España ignora a la OMS y sigue sin plan nacional para atajar los suicidios, que suben un 10%
En la dirección opuesta. Hace un año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió a los estados que pusieran en marcha estrategias globales para reducir el número de suicidios en sus territorios. España no se sintió muy concernida. El Ministerio de Sanidad no impulsó, ni incluyó entre sus previsiones, ningún plan nacional de prevención. Un año después de ese aviso se conoció que la tasa de suicidios en España había subido un 10,6% en un año (entre 2012 y 2013, los últimos disponibles). Entre 2011 y 2012 creció otro 11,9%.
La OMS publicó en 2014 su primer informe global sobre el suicidio. Calcula que cada año mueren 800.000 personas. Y recordó que el Plan de acción sobre la salud mental redactado en 2013 tiene como objetivo reducir en un 10% la tasa mundial de suicidios en 2020. Desde luego, España no ha colaborado a contener el volumen de la principal causa de muerte violenta en el país: 3.870 personas en 2013, según el INE. Es el máximo histórico y multiplica por 3,4 veces los muertos en accidentes de tráfico.
Los fallecimientos están creciendo desde 2010 (año en el que hubo un descenso). Desde entonces, los suicidios han subido un 22,5% (de 3.158 a esos 3.870). En cuanto a la tasa –que divide la cifra absoluta por cada 100.000 habitantes– en tres años ha pasado del 6,7 al 8,3. Es un 23% más.
La OMS reseñó que “una manera sistemática de dar una respuesta nacional al suicidio es establecer una estrategia nacional de prevención”. Y luego abundaba al asegurar que “una estrategia nacional enuncia el compromiso claro de un gobierno con relación a este problema”. Solo 28 estados han desarrollado una acción conjunta de este tipo. España no está entre ellos.
“Ni hay ni se la espera”, resume el doctor Miquel Roca, presidente de la Fundación de Española de Psiquiatría y Salud Mental. Roca explica que “los suicidios son prevenibles pero es necesaria una estrategia integral y multisectorial”. El doctor explica que este tipo de planes se han demostrado eficaces: “Han reducido las tasas allí donde se han aplicado”, afirma.
El proyecto modelo al que se refiere Roca es el que ha desarrollado la Alianza Europea contra la Depresión –un grupo investigador financiado por la Comisión Europea–. Su aproximación a la enfermedad mental, en diferentes grados de proximidad de los pacientes, ha conseguido rebajar “los actos suicidas en torno a un 20%” donde se ha activado.
“Se trata de utilizar estrategias que ya han probado su efectividad. El modelo nació en Alemania y se ha ido trasladando. Por ejemplo en España se ha implantado en Cataluña y Madrid”, resume el presidente de la FESSM. Pero no de manera global y coordinada.
Una muestra de estos buenos resultados se ha experimentado en el barrio barcelonés de Sector Dreta de l’Eixample. La implantación del plan (al que acudieron 1.300 personas) hizo que las tentativas de suicidio fueran tres veces menos en aquellos que participaban en el programa (a pesar de tener más ideas suicidas). En los seis meses de control, los participantes requirieron 2,5 veces menos ingresos por riesgo de atentar contra sí mismos (13 frente a 33).
Roca explica que “en muchas comunidades autónomas se han hecho cosas –en mayor o menor dimensión- siguiendo esta línea pero debería incorporarse a las grandes políticas sanitarias”.
Cifras ocultas: bolsas negras
La magnitud del suicidio lo convierte en un problema de salud pública. Con todo, los profesionales de la salud mental insisten en que se trata de un fenómeno escondido. “Hay muchos suicidios ocultos que las cifras oficiales disfrazan como accidentes”. De hecho, la OMS asegura que por cada adulto muerto por autoagresiones “puede haber hasta otras veinte intentonas que quedan sin registrarse”.
“Se trata de la primera causa de muerte absoluta en menores de 35 años en España”, recuerda el doctor Miquel Roca. Lo que los sanitarios denominan “bolsas negras” del suicidio camuflan un volumen de fallecidos que, aún sin ellas en las estadísticas, no ha parado de crecer.