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La exposición sobre Auschwitz se olvida de las víctimas españolas de los nazis

Parte de la exposición de Auschwitz de Madrid / Jesús Varillas

Carlos Hernández

Cientos de paneles informativos, veinticinco salas, 600 objetos originales y una extensa audioguía que invita a prolongar la visita durante más de tres horas.

Aportaciones de colecciones privadas, de instituciones y museos como el Estatal de Auschwitz-Birkenau, el United States Holocaust Memorial and Museum y el Centro de Conmemoración de la Shoah. Todo es magnífico y está bien cuidado en la exposición sobre el campo de concentración de Auschwitz que se exhibe desde el pasado mes de diciembre en Madrid. ¿Todo? Hay quienes piensan que no. Los responsables de la muestra han tenido un olvido que ya ha comenzado a ser denunciado por algunos investigadores y por asociaciones memorialistas como la Amical de Ravensbrück y la ARMH. Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos se ha olvidado, casi por completo, de las víctimas españolas de los campos de concentración nazis.

Los miles de visitantes que ya han pasado por la exposición salen con una idea muy completa sobre el III Reich, La Solución Final y el funcionamiento de la fábrica de matar que era Auschwitz-Birkenau. Sin embargo, apenas reciben información sobre los miles de españoles que también vivieron, sufrieron y murieron tras las alambradas nazis.

La cara española del Holocausto se limita a tres pinceladas, aisladas, difusas y hasta equivocadas. De las más de dos horas de narración recogidas en la audioguía, se dedican exactamente 19 segundos a hablar de los cerca de 10.000 republicanos españoles que fueron deportados a los campos de concentración de Hitler: “Al menos 7.000 fueron enviados al campo de concentración de Mauthausen —se dice en la grabación—. Donde al menos 3.500 murieron”.

Una narración breve y además errónea, porque la cifra real de españoles muertos en ese campo alcanza un mínimo de 4.816; un 30% más de lo que se dice en la audioguía. Ya en la propia exposición solo hay dos referencias en clave española: un panel en el que se cita los nombres, sin más explicación, de algunos de los compatriotas que pasaron por Auschwitz y el dibujo hecho, supuestamente, por un SS del cadáver de un español que se suicidó lanzándose contra la valla electrificada de Gusen, un subcampo de Mauthausen. En el texto que le acompaña también se ofrece una cifra errónea, en este caso por exceso, del número de compatriotas que murieron en este subcampo.

Fuera de la exposición ha quedado la historia de los más de 2.000 españoles y al menos 300 españolas que acabaron en los campos de concentración nazis por pertenecer a la Resistencia que luchó en Francia contra las tropas de Hitler. Fuera ha quedado también la responsabilidad directa que tuvo Franco y su ministro de la Gobernación, Ramón Serrano Suñer, en la deportación a Mauthausen de más de 7.000 españoles que habían sido capturados por la Wehrmacht durante la invasión de Francia. Fuera ha quedado la triste odisea de decenas de miles de judíos de origen sefardí, y por tanto de origen español, que acabaron en las cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau porque el régimen franquista rechazó el ofrecimiento que le hizo Berlín para repatriar a “sus judíos” y salvar así sus vidas.

Paradójicamente, la exposición sí hace mención, y es la tercera y última cita en clave española, a Ángel Sanz Briz, el diplomático franquista que salvó la vida de miles de judíos en Budapest. El texto que acompaña a la foto de Briz, sin embargo, no menciona que este realizó la heroica misión incumpliendo las órdenes que le llegaban desde Madrid de no inmiscuirse en lo que el régimen franquista consideraba “asuntos internos” de Hungría.

Se puede rectificar

Luis Ferreiro, director de la exposición, ha contestado a estas críticas y ha explicado a eldiario.es cómo fue la génesis de la exposición. “Quizás podríamos haber dedicado más espacio a estos temas que afectan directamente a España, pero la narrativa de Auschwitz es ya de por sí demasiado amplia como para resumirla en una sola exhibición —afirma—. Agradezco y asumo todas las críticas. La responsabilidad es nuestra, de Musealia, la empresa española que ha trabajado durante años para hacer realidad esta exposición. Hemos contado como comisarios con tres prestigiosos historiadores internacionales y con el equipo del Museo Estatal de Aushchwitz-Birkenau”.

Ferreiro niega rotundamente cualquier tipo de consigna política para esconder la historia de los republicanos españoles o las vinculaciones de Franco con el Holocausto y recuerda que la exposición tiene vocación internacional ya que nació con el objetivo de ser exhibida, después de Madrid, en seis ciudades europeas y en otras siete del continente americano.

Aún así y teniendo en cuenta que Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos permanecerá en la capital de España hasta el mes de junio, su director asegura que “la exposición, como grupo, va a estudiar posibles ampliaciones o cambios” encaminados a corregir los errores y las carencias que se han denunciado. Ferreiro cree, no obstante, que “la historia de los españoles que pasaron por los campos de concentración nazis merece una exposición propia —concluye—. Ojalá pueda realizarse algún día”.

Mientras llega ese momento, si es que llega, la escritora y miembro de honor de la Amical del campo de concentración de Ravensbrück resumía recientemente en el diario Público el sentir de los descendientes de las víctimas: “¿Hasta cuándo vamos a tener que soportar en este país la afrenta de la tergiversación de la realidad histórica, las ocultaciones e infamias, la indiferencia contra aquellos luchadores antifascistas que tomaron partido contra la injusticia, y tras combatir el fascismo en España, lanzados al exilio en 1939, fueron internados en desolados campos de concentración franceses? ¿Para cuándo, el reconocimiento a la lucha en la guerra, el maquis y la contribución en la resistencia francesa de nuestros hombres y mujeres, contra el invasor nazi, en tierras francesas, en denodada lucha por las libertades? Hombres y mujeres, y a veces niños estafetas, cazados en territorio francés por las SS y la Gestapo para explotarlos hasta su extenuación en fábricas de armamento, y terminar en las cámaras de gas o en los hornos crematorios. ¿Cuándo se va a enseñar en las escuelas la lucha del pueblo español, dentro y fuera de nuestras fronteras, y que los primeros libertadores que entraron en París, el 24 de agosto de 1944, eran soldados españoles republicanos?”

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