No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.
Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com
De repente, mires donde mires, hay cuerpos desnudos, gordos y flacos, velludos y depilados, con piernas y sin ellas, frágiles y fuertes, femeninos y masculinos, con sillas de ruedas y sin ellas, distróficos... Una maravillosa amalgama de vida que rezuma sensualidad y sexualidad.
Ignácio Fernández Sáez
“La uniformidad es la muerte; la diversidad es la vida” --- Mijail A. Bakunin
Salgo de Madrid dándole vueltas a la cabeza, nervioso por el encuentro que voy a tener. Intentando manejar la incertidumbre, voy hacia un taller de post-porno. No conocía esa palabra, pero ahora sé que es gente que lucha y se apodera del porno para crear nuevos imaginarios donde no valen las dicotomías que nos enseñan en las escuelas, en la televisión, en las malditas vallas publicitarias. Dicotomías que, por desgracia, nosotros hemos perpetuado, insultando a la gorda en el colegio, riéndonos de la diferencia. Porque así es como nos han educado. En su imaginario no existe lo bello y lo feo, ¿me pregunto si no existe realmente o se desdibuja?, no existe el hombre o la mujer, no existe lo capaz y lo incapaz, no existe lo válido y lo minusválido, pero sí existe la celebración de la diversidad humana en su sentido mas amplio.
Al llegar allí, enseguida noto esa sensación de sentirme en mi sitio. Noto las ganas de crear algo, que haga que todos esos cuerpos disidentes que estamos allí se empoderen, que tomen conciencia de que la riqueza humana está en la diversidad, no en los estereotipos, no en los clichés impuestos y, sobre todo, en que la uniformidad de mentes y de cuerpos no es otra cosa más que fascismo, aunque lo quieran llamar “lo normal”. El debate surge entre estos dos colectivos destinados a luchar juntos por pura inercia, por una afinidad total como colectivos socialmente marginados por salirse fuera de lo “normal”: la gente con diversidad funcional y aquellos que investigan sobre género y post pornografia, aquellos que intentan visibilizar esos cuerpos no normativos, que la sociedad rechaza por deformes, por andróginos. En definitiva, por diversos.
Al principio, no sé como saldrá, parece difícil poner a 20 personas a gozar conjuntamente con sus cuerpos y sus mentes. Pero la gente de Post Op y quienes estamos allí, hacemos que aquello fluya de una manera espontánea, suave, sin tensiones, con humor y risas y, sobre todo, con la complicidad y la fuerza que tiene este encuentro. Somos cuerpos a los que la sociedad sólo ha enseñado a ser deseantes pero no deseados, una sensación que se esfuma cuando entramos en aquella habitación, cálida, acogedora con nuestros compañeros y compañeras de viaje, más experimentados en estos menesteres. Han traído una gran cantidad de objetos, juguetes y utensilios para que los cuerpos se estremezcan y gocen, para poder erotizar todas las partes del cuerpo y ¡vaya si lo consiguen! De repente, mires donde mires, hay cuerpos desnudos, gordos y flacos, velludos y depilados, con piernas y sin ellas, frágiles y fuertes, femeninos y masculinos, con sillas de ruedas y sin ellas, distróficos... Una maravillosa amalgama de vida que rezuma sensualidad y sexualidad.
La experiencia es potente, política, radical, liberadora, educativa y me voy con esa sensación de haber puesto en práctica lo que tantas veces he pensado. una libertad más allá de clichés, más allá del sexo encorsetado que tenemos aprendido y, sobre todo, salgo de allí haciendo un gran corte de manga a una sociedad que quiere imponerme unos cánones de belleza falsos, caducos e impuestos desde la heteronormatividad y el capitalismo.
No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.
Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com