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España importa el petróleo más sucio

El petróleo de la OPEP cae a 40,67 dólares, su valor mínimo en más de 6 años

Raúl Rejón

Más de un cuarto del petróleo que importa España cada año es del tipo más contaminante que existe: 17,2 millones de toneladas de crudo extraídas en 2015 en Nigeria, Kazajistán, Argelia y Canadá, según las estadísticas de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos.

Dentro de los hidrocarburos que alimentan la sed energética española, no todos los petróleos son iguales. Ni se sacan de igual manera del subsuelo. Tampoco todos provocan la misma emisión de gases de efecto invernadero (GHG) ) al obtenerlo. Los yacimientos con mayor impacto ambiental en ese sentido (sin contar las arenas bituminosas tar sands canadienses) son, en orden, los explotados en Camerún, Nigeria, Kazajistán y Argelia.

Se da la circunstancia de que Nigeria es el estado del que más importa España. El año pasado llegaron más de diez millones de toneladas de este producto cuya intensidad de emisión de GHG casi dobla la media del petróleo comprado por la Unión Europea. Supuso el 16,7% del suministro español por delante de México (13,7%), Arabia Saudí (10,5%) o Angola (9,2%). De Argelia y Kazajistán se adquirieron 2,9 millones por estado: un 9% entre los dos de las compras españolas de crudo.

El nivel contaminador de los petróleos se mide por la denominada intensidad de emisión: los gramos de CO por Megajulio de energía producidos en su extracción. El nigeriano está en unos 18 g CO/ Mj mientras la media de los productos consumidos en Europa está en 10. El crudo de Argelia llega a los 13 g y el de Kazajistán a 15 g CO. “Están entre los tres más sucios”, expresa un estudio sobre Dependencia Petrolífera en la Unión Europea que acaba de publicar la consultora Cambridge Econometrics por encargo de la organización Transport & Environment. “Importar petróleo de este tipo de países expone a Europa [y España] a mayores riesgos geopolíticos y medioambientales”, concluye.

¿Qué hace que la producción de estos países sea más lesiva para la atmósfera? “La generalización de dos prácticas: el flaring y el venting en sus campos petrolíferos”, matiza el documento. El flaring es la combustión constante del gas que no puede aprovecharse o es liberado por la presión de los pozos como “medida de seguridad”. Se trata de la imagen de una torreta con una llama ardiendo en la cúspide de manera ininterrumpida. El venting es la liberación directa de gases –sobre todo metano– a la atmósfera durante la extracción.

A este panorama se le añade la aportación del petróleo más contaminante, el de las arenas petrolíferas (Tar sands) que llegan de Canadá. A este crudo se le calcula una intensidad de emisión de 50 g de CO. En 2015, a España llegaron unas 500.000 toneladas canadienses. Sin embargo, los puertos españoles son los candidatos perfectos para recibir y refinar los envíos del país norteamericano hacia Europa.

Países en conflicto

La Unión Europea es altamente dependiente de las importaciones de petróleo. Y España cumple ese perfil. En 2014, la UE compró al exterior el 88% del crudo que consumió (en 2000 era el 76%).

Esa necesidad provoca que no poca parte del suministro llegue de países en conflicto o con “tensiones internas” como expone el análisis de Cambridge Econometrics. Según su criterio, entre los estados que venden su crudo, destacan por su inestabilidad Rusia, Nigeria (donde el grupo terrorista Boko Haram “controla vastos territorios”), Arabia Saudí, Irak y Libia.

España se trajo desde esos estados algo menos de la mitad de todo lo que importó en 2015. La suma supera los 26 millones de toneladas. Con todo, no es la peor situación de los países de la UE, ya que algunos estados del este como Polonia, Hungría y Eslovaquia dependen un 90% del comercio con Rusia lo que “incrementa la exposición a riesgos de suministro”, sentencia la consultora británica.

Para gasolina y diésel

La gran mayoría del petróleo que llega a Europa lo consume el sector del transporte: hasta dos tercios de los casi mil millones de toneladas anuales. Laura Buffet, directiva de T&E, la organización que ha promovido el estudio, incide en que una “descarbonización del transporte [emplear medios que consuman menos hidrocarburos] cortaría la demanda de petróleo, reduciría la inseguridad energética y aseguraría que el dinero europeo se queda en Europa”.

En este sentido monetario, Buffet se refiere al flujo de dinero que mana desde los bosillos de la UE a las grandes petroleras: entre las diez primeras compañías que suministran a la Unión, se cuentan tres rusas (Rosneft, Luk y Gazprom), dos estadounidenses (Exxon y Chevron), una saudí (Saudi Aramco), una libia (Lnoc) y una argelina (Sonatrach).

“La protección del medio ambiente y la seguridad energética son dos caras de la misma moneda”, opina Buffet. Lo cierto es que el consenso internacional estima que para conseguir mantener el aumento de la temperatura global de la Tierra por debajo de los 2º C, no menos del 80% de los recursos de combustibles fósiles subterráneos deben quedar sin explotar. Enterrados.

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