El Papa decreta que se perdone el “pecado mortal” del aborto por primera vez en la historia
Es uno de los pecados más graves, considerado mortal, hasta el punto de que no puede ser perdonado por cualquier sacerdote. Los curas necesitan un permiso especial -del obispo o, en su caso, del mismo Papa- para absolver la pena a las mujeres que abortan, y a quienes procuren, consientan, animen o justifiquen un aborto. Una situación que deja a buena parte de la población mundial condenada a los infiernos, ya que se calcula que cada año hay 46 millones de abortos en el mundo.
El Papa Francisco concederá por primera vez un perdón generalizado ante la interrupción del embarazo durante la declaración del Jubileo de la Misericordia. El Jubileo es un Año Santo decretado por el Papa para destacar la importancia de la misericordia en el mundo y en la Iglesia. Arrancará en todo el mundo el 8 de diciembre y concluirá el 20 de noviembre de 2016.
“No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible (…). Lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad”. Con estas palabras durante una entrevista con la Civiltá Cattolica, el Papa Francisco abría la puerta a una Iglesia más comprensiva, y menos radical, contra las mujeres que llevan a cabo la interrupción del embarazo.
Así, Francisco enviará a miles de “misioneros de la misericordia” por todo el mundo. Serán sacerdotes, acompañados en algunos lugares por familias misioneras, que “tengan paciencia y entiendan la fragilidad humana”, según explicaba el arzobispo Rino Fisichella, uno de los responsables de esta iniciativa. Ellos serán los encargados de escuchar, de “estar cerca de tanta gente herida”, y aportar “consuelo” y, para quienes lo pidan en confesión, el perdón de los pecados. También el del aborto.
El aborto seguirá siendo pecado
Que nadie se lleve a engaño: esto no supone que la Iglesia católica bendiga el aborto, ni mucho menos que deje de considerarlo un pecado. El Código de Derecho Canónico es taxativo: según el canon 2272, el aborto está sancionado “con pena canónica de excomunión”. Lo que sí denota esta decisión -así como otras que se están tomando desde que Francisco es Papa- es una nueva mirada. Durante sus años como arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio acompañó a varias mujeres en esa situación. Algunas siguieron adelante con su embarazo. Otras, sin embargo, decidieron finalmente abortar. Y el hoy Papa las acompañó antes, durante y después.
“Durante mucho tiempo, la tesis de la jerarquía era que una mujer abortaba como si se tomara un caña, sin tener en cuenta las dificultades familiares, económicas o sociales de un embarazo no deseado”, subraya un sacerdote madrileño que, desde hace años, trabaja con adolescentes que se han quedado embarazadas. “La misión de los cristianos es la de acoger, acompañar y ofrecer alternativas”, señala. “Nosotros estamos a favor de la vida, y un aborto siempre es un fracaso. Pero eso no significa que dejemos abandonada a la mujer que aborta”.
“Tú no eres quién para condenar a nadie”
El propio arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, relata en su biografía al menos dos ocasiones en las que acompañó a dos mujeres que querían abortar. En una ocasión, la mujer concluyó su embarazo. La segunda, finalmente, abortó. ¿Y si la mujer decide no seguir adelante con su embarazo? ¿Y si la mujer aborta? El arzobispo de Madrid, considerado el hombre del Papa Francisco en España, es rotundo: “Pues mira, si no funciona, tú no eres quién para condenar a nadie. Tú has hecho todo lo que tenías que hacer, y después la persona tiene su libertad”.