hecho pensar que las cuestiones que nos afectan no son baladíes. Son una manera de tratar de “igualar” de alguna manera los accesos a la sociedad que, en muchos casos, no es nada fácil.
Por tanto, deberíamos plantearnos no cruzar ciertas lineas rojas que, en cualquier momento, podrían ser en un futuro, derechos de cualquiera.