Sevilla aprueba volver al formato corto de Feria en un referéndum más ajustado de lo previsto: sólo 4.000 votos de diferencia

Ambiente en las calles del Real en la pasada Feria de Abril.

Antonio Morente

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Sevilla vuelve a una Feria de Abril tradicional, que levanta el telón el Lunes del Pescaíto y lo baja el domingo con los fuegos artificiales. Así será desde el año que viene, y así se ha decidido en un referéndum más ajustado de lo previsto que se ha resuelto por una diferencia de sólo 4.079 votos. El regreso al formato clásico (que se cambió en 2017 en otra consulta popular) ha sido respaldado por 55.435 votos, el 52% de los 106.791 emitidos. La opción de dejar las cosas como están (de sábado a sábado, un día más de fiesta) lo han apoyado 51.356 participantes (el 48%) en este proceso en el que estaban llamadas a participar 584.265 personas.

Termina así esta singular cita con las urnas, sacudida por el rifirrafe político y por las denuncias de irregularidades lanzadas este jueves por Facua, que ha detectado “casos de suplantación” de identidad. Y se intenta de esta manera confeccionar una Feria todavía más ajustada a lo que demanda el público local, poniéndole puertas a las multitudes con un sábado menos y recuperando el concepto de pre Feria (en el fin de semana previo) tan del gusto de muchos de los sevillanos que tienen caseta.

Aunque el Ayuntamiento hispalense se ha declarado formalmente neutral, el alcalde, José Luis Sanz (PP), ha ido proclamando a los cuatro vientos que prefiere la Feria de antes, que el formato con un día más “no hay cuerpo ni bolsillo que lo aguante”. Un enfoque que no deja de encerrar su contradicción si tenemos en cuenta que venimos de la edición que se ha proclamado la más exitosa y multitudinaria de la historia, con 3,1 millones de visitantes, uno más que en 2022.

Un triunfo muy ajustado

Como ya ocurrió en la consulta popular de 2016, aunque ahora en menor medida, el problema vuelve a ser el de representatividad: los 106.791 sevillanos que han participado suponen el 18,25% de un censo electoral de 584.265 personas. Hace ocho años hubo 40.659 votos, una participación de sólo el 6,91%, aunque entonces la victoria de la opción ganadora fue mucho más rotunda con el 61,81% de los apoyos. De una diferencia de más de 38 puntos porcentuales se ha pasado ahora a sólo cuatro, 52%-48%.

El delegado de Fiestas Mayores, Manuel Alés (PP), ha reconocido que el gobierno local es “consciente de lo ajustado” del resultado, aunque ha puesto el acento en que el “éxito rotundo” de participación lo “legitima absolutamente”. De hecho, el gobierno local ya consideraba avalado si llegaban al 15% los que votaban, una cifra que al final ha escalado hasta el 18,25%.

Alés se ha agarrado especialmente a la comparación con el referéndum de 2016: ha habido 66.000 votos más, lo que supone un 262% más y una diferencia de 11,3 puntos porcentuales. Todo ello en un proceso “limpio y transparente” por mucho que denuncie Facua, una consulta “igual que la de 2016 pero con más garantías” con la fiscalización de funcionarios públicos, el secretario municipal y un notario.

Lo que también ha recordado el delegado es que el referéndum se ha convocado en cumplimiento de una promesa electoral del alcalde, José Luis Sanz. Atendiendo a que lo que ha definido como “encuesta” no tiene ninguna “validez jurídica”, ahora el siguiente paso es llevar los resultados para que los valide un pleno municipal en el que el PP no tiene mayoría absoluta. Y aunque Podemos-IU ha dejado en el aire su respaldo tras la denuncia de Facua, Alés confía en que los grupos políticos sean “sensibles” y respeten el resultado de un proceso en el que han participado casi 107.000 personas, lo que no ha evitado su acusación al PSOE de intentar “enfangar” el procedimiento.

Ahora, a ver qué pasa con el festivo

El formato tradicional se recuperará para la edición de 2025, en la que está por ver qué pasa con el festivo que en el referéndum de 2016 se aprobó que tuviera siempre la Feria y que estos años se ha ubicado en el miércoles. El PP ha amagado con devolverle al patrón San Fernando (el 30 de mayo) el festivo local que perdió por esta decisión, pero en el primero de los tres días que ha durado la votación Sanz se descolgó con la posibilidad de que no sea laborable el martes de farolillos, una oferta electoral que no había planteado hasta entonces.

De esta manera se clonaría la idea de la Feria larga, que permitía un mayor disfrute del pescaíto y el alumbrao al ser el sábado por la noche y no ser laborable al día siguiente. Otra cuestión es la de los fuegos artificiales que cierran la fiesta, que ahora vuelven a un domingo en el que llevaban años con una humilde asistencia de público por aquello de que al día siguiente había que trabajar o ir al colegio.

La dinámica de la fiesta... y su facturación

La intención del gobierno local es introducir más cambios en la fiesta, para ajustar por ejemplo el horario del paseo de caballos, mejorar una movilidad que este año ha dado quebraderos de cabeza o ampliar en 300 las 1.056 casetas actuales. Esto último, otro compromiso electoral, está por ver para cuándo se hace y si se acomete en al menos dos fases.

La cuestión es ver cómo vuelve a cambiar la dinámica de la Feria con un formato que en teoría se lo pone un poco más difícil al que venga de fuera: ¿seguirá igual de masificada? ¿Se mantendrá el retraso en llegar al Real de caballistas y feriantes? ¿Estará igual de concurrido el último día de fiesta? La defensa del modelo clásico ha propiciado una curiosa unión de feriantes conservadores y movimientos ciudadanos que denuncian la turistificación de la ciudad y sus fiestas, criticando que el evento se ha puesto al servicio de turistas y hoteleros, que por su parte han defendido la Feria larga. Todo ello conforma un pastel que tiene como guinda una facturación de casi mil millones de euros que, sobre el papel, se resentirá al haber un día menos de farolillos.

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