La sobreexplotación del agua en España consume un tercio de los recursos hídricos cada año
España se bebe cada año un tercio del agua de que dispone. Es la tasa más alta de toda Europa, sólo por detrás de Bélgica –que tiene un 32% de consumo– si se excluyen las pequeñas islas del Mediterráneo: Malta y Chipre. La Agencia Europea del Medio Ambiente (AEM) advierte en su última revisión de que “cinco Estados han extraído más del 20% de sus recursos disponibles lo que sugiere que su capacidad hídrica está bajo estrés”. En ese grupo cae España –cuya tasa es un 30%–, junto a los belgas e Italia.
España tiene unos recursos de agua de 111.100 millones de m3 como promedio en el largo plazo (al menos, 20 años), según los datos de Eurostat. Las precipitaciones aportan 346.000 millones de metros cúbicos de agua. Pero la mayoría se evapora: se marchan así a la atmósfera casi el 68% de los litros que caen del cielo (235.000 millones de m).
De lo que queda disponible, el país captó en 2011 (últimos datos disponibles) 26.949 m de aguas superficiales y 6.595 de las subterráneas. Desde 2001, España ha ido incrementando cada vez más el volumen extraído de los acuíferos mientras descendía la cantidad de líquido que obtenía de ríos y lagos.
Entre los efectos perjudiciales que el mismo informe incluye, se señala que “la sobreexplotación está causando la bajada en los cauces de los ríos y de los acuíferos subterráneos, además de la desecación de los humedales. Todos estos fenómenos tienen impactos negativos en los ecosistemas de agua dulce”.
Entre los países del sur europeo, Grecia consume un 13% de sus recursos de agua y especialmente bajo son los datos de Portugal que, según Eurostat, en 2006 extrajo 916 millones de metros cúbicos de los 73.600 de los que disponía: un 1,2%.
Para Santiago Martín Barajas, de Ecologistas en Acción, la clave está en el sector agrícola. Mientras el 80% del agua consumida en las poblaciones puede recuperarse, en el regadío sólo es el 10%. “La sobreexplotación es evidente como demuestra que haya 3,6 millones de hectáreas de regadío”, subraya Martín Barajas. Según su cálculo, la dimensión de la huerta española debería ajustarse “a los tres millones de hectáreas”. Y pone un par de ejemplos: “La cuenca del Segura consume más agua de lo que llueve allí. Y el regadío de Tajo Medio depende de los 400 Hm que se recuperan del consumo urbano en Madrid. Eso es insostenible”.
Pero esta visión se contrapone con la del Ministerio de Agricultura. “Una hectárea de regadío produce seis veces más que otra de secano y genera una renta cuatro veces superior”, replica la Estrategia de Regadío del departamento de Isabel García Tejerina. Desde esta perspectiva económica, el ministerio indica que la agricultura de la cuenca mediterránea de regadío genera “50 veces más empleo por hectárea” en lo que califica como “uno de los objetivos principales de la política de desarrollo rural”: el trabajo y la fijación de población.
En el mundo, los países con más terreno dedicado al riego son India, China, Pakistán y Estados Unidos. España está en el grupo de 16 Estados que poseen entre 2 y 5 millones de hectáreas superando a Italia (2,8 millones) y Francia (2,6 millones).
La apuesta por la huerta combinado con el estrés hídrico de estas zonas lleva a una ecuación que se resuelve en una palabra: trasvase. El especialista de agua de Ecologistas coincide: “Desde luego, pero eso es una hipoteca, por ejemplo, para el Tajo. España no da para más”.
Sobre este particular, la agencia europea indica que “las tarifas de agua para regadío están con frecuencia fuertemente subsidiadas lo que incentiva el uso ineficiente del agua”. Ya en su revisión sobre agua de 2013, la misma institución exponía que “en el sector agrícola, nuestro estudio muestra que en muchos estados los precios del agua de regadío están todavía por debajo de lo requerido para recuperar los costes económicos por no decir los medioambientales”. También añadía que “una renovación de sistemas de riego más modernos junto a una política de precios tiene efectos de ahorro mucho mayores que simples incrementos del precio”.
Porque no va a haber más agua sino menos. “El cambio climático agota los recursos. No porque llueva menos, ya que las precipitaciones se mantienen más o menos estables, sino porque el calentamiento global multiplica la evaporación. Ahora hay menos agua”, remata Martín Barajas.