Ante lo ocurrido con la polémica sobre Pablo Echenique me dispongo a dar mi opinión más allá de los 140 caracteres que me permite Twitter.
Sí me gustaría, antes de seguir estas líneas, apoyar a todos los asistentes personales que se encuentran en una situación precaria, fruto de la crisis en la que estamos inmersos y de la falta de voluntad política (pasada por agua y dos reformas laborales).
Por otro lado, mi respeto y apoyo al que fue, junto con Raúl Gay, creador de este blog, y que ha recibido todo tipo de insultos y juicios sobre su persona durante estos días, cuando él mismo pidió perdón aun cumpliendo con la legalidad y sin estar obligado a pagar la Seguridad Social de su asistente, con el que, además, tenía una gran relación. No entraré en la ética o la legitimidad, porque no me considero quien para cuestionar a nadie ni es este el espacio para ello.
Para los que quieran conocer de primera mano lo ocurrido tienen aquí este artículo y su propia explicación al respecto.
Por resumir, se le achaca a Pablo Echenique contar con los servicios de un asistente personal durante 30 horas al mes y cometer la presunta irregularidad de no regularizar la situación del empleado. Según Rafael Gordillo, profesor de Derecho del Trabajo, todo parace indicar que la relación entre Pablo y su asistente nunca estuvo bajo el ámbito de aplicación del Estatuto de los Trabajadores.
Es una pena que hayan intentado cortar la cabeza a Pablo Echenique por intereses partidistas o por la supuesta ética que se suele exigir en el ojo ajeno, No obstante, ha sido positivo a la hora de sacar a la luz una figura bastante olvidada: el asistente personal. Como ha dicho el mismo Echenique, esta es una oportunidad que nos brinda hablar de “la dependencia y denunciar la injusta y dolorosa situación a la que una clase política al servicio de los privilegiados ha condenado a millones de dependientes y sus familias en nuestro país”.
Ahora que por fin ha interesado el tema, de rebote, vamos a hablar de ello. Toda la polémica suscitada es una gran y estupenda excusa para hablar de lo que no interesa. Porque la realidad es que tras los brutales recortes en la Ley de Dependencia, “nuestro sistema obliga, por tanto, a que yo y cientos de miles de dependientes tengan que ser obligatoriamente asistidos por sus familiares, sin derechos y esencialmente gratis”, denunciaba Echenique en su explicación.
Si he escrito estas líneas es para que nos lleve a reflexionar y dar un paso adelante hacia los derechos de las personas con diversidad funcional así como a sus asistentes personales. Para empezar, la asistencia personal debería ser un derecho humano y por tanto, gratuito y universal pagado por todos.
La precariedad laboral de los asistentes personales
Iñaki Martínez, presidente de la Asociación Española de Asistencia Personal (ASAP) y asistente personal, explica que las condiciones de trabajar en negro están a la orden del día en el colectivo, que actualmente es “una profesión de paso por las condiciones laborales”. Por tanto, desde ASAP consideran necesaria una regulación laboral y una formación adecuadas en su colectivo.
El asistente personal es una figura de apoyo para que las personas con diversidad funcional “sean libres de vivir, de equivocarse, de ser independientes y que tiene el lugar de trabajo la vida de otra persona sin ser un espacio físico concreto”, explica Iñaki. “Para desempeñar ese trabajo hay que tener unos conocimientos y es una profesión compleja y es necesaria una regulación contando con los propios asistentes”.
“Lo que hay actualmente es un escenario de supervivencia entre asistentes personales y personas con diversidad funcional”, prosigue Iñaki. La cuestión es que “se está empezando a aceptar como normal este funcionamiento, y ese es el especial problema, porque es algo generalizado. Es el momento de cambiar de escenario para que sea de derechos garantizados para ambas partes”.
Por otro lado, es necesario que la contratación de los asistentes personales no sea tan precaria ni fuera del sistema económico. La realidad de nuestro país es que tal y como argumentó Echenique “mucha gente humilde”, como el caso de su asistente, se ve empujada a “participar de la economía sumergida”.
Ley de dependencia: una quimera
La falta de financiación y de voluntad política ha hecho fracasar una ley insuficiente que debía ser el embrión del cuarto pilar del estado del bienestar. Por tanto, si queremos sacar algo en claro de todo ello, es más preciso revisar la regulación laboral y de seguridad social aplicable a las personas que realizan este tipo de prestaciones.
La realidad es que un total de 1.180.435 personas está en situación de dependencia reconocida en España lo que supone que el 2,5% de la población. Los recortes a la dependencia acumulados ascienden, según el último Dictamen del Observatorio de Dependencia, a 2.865 millones de euros.
Como explica la Federación de Vida Independiente FEVI, “cada vez se hace más evidente la necesidad de disponer de una norma estatal para la provisión de asistencia personal, desligada de la mal llamada «Ley de Dependencia», que cumpla lo estipulado en la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad”.
Prosigue FEVI, “la realidad es que en España existen otros «pablosechenique» poco afortunados, con unas prestaciones precarias (…) sin acceso al mercado de trabajo, beneficiarios de una pensión no contributiva escasa… Esto aboca a estas personas a contratar asistencia personal al margen del mercado regular de trabajo o a recibir apoyos de la familia”. La realidad es que más de 125.000 personas han fallecido en los últimos cuatros años sin llegar a recibir las atenciones a las que tienen derecho, según la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales
Los cuidados son de las mujeres
Algo también curioso y digno de destacar por toda la polémica suscitada es que ninguna de las críticas se ha basado en preocuparse en la carga que reciben miles de mujeres –y algunos hombres- que hacen frente a las tareas del hogar y al cuidado de las personas con dependencia, tarea que además requiere de una formación previa. Se ha hecho mucho énfasis en los derechos de la clase trabajadora, pero poco se ha hablado de la madre o la mujer de Pablo que se han hecho cargo de los cuidados del mismo durante mucho tiempo. Ni que decir tiene que los derechos de los trabajadores/as son para todas y no sólo para los que trabajan por cuenta ajena o fuera del hogar. Muchas deberían recibir ayudas por parte del Estado por los cuidados que asumen mientras se regula la figura de la asistencia personal.
Quizá la falta de ética o legitimidad que critican algunos con más o menos acierto sobe Pablo y todo el revuelo montado nos haya servido a todos para denunciar la situación en la que se encuentran las personas con discapacidad, así como las que prestan sus cuidados.
La ética es para los otros. Esa misma ética que ahora se le exige al político es la ética que echamos en falta los olvidados. Ojalá se esmeren de la misma manera y exijan la igualdad para todas nosotras, asistentes personales o personas con diversidad funcional. Y entonces esa misma ética que ahora nos lapida a algunos sirva para que seamos tratados de igual manera y no como ciudadanos de segunda.