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Diana Quer: Caso abierto
El archivo provisional del caso de la desaparición de Diana Quer no ha disminuido “ni un ápice” el esfuerzo de los investigadores de la Guardia Civil, que insisten en algunas líneas de trabajo con la esperanza de aclarar qué pasó ese 22 de agosto de 2016, la última vez que fue vista la joven.
Líneas “calientes” que, como dicen a Efe fuentes de la investigación, mantienen intactas las esperanzas de los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) y de las unidades territoriales de de la Guardia Civil en Galicia a pesar de un archivo que, para muchos, se ha producido demasiado pronto.
Tan solo ocho meses han pasado desde la desaparición en A Pobra de Caramiñal (Pontevedra) de Diana Quer, una joven madrileña que tenía 18 años cuando pasaba las vacaciones en la vivienda de veraneo que su familia tenía en ese municipio gallego, en un caso de los más mediáticos que se recuerdan.
La Guardia Civil no tira la toalla aunque el caso se haya sobreseído provisionalmente, porque también se archivó varias veces el de la joven de Algete (Madrid) Eva Blanco y al final su asesinato se esclareció veinte años más tarde, tal y como recuerdan las fuentes consultadas.
“Con la misma gente y con la misma intensidad” continúa trabajando la Guardia Civil, que “no ha bajado el ritmo” consciente, además, de que la investigación puede ir para largo, por lo que mantiene a los agentes especializados de la UCO investigando sobre el terreno.
“Se puede decir que casi estamos empezando”, subrayan los investigadores, que aún tienen por delante, entre otras cosas, continuar con el análisis y contraste de los dos millones de registros de llamadas o conexiones telefónicas de 250.000 líneas de teléfono detectadas.
Nada más y nada menos que a unas 400 personas han interrogado los agentes, muchos como testigos y algunos como posibles sospechosos, que han ido aportando información incluida en una base de datos creada “ad hoc” para esta investigación y que de vez en cuando “avisa” cuando alguna coincidencia puede hacer saltar las “alarmas”.
Abstraídos de la atención mediática que ha despertado la desaparición de Diana Quer, los investigadores se enfrentaron al primer obstáculo cuando quisieron responder a la pregunta clave: ¿Qué pasó ese día?.
Sin indicios claros, todas las hipótesis se pusieron sobre la mesa: homicidio, huida voluntaria, agresión sexual, víctima de trata....
Cobraron más fuerza algunas porque la “victimología”, es decir, el conocimiento de la víctima adquirido tras el análisis de todo lo que le rodea, o lo que es lo mismo, la reconstrucción de su vida, las colocó entre las primeras cartas de la baraja.
Una reconstrucción que permite a los agentes, como ocurre en otras investigaciones, conocer a la víctima casi mejor que nadie.
¿Fue Diana abordada por algún desconocido? ¿Se subió al coche de alguien en quien confiaba? Son solo dos de las infinitas preguntas que los investigadores intentaron y siguen intentando responder con la reconstrucción de los escenarios relacionados con el caso.
Y en esas exhaustivas pesquisas, se ha incluido a todas las personas que en ese momento estaban en A Pobra y en los alrededores, a los 250 seguidores que Diana tenía en las redes sociales, a sus amigos y conocidos de Pozuelo de Alarcón (Madrid) e Ibiza, a quienes tenían antecedentes o a los reclusos que podrían gozar de un permiso penitenciario, entre otros.
También se han visionado todas las cámaras del recorrido que pudo hacer Diana y rastreado parajes cercanos al lugar de la desaparición. Innumerables pesquisas con un handicap importante: ni una huella, ni un rastro de ADN con el que contar.
Porque tampoco el teléfono móvil de Diana que un pescador halló en Taragoña, muy deteriorado, ha dado pistas de con quién pudo irse la joven.
Como tampoco es fiable que una antena de telefonía ubique a un determinado terminal, porque la cobertura de cada una no está limitada a una población concreta.
Las fuentes consultadas dicen a Efe que no se ha escatimado ni se escatima ningún recurso para esclarecer este caso y precisan que con el de Diana Quer se usan los medios tecnológicos de vanguardia que requiere la situación, aplicados por agentes ingenieros de telecomunicaciones e informáticos.
Y dejan claro que la “presión” mediática en nada influye, porque la UCO, que acude a los casos más complicados, adapta los recursos de la investigación a las circunstancias de cada uno.
De vez en cuando, y gracias a la continuación de los trabajos, “salta” algo en esa base de datos que pone en guardia a los agentes. Algunas de estas “alertas” han puesto el foco sobre personas con un nivel alto de sospecha, si bien ninguna ha permitido esclarecer el caso.
En cualquier caso y con todas las hipótesis abiertas, la desaparición voluntaria es la que parece menos probable. De todos modos, la Guardia Civil cree que está en la “buena dirección”, con una línea de investigación que puede llegar a buen puerto.
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