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Frenar el calentamiento global ahorrará a Europa 25.000 millones en la factura del petróleo

Campo petrolífero.

Raúl Rejón

Frenar el calentamiento global ahorraría a la Unión Europea unos 25.000 millones de euros en la factura del petróleo de aquí a 2030. Diseñar un transporte que consuma menos carburantes fósiles, para reducir las emisiones de CO, aliviaría enormemente el gasto en importar crudo, según revela un estudio de la consultora independiente Cambridge Econometrics.

La UE es muy dependiente del crudo exterior para alimentar su maquinaria: trae de fuera el 88% de sus necesidades petrolíferas. España no es una excepción, más bien al contrario, ya que aumentó sus importaciones de crudo el año pasado un 9,4%. Compró más de 64 millones de toneladas, según la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores).

Atajar seriamente el cambio climático obliga a los gobiernos a recortar las emisiones de carbono debidas al transporte que provienen de la combustión de derivados del petróleo. Menos uso supone bajada del precio y disponer de más dinero para otros propósitos.

El próximo 22 de abril, en Nueva York, 130 estados van a firmar el Acuerdo de París para mitigar el calentamiento global. Se trata de limitar el ascenso de la temperatura a 1,5ºC. Implica “revolucionar el sector del transporte”, analiza el estudio. Si no, el acuerdo será papel mojado.

Sin embargo, el crecimiento económico es uno de los argumentos que los ejecutivos de los países utilizan para mirar con recelo a las políticas de reducción de emisiones de CO. Una hipotética ralentización de la economía les espanta. El análisis de Cambridge Econometrics –en colaboración con el Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT)– pone cifras y datos para ilustrar la rentabilidad de utilizar menos petróleo.

Alcanzar los objetivos marcados en la COP21 conseguiría, según sus proyecciones, recortar la demanda de crudo en 11 millones de barriles al día. Eso llevaría a “rebajar el precio del barril en 8 dólares para 2030”. Sin esas nuevas políticas, la demanda, calculan, crecería en 17 millones de barriles diarios (de 95 a 112). A mayor demanda, mayor precio. Mayor gasto.

Todo ese ahorro de dinero “mejoraría la economía europea” y beneficiaría a los consumidores que “verían reducida la presión” de los precios y tendrían más recursos para “gastar en otros bienes y servicios”. Todo eso “a pesar de las pérdidas de ingresos de los productores de petróleo europeos”.

Pero el petróleo en 2016 ya es barato. Tanto que los países productores están preocupados por la caída de sus ingresos. Hay un exceso de producción de unos dos millones de barriles diarios. El estudio viene a demostrar que “la época de crudo súper barato está limitado en el tiempo”. El director del análisis, Philip Summerton, asegura que “sin otras políticas, la demanda cubrirá ese exceso y el precio se recuperará”. Además de disparar las emisiones y recalentar aún más el planeta, la factura de los importadores volverá a engordar.

Salvar el Ártico

En diciembre de 2015, en París, una mayoría de países del mundo entendió que algo hay que hacer para impedir que el calentamiento global de la Tierra cambie el clima. Eso es lo que se va a firmar en Nueva York el próximo viernes.

La movilidad es uno de los focos más importantes de emisiones. No solo los coches o camiones que viajan por carretera. La navegación marítima y la aérea son, por sí mismos, una gran fuente de gases de efecto invernadero. Consumir menos carburantes fósiles incide en ese foco del calentamiento. Y, además, rebaja el dinero que hay que pagar por obtener esos carburantes.

Pero mantener la demanda más baja tiene, por añadidura, efectos ambientales positivos. Sin ir más lejos, podría salvar el Ártico. Con las necesidades de petróleo más bajas, las prospecciones en el casquete norte del planeta se hacen menos rentables. Igual le ocurre a los yacimientos en aguas profundas “que con ese precio por barril no serían económicamente rentables”, explica el documento. Incluso extienden ese análisis a las famosas arenas bituminosas canadienses cuyo proceso de extracción y depuración las hacen más caras.

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